En tribuna, siguió la ofensiva del elevador de Núñez contra el panista
Mireya Cuéllar y Ciro Pérez Silva Ť Fue la continuación de la ofensiva del elevador. Aunque esta vez, Arturo Núñez embistió a Santiago Creel desde la tribuna de San Lázaro. ``¡Se lo digo en el pasillo! ¡Se lo digo en el elevador! ¡Se lo digo aquí! ¡Se lo digo en el país! ¡Se lo digo en el mundo, licenciado!: ¡No haga chicanadas, honre su profesión!''
Era el mismo Arturo Núñez que desbocado recorría el lunes los pasillos del Palacio Legislativo a la cabeza de la cargada que Roberto Madrazo, su paisano, trajo desde Tabasco. El mismo que con ímpetus preparatorianos -siempre rodeado, festejado, por sus operadores- suelta en el elevador o en la tribuna un ``¡donde quiera, cuando quiera y como quiera!''
El pleno de la Cámara de Diputados reditó ayer el debate de los últimos días. Se enredó en una larga enumeración de artículos. Estuvo a punto de llegar a los golpes y fue escenario de recurrentes insultos.
Rebasada, la oposición no logró rencauzar la polémica ni dar el siguiente paso: discutir la presencia del gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, en San Lázaro y todas las implicaciones jurídicas que ésta tuvo.
Los mismos que se habían llenado la boca con las lecciones que dejó Octavio Paz sobre la ética de la política y sobre ``la razón como madre de las tolerancias'' -en un homenaje al poeta que pareció una tregua, sólo eso-, minutos después olvidaron las enseñanzas del maestro para protagonizar un sórdido debate en el que brillaron por su ausencia las razones y la tolerancia, y se multiplicaron en cambio los denuestos.
Todo había comenzado con otros modos. Y es que como primer punto en la agenda de este martes los legisladores se dispusieron a honrar a Paz. Pero, a fin de cuentas, no quedó nada de su poesía, de su gloria... Se diluyó entre los muy terrenales gritos de ``¡cínico!, ¡tramposo!'' que le espetaba la bancada priísta a Santiago Creel cuando fue ante el pleno a defender ``la legalidad de la sesión que efectuó la Subcomisión de Examen Previo'' el pasado 14 de abril.
Se diluyó entre las narraciones mundanas que hacía -en los pasillos- a los reporteros el coordinador del sector obrero, Armando Neira Chávez, sobre las peripecias que intentaba para regalar un Cadilac 92 a Leonardo Rodríguez Alcaine con los 9 mil pesos de coperacha que daría cada diputado.
-¿No está mal que un líder obrero ande en un Cadilac?
-Pues Zapata y Pancho Villa andaban en los mejores caballos. Un dirigente pobre es un pobre dirigente --replicó, ajeno al emotivo discurso de Francisco José Paoli, quien recordaba en tribuna la obra de Octavio Paz.
El breve espacio a la poesía cedió a la presión de la cotidianidad en San Lázaro.
Al enfrentamiento entre las bancadas del PRI y el PAN. Al todos contra Creel, con un PRD que metió la mano por el panista pero nunca arriesgó el cuerpo.
A la continuación de la ofensiva del elevador. Una ofensiva que se alertó cuando la oposición en pleno recibió al panista Santiago Creel Miranda con un prolongado aplauso. Fue el apapacho público, la reacción a la ``bravuconada tropical'' que el pasado lunes protagonizó Roberto Madrazo.
Primero vino la exposición de motivos para efectuar la sesión, los múltiples retrasos en la Subcomisión de Examen Previo porque el PRI estaba en proceso de sustituir al presidente de la Comisión de Justicia, las citas de artículos para respaldar la tesis de que siete miembros de esa subcomisión hacen quórum y no los ocho necesarios que alega el PRI.
Pero Creel no quiso dejar la tribuna sin meter un pullazo: ``Ojalá pueda escuchar en esta tribuna al diputado Arturo Núñez, y no en los elevadores esgrimir sus propias razones y contrarrestar aquí esto''.
Núñez no estaba en ese momento en su curul, así que Fidel Herrera argumentó que de todos modos no podría ir a responder -para alusiones personales-, porque era un ``debate pactado'' en la Comisión de Régimen Interno y por tanto habría que esperar a que se agotara la ronda de oradores. El priísta Sadot Sánchez fue hasta la tribuna en medio de la burla panista que aclamaba: ``¡Núñez! ¡Núñez!''
``Es una provocación'', se quejaba Fidel Herrera. A los priístas les ardía el golpe. Así que mandaron rápidamente por Núñez y le acercaron constituciones, reglamentos internos y todo tipo de documentos para que se defendiera. Y empezaron a pelear por que se le diera oportunidad de responder a la alusión.
Arturo Núñez llegó hasta la tribuna, pero el griterío no lo dejó hablar, y en aras de mantener el orden el líder de la fracción priísta se tuvo que regresar a su lugar con apenas unas palabras: ``Si tanto les preocupa mi intervención espero el turno de oradores''.
Todos en el salón de sesiones estaban de pie, y un histriónico Juan José Rodríguez Prats se encargó de no defraudar al respetable. Con un tono de voz que parecía un desgarre de garganta y emotividad, pero de burla también, preguntó a los priístas: ``¿Cuál es la tarea de ustedes? ¿Es lo mismo defender el neoporfiriato de Víctor Cervera Pacheco o el narcopoder de Roberto Madrazo? ¿O el despotismo ilustrado de Manuel Bartlett? ¿O la ineptitud de Carrillo Olea? ¿O las mentiras de Ernesto Zedillo? --aquí, al salón en pleno se le fue el resuello, la magia del silencio lo envolvió.''
El panista tabasqueño apenas remató con un ``¿a eso vinieron como legisladores?'' Se escuchó entonces un largo respiro colectivo. Una vez que pasaron aire, los priístas reaccionaron. ``Que retire o rectifique lo que dijo'', exigió el también tabasqueño Víctor López Cruz. ``No andes sudando calenturas ajenas'', le replicó el panista César Jáuregui. El Bronx lucía su repertorio: ``¡Cobarde! ¡Cobarde!''
Así se agotó la ronda de oradores y le llegó el turno a Núñez. Hizo leer artículos de la Constitución, de la Ley Orgánica, de la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos... para explicar que la Subcomisión de Examen Previo se integra ``en todo momento'' con 14 miembros ( y no con 13 como interpretó Creel ante la inhabilitación legal de Jorge Emilio González): ``Puede estar invalidado alguno de sus miembros, pero no se deja a discreción cuál es el número de miembros de la subcomisión''.
La bancada priísta chillaba de gusto, de pie recibió con un aplauso a su coordinador. ``Lo que tiene que hacer Núñez para ser gobernador'', comentaba sumido en su asiento un perredista.En el salón todo era revuelo. El diputado Machuca -jefe del Bronx- gritaba, mostraba sus grandes dientes, dejaba fluir su alegría.
En San Lázaro no hay tregua... y en política no hay poesía.