Eulalio Ferrer Rodríguez
Interrogantes publicitarias
(Segunda parte)
¿Hasta dónde es lícito que un medio dedique espacio, no a la promoción y difusión de él, que siempre será comprensible, sino a productos, marcas o servicios que no se facturan por pertenecer a empresas dependientes del propio medio o con intereses en ellas?
--¿No constituye un hecho flagrante, por sí mismo, e incluso por todas sus implicaciones morales y mercantiles, lo que podría llamarse el comportamiento desleal ante las firmas competidoras del ramo correspondiente, las cuales pagan religiosamente a ese medio en especial, y a los demás en lo general, el importe o la tarifa de uso de tales espacios publicitarios?
--¿No representa semejante uso del medio un tipo de delito fiscal, en su esquema más simple y evidente: el de una publicidad que se ejerce, pero que no se factura?
--¿Acaso no es tristemente paradójico que se den casos en que pequeños industriales son financiados por las cadenas comerciales para que les maquilen, con el nombre de marca de ellas, sus propios productos?
--¿Tiene que ver el hecho expuesto con otro similar, en grado creciente que ha marcado las diferencias, el de los anunciantes convertidos en medios y el de los medios convertidos en anunciantes, borrando la incompatibilidad histórica que ha marcado las diferencias mercantiles y éticas entre unos y otros?
--Si la empresa privada es testimonio emblemático de la libre economía de mercado, ¿en nombre de qué principio o fundamento ortodoxo es comprensible que algunas cadenas de tiendas comercien con etiqueta propia, a menor precio y a menudo con idéntica materia prima del proveedor, productos de marca que, por serlo, contribuyen con su demanda y prestigio al mantenimiento de las mismas cadenas de tiendas?
--Si esta práctica comercial se generaliza, convertido el comerciante en fabricante, ¿no se estaría justificando o provocando la intervención reguladora antimonopólica del Estado, independientemente de la voz y la actitud del consumidor?