Luis Hernández Navarro
La verdad entre corchetes

Deformar la palabra poniéndole corchetes es el nuevo paso que el gobierno federal ha dado para fabricar una versión a modo del conflicto chiapaneco. Y así, cuando el obispo Samuel Ruiz declara que la Conai no puede ser neutral ante la injusticia, la mentira o los acuerdos no cumplidos, y reconoce que la instancia ha perdido fuerza moral ante el gobierno, el poder y sus voceros encorchetan, para silenciar, el sentido en que la mediación no puede ser neutral y ante quien ha perdido fuerza moral. Con ello hacen decir al obispo lo que no dijo y sacan a la jauría a la calle para que le ladre.

No es la primera vez en la que el gobierno trata de encorchetar a la realidad para borrarla. Durante la segunda fase de la malograda mesa sobre Democracia y Justicia, del diálogo de San Andrés, la representación gubernamental trató de poner entre corchetes del documento de acuerdos (esto es, de manifestar su desacuerdo con que el punto apareciera como consenso entre las partes) un párrafo textual del artículo 123 constitucional. Los representantes de Gobernación pensaban que la redacción propuesta era demasiado radical.

Tampoco es nueva en la historia la utilización deformada de declaraciones para enjuiciar a quien las emite. Los miles de creyentes que siguen a Samuel Ruiz tienen hoy razones sobradas para asociar los padecimientos de su pastor con los que sufrió quien es objeto de su fe. Ambos han sido víctimas de juicios similares. Según el dirigente nacional del PRI, Mariano Palacios, ``el reconocimiento de Ruiz García sobre su parcialidad'' es la mejor forma de probar que la Conai ha quedado inhabilitada como instancia de mediación (La Jornada, 24-IV-98). Casi dos mil años antes, tal y como lo señalan los evangelios, cuando Cristo fue juzgado ante el sanedrín por decir ser hijo de Dios, Caifás, el sumo sacerdote se rasgó las túnicas y dijo: ``Qué necesidad tenemos ya de testigos, pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca.'' (Lucas, capítulo XIV).

Tal encorchetamiento de la realidad pretende ser justificada a partir de la razón de Estado. Son, sin embargo, solamente las razones del poder. En la última campaña gubernamental contra Samuel Ruiz y la mediación, los hombres y mujeres del poder apenas y pueden disimular su encono y molestia en contra de quienes se han atrevido a asumirse como árbitros imparciales de un proceso de negociación, y han señalado con claridad que la iniciativa de reformas constitucionales en materia de derechos y cultura indígenas presentada por el Ejecutivo rompe el marco legal establecido para el proceso de paz, y se aleja considerablemente de lo pactado entre las partes en San Andrés. Se trata ahora de descalificar la imparcialidad de la mediación acusándola de parcial, y se acaricia la idea de sustituirla por una más afín.

La Conai no puede ser una instancia pasiva. La búsqueda de la paz requiere de la generación de iniciativas políticas y sociales, de la formación de una base social, de la construcción de relaciones nacionales e internacionales, de influencia en los medios de comunicación que sólo pueden provenir de que la instancia de mediación sea proactiva. Tampoco puede ser neutral ante las causas que originaron el conflicto o ante el incumplimiento de los compromisos pactados entre las partes. La mediación es un árbitro y un aval del proceso de diálogo. Renunciar a desempeñar estas funciones implicaría tanto como descalificarse a sí misma. La Conai no puede ser parcial. Su responsabilidad es la de garantizar el contacto entre las partes y conducir metodológicamente el proceso de diálogo. Para desempeñar estas funciones requiere de imparcialidad.

En Chiapas hay una profunda rebelión en marcha. Decenas de miles de indígenas y no indígenas se encuentran en resistencia civil. Sus acciones y sus respuestas recuerdan a la intifada palestina. Se han dado, a pesar de la presencia del Ejército, sus propios gobiernos locales y sus propias normas. Su lucha está muy lejos de ser una impostura. No cualquier institución o personalidad puede mediar entre un movimiento de esta naturaleza y el gobierno federal. Prescindir de la Conai es cortar uno de los pocos canales de comunicación realmente existentes entre la rebelión y el resto de la sociedad. Encorchetar la verdad, hacer a un lado a la mediación, es preparar el camino para la solución militar.