La Jornada 27 de abril de 1998

350 ejidatarios de Tláhuac, víctimas de la sequía y la indiferencia

Elia Baltazar Ť La sequía y la indiferencia están matando de sed la tierra de San Juan Ixtayopan, Tláhuac, donde 350 ejidatarios podrían perder sus cosechas de maíz, coliflor, calabaza, brécol (brócoli), chile y forraje, a causa de la falta de lluvia y de energía eléctrica para hacer funcionar la bomba de agua tratada de Tequesquite, lista ya desde diciembre pasado. La desesperación los hace advertir: ``O nos surten agua o rompemos y bloqueamos los pozos que llevan agua potable a la ciudad''.

Hace meses que esperan el agua, ``de las nubes o de la bomba'', porque ya el año pasado perdieron toda su cosecha de coliflor. Para evitar que sucediera nuevamente fue que se construyó la bomba de agua tratada, con un costo de más de 300 mil pesos, la cual será alimentada desde el cerro de la Estrella, en Iztapalapa.

Hasta ahora, sin embargo, la Compañía Federal de Electricidad no ha acudido a prestar el servicio, aunque ya los ejidatarios pagaron 15 mil pesos de instalación, con el apoyo de la Secretaría de Desarrollo Económico del DF.

Por ahora tienen que conformarse con la poca agua que les llega por las noches, entre las 9:00 y las 12:00, la cual esperan con cubeta en mano para regar sus cultivos. ``Y de verdad que una meadita moja más que lo que nos llega'', dice don Trini, hombre de campo de tiempo completo, cuyo sustento depende de su cosecha.

Así, de las 350 hectáreas que conforman el ejido de San Juan Ixtayopan, apenas está sembrada la cuarta parte, por la falta de agua. ``Se tuesta la semilla y se quema la planta por los calores. Los que ya sembramos vamos a perder como 7 mil pesos de cosecha''.

Tan sólo para la siembra, un campesino gasta cerca de mil pesos por hectárea, entre el barbecho, la rastra, la compra de abono y su traslado y la renta del tractor, que paga en 700 pesos el día por hectárea. La mayoría, como don Trini y don Felipe, trabajan ellos mismo la tierra. Otros contratan peones, que reciben aproximadamente 50 pesos diarios. ``Pero es mucho gasto porque para una hectárea se necesitan al menos 5'', dicen.

Los ejidatarios de San Juan Ixtayopan temen que la cosecha de maíz no esté lista para agosto, cuando se celebra la Feria del Elote y aprovechan para vender casi el total de su producto. Ya el chile, la calabaza, la coliflor y el brócoli lo venden como pueden, en las calles del pueblo, afuera de los mercados, porque no cuentan con apoyo para comercializar en lugares como la Central de Abasto. ``Allí no dejan que ni nos acerquemos''.

Aguas con la política

El comisariado ejidal también está desesperado, aunque otras son sus razones. ``En agosto hay elección de autoridad ejidal y nos va a ir muy mal por este asunto''.

Emiliano Calderas Juárez, tesorero de la comisaría ejidal, señala como culpable al jefe de gobierno de la ciudad, Cuauhtémoc Cárdenas. ``El no nos ha cumplido. Vino en diciembre y nos dijo que iba a pagar horas extras para que la bomba de agua tratada quedara lista en ocho días y hasta los ejidatarios le entramos al trabajo. Ya está, pero qué con la luz''.

Para él, la energía eléctrica también es responsabilidad del jefe de gobierno y así lo arenga ante los ejidatarios. Ya se ven en las calles de San Juan Ixtayopan carteles con la leyenda: ``Cárdenas no cumple''.

Pero no se trata de partidos, dice. ``No más que nos están fregando a nosotros, porque los compañeros ya no nos creen nada''.

Así parece, pues cada ejidatario que se cruza en su camino, antes que saludar, pregunta por el agua y se queja por su tierra. ``Es cosa de política --les contesta--. Ya ven ustedes que hemos hecho todo lo que está en nuestras manos, pero esto es cosa de la política''. Y comenta: ``Si no llega pronto el agua, seguro que perdemos la reelección''.

Calderas también acusa al subdirector de Desarrollo Rural de la delegación Tláhuac, Guillermo Ibarra Núñez, de dar prioridad al pueblo de Mixquic, ``porque él es de allá''. Y así lo creen también los campesinos: ``Ellos sí tienen montones de agua. No más y viera sus campos, verdes y bonita su siembra'', dice don Trini.

Don Felipe completa: ``La gente de Mixquic no ha puesto nada y tiene todo, mientras nosotros, que construimos con nuestra propias manos las tomas de registro, los 30 kilómetros de canaletas para el riego y ayudamos para la planta de la bomba, nos tienen aquí a punto de perder nuestra tierra''. Mil 500 hombres, dice Calderas, participaron en los trabajos.

Aún recuerdan los campesinos cuando San Juan era ``el mejor valle de la zona, el ejido más bonito''.

Dicen: ``Estábamos rodeados de manantiales y en los canales que cruzan nuestros campos hasta peces había, pero todo se acabó cuando construyeron los pozos para dar agua a Tulyehualco, San Pedro Tláhuac y Mixquic. Ahora nosotros nos quedamos secos. No es justo''. Aquello pasó en 1962, rememoran.

Así pues, aquello que antes fue un vergel, ahora es un desierto, que quieren ``sembrar de casas y sacarnos a nosotros''. Una historia del campo en la ciudad.