La Jornada 20 de abril de 1998

Centro Hípico, sangría de millonarios al DF

Elia Baltazar Ť Mediante permisos irregulares, empresarios y políticos hicieron del Centro Hípico de la Ciudad de México, que pertenece al gobierno capitalino, su club privado para albergar y montar caballos hasta de un millón de dólares.

Raúl Salinas de Gortari, Agustín Legorreta, Carlos Peralta, Antonio Chedraui, Víctor Hugo O'Farril, y Joaquín D'Hacourt, entre otros, construyeron dentro de los terrenos de este centro, administrado por Promoción Deportiva del DF hasta 1996, caballerizas privadas sin permisos especiales requeridos para albergar a finos y costosos animales cuyos precios pueden alcanzar el millón de dólares.

Así lo explica un documento entregado al ex regente Oscar Espinosa Villarreal, en poder de La Jornada, que detalla las ``irregularidades'' de las caballerizas propiedad de aquellos hombres que gozaron de todas las facilidades para usufructuar un espacio del gobierno de la ciudad y hoy bajo la responsabilidad de la Asociación de Concesionarios del Centro Hípico de la Ciudad de México, gracias a un permiso administrativo irrevocable de ocho años, a título honeroso, firmado en 1996 por los entonces director de Patrimonio Inmobiliario, Manuel Merino García, y oficial mayor Miguel Alfonso Delgado Cruz.

Enclavado en la tercera sección del Bosque de Chapultepec, a espaldas del Panteón Dolores, el Centro Hípico de la Ciudad de México es un espacio de 120 mil metros cuadrados que cuenta con dos pistas de competencia, tres canchas de entrenamiento, un campo rústico con obstáculos de cross country y un campo para tiro con arco, además de otros servicios.

Allí se encuentran las cabellerizas privadas de estilo rústico, algunas de ellas con pequeños departamentos de dos recámaras alfombradas, como la que alguna vez perteneció a Raúl Salinas, quien compartía el espacio para sus caballos con su buen amigo Carlos Peralta.

Dice el documento: ``Raúl Salinas de Gortari, por medio de un permiso especial del cual esta administración no tiene ningún antecedente, construyó 10 caballerizas, una bodega, un guadarnés, un departamento de dos recámaras, sala comedor, un baño y cocina. Además, construyó un departamento con una recámara con baño y cocina''.

Dichas instalaciones fueron usadas, además, para cinco caballos de Jesús Gómez Portugal, y cinco más de Carlos Peralta. Estas instalaciones, explica, fueron construidas en un área cerrada de 850 metros cuadrados, a la que no tenía acceso la administración del gobierno capitalino.

Si bien de la familia Salinas sólo queda el inmueble que hoy ocupan otros usuarios, Peralta aún cuenta con el suyo propio, donde actualmente tiene 10 caballos de la raza javanesa, cuyos precios van de los 15 mil a los 60 mil dólares.

El informe entregado a Espinosa especifica: ``Carlos Peralta, por medio de un permiso preferencial irregular --por carecer de firmas de autoridades del Departamento del Distrito Federal--, construyó 8 caballerizas, un guadarnés, un dormitorio compuesto de dos cuartos con baño, un granero en el que actualmente tiene gallos de pelea, un departamento compuesto de una recámara, sala comedor, vestidor, cocina y baño''.

La construcción comprende una superficie de 420 metros cuadrados, cuyo acceso, restringido, muestra una reja con las iniciales ``CP''.

También la familia O'Farrill contó con un espacio para su propia cuadra de caballos, el cual llevó el nombre de ``Televisa'' y que actualmente ocupan los costosísimos animales de Antonio Chedraui, dueño de una cadena de tiendas de autoservicio en el sureste del país, las cuales llevan su nombre.

Las caballerizas de Chedraui, pintadas sus paredes de blanco y la puerta principal de madera negra, alberga a los caballos Aladin y Elastic, cada uno valuado en un millón de dólares. ``Cuenta con 15 caballerizas, dos guadarnés, un granero y un baño, en un área cerrada de aproximadamente 600 metros cuadrados''. Nadie puede entrar más allá de la puerta y los caballerangos no hablan con extraños.

En el documento se explica que ni Víctor Hugo O'Farrill ni Chedraui contaron con permisos adecuados, pues los que poseían, carecían de firmas de las autoridades del DDF. Y lo mismo sucedió con las caballerizas del banquero en retiro Agustín Legorreta.

Hoy el Centro Hípico de la Ciudad de México está a cargo de la Asociación de Concesionarios que lleva su nombre, la cual fue fundada por los permisionarios hace más de tres años. Antes de obtener la concesión ya prestaban los servicios de alimentación, forraje y cama de los 280 caballos.

No obstante, uno de sus principales socios, Joaquín D'Hacourt, había obtenido un permiso preferencial irregular, pues también carecía de firmas de las autoridades del DDF para poseer cuatro caballerizas, aunque en realidad ``utiliza siete, de la cuales una la acondicionó como guadarnés y no paga por ello'', dice el texto.

Además, ``sin ser instructor autorizado por el Departamento del Distrito Federal'', dio clases a particulares y llegó a tener un grupo de 20 personas.

La nueva administración asegura que los favoritismos se terminaron, aunque acepta que se encontraron archivos con la lista de permisionarios que no cumplieron con las cuotas ante Promoción Deportiva del DF. ``Pero a nosotros no nos corresponde cobrar esas deudas'', dice Juan Carlos Ornelas, el encargado del lugar.

Aun ahora, el centro sigue siendo un lugar privilegiado para los amantes del hipismo, quienes pagan apenas 2 mil 190 pesos al mes, por el uso de las caballerizas y la comida para los animales. La contratación y sueldo de quienes los cuidan corre por cuenta del particular, quien paga entre 400 y mil pesos a la semana a los caballerangos, según el número de animales y su valor.

Por su parte, la Asociación de Concesionarios retribuye mensulamente al gobierno de la ciudad 150 mil pesos, por hacerse cargo del Centro Hípico.

Contundente, Juan Carlos dice: ``Hay que aceptarlo: este es un deporte para poca gente, no para el pueblo, pues quién puede gastar entre 3 mil y 10 mil pesos al mes por mantener un caballo''.