Ya circula la Memoria de Labores 1997 de Pemex. Lo primero que se lee en este documento es que la utilidad consolidada de Petróleos Mexicanos durante el año de 1997 -con todo y una marcada tendencia descendente de precios- fue de 21 mil millones de dólares. Ni más ni menos. Se trata -como se señala oficialmente- de un monto similar al de 1996, a pesar de que durante ese año el precio medio de la mezcla mexicana de exportación fue de 18.94 dólares y en 1997 más de dos dólares menos, es decir, 16.46 dólares por barril. Claro que en 1997 se enviaron un millón 335 mil barriles de petróleo a Estados Unidos, justamente 77.6% del total, monto que, sin embargo, resulta levemente menor en términos porcentuales a los de 1995 y 1996, años en los que se envió 79.5% y 78.4%. Pero lo curioso es que para el mercado interno se destina un porcentaje cada vez menor de la producción anual: 50.1% en 1996; 46% en 1996; y sólo, sí sólo 43.0% en 1997. Y, sin embargo, la demanda interna de petrolíferos -gasolinas, diesel, querosenos, combustóleo y otros residuos- creció así: un millón 177 mil barriles al día en 1995; un millón 215 mil en 1996; y un millón 295 mil barriles en 1997. Y de estos millones de barriles, los productos más comercializados en el mercado interno han sido -probablemente seguirán siendo- las gasolinas, con 479 mil, 482 mil y 500 mil barriles al día, es decir, cerca de 39% en promedio en estos últimos tres años.
En cuanto a la inversión en Pemex, la Memoria informa de montos de mil 868 millones de dólares para 1995, dos mil 841 para 1996 y tres mil 549 millones en 1997. De estos montos -realmente raquíticos si pensamos que en esos tres años Pemex aportó impuestos directos por 11 mil 447, 15.157 y 16,580 millones de dólares, respectivamente-, los principales montos son para Pemex Exploración y Producción Primaria (PEP), subsidiaria de Pemex en la que se concentra la inversión en proyectos de gran envergadura como el desarrollo y la explotación de campos en las cuencas de Burgos y en Cantarell. Así por ejemplo, si sólo consideramos este último año de 1997, en el que las utilidades de Pemex fueron de 21 mil millones de dólares, 16 mil 580, -poco más de las dos terceras partes-, se tradujeron en impuestos directos, a la luz de los cuales apenas tres mil 600 millones en inversión aparecen como raquíticos, dadas las urgentes necesidades de Pemex, tanto en incorporación de reservas, desarrollo y explotación de campos, por una parte, y en ampliación de su capacidad de refinación, por otra, y en este contexto, desarrollo de su capacidad para producir más, mejores y más limpios combustibles, lo que obliga a capacidades extraordinarias para tratar el más abundante de nuestros crudos, el pesado maya, y para re-tratar los residuos menos valiosos de la refinación y producir artículos de mayor valor agregado. Y esto para no hablar de la necesidad de inversiones para incorporar más reservas de gas natural, ampliar sustancialmente su producción, desarrollar la red troncal de gasoductos, ampliar la capacidad de la flota marítima de Pemex, desarrollar capacidad petroquímica. En fin, que estos maravillosos números de Pemex contrastan con la falta de una propuesta integral de rearticulación y reintegración productiva de Pemex, para hacerla aún más competitiva, más fuerte y, por un buen rato, ejemplo de empresa estatal en el mundo.
Melée
El otro caso del que se espera el informe anual muy pronto es la CFE. Los números preliminares que ha difundido la segunda paraestatal de nuestro país, señalan que en 1997 justamente CFE y Luz y Fuerza del Centro (LyFC) vendieron 130 mil 254 GWh (Gigawattshora o Gigavatios hora o, su equivalente en millones de kilowattshora o millones de kilovatioshora). Y que por esta energía eléctrica comercializada, estas empresas recibieron poco más de seis mil millones de dólares, aproximadamente 80 por ciento CFE, y 20 por ciento restante LyFC, y esto porque -según informe spreliminares de CFE- la relación entre el precio y el costo de producción de la energía eléctrica se mantuvo como el año pasado, es decir, cercana a 70%, pues el 30% restante sigue enviándose como subsidio a los usuarios de los sectores residencial y agrícola, únicos servicios que cuentan con subsidio actualmente. También de acuerdo con informes preliminares de estas paraestatales, en 1997 no se agregó un kilowatt a la capacidad instalada del sector eléctrico nacional, asunto que resulta difícil de entender si se reconoce, como CFE ha tratado de señalarlo repetidamente, que la demanda de interna de electricidad está creciendo en forma acelerada: casi 4% en 1995, más de 7% en 1996 y también más de 7% en 1997. Y según el documento de Prospectiva del Sector Eléctrico Nacional de 1997, también en 1998 se espera un alto crecimiento, cercano a 7%. Esto significa que durante los primeros cuatro años de este sexenio la demanda crecerá casi 30%, lo que obliga a pensar y repensar el reforzamiento no sólo de la capacidad de generación del sector eléctrico nacional, sino -quizá más importante- su capacidad de transmisión y distribución. No es un secreto que en muchas zonas del país hay dificultades en el abasto eléctrico, y no por falta de generación, sino de transmisión en alta tensión. Y no es secreto que hay rezago, sobre todo en las zonas de más alto consumo eléctrico, como pueden ser las del norte o las del oriente del país. Como retraso también hay en las líneas de distribución y en la medición, condiciones indispensables para que el suministro eléctrico no sólo sea eficiente en términos de continuidad y calidad, sino adecuadamente facturado. Todo esto, por cierto, deberá aparecer en el Informe Anual del Sector Eléctrico 1997 que publica la CFE y que, por curioso que parezca, aún no sale a la luz, a pesar de que ya estamos en horario de verano. Convendría que en dicho uniforme, la CFE, como lo hace Pemex, detallara sus inversiones y obras prioritarias, justamente para que los usuarios vean cómo trata de resolver los problemas de suministro y de calidad en el servicio, más allá de los servicios comerciales, hoy tan publicitados en los llamados CFEmáticos.