Recuperación salarial, consigna en el acto de los agremiados a la UNT
Fabiola Martínez Ť El ``pacto de respeto y civilidad'' al que se comprometieron las tres organizaciones sindicales más importantes del país fue cumplido. Todos querían recuperar el Zócalo para celebrar el Día Internacional del Trabajo, todos querían hacer sentir su presencia.
Temprano, como se planeó semanas antes, el acto del Congreso del Trabajo fue tan breve como los discursos oficiales. Así, la plancha se quedó sola apenas por unos minutos para dar paso a los grupos del llamado sindicalismo independiente.
De un lado, la Coordinadora Intersindical Primero de Mayo (CIPM) y frente a la Catedral, desfilaron las agrupaciones de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), central obrera que nació apenas hace cinco meses con la convergencia de sindicatos disidentes del Congreso del Trabajo, con los otrora independientes y trabajadores del campo y la ciudad. Más de 100 sindicatos, cuyas delegaciones se manifestaron simultáneamente en 29 entidades del país.
La UNT, central obrera de la era posfideliana tomó ayer - sin la anuencia presidencial- el gran ombligo de México, con un grupo de más de 50 mil personas que exigieron al gobierno cambio a la política económica y un plan de recuperación salarial.
Exigieron también, como en otros foros, el fin del corporativismo y la democratización de la vida sindical; respeto al derecho a la libre asociación y una eventual modificación a la Ley Federal del Trabajo, ``incluyente y cuyas enmiendas se apliquen por consenso''.
Mesa de convergencia sindical en defensa de la soberanía
Como en otras manifestaciones los secretarios generales afiliados a la nueva central obrera fueron al frente. Ahí estaba el líder de los telefonistas, Francisco Hernández Juárez; el dirigente del sindicato del Seguro Social, Antonio Rosado, y el secretario general del Sindicato de Trabajadores de la UNAM, Agustín Rodríguez.
Como propuesta principal en la celebración del Primero de Mayo, la presidencia colegiada de la UNT lanzó una convocatoria a todos los trabajadores para analizar la reforma social y económica del Estado, para que de ahí emane hacia el Congreso de la Unión una ``mesa de convergencia sindical'' en defensa de la soberanía.
También se dijeron dispuestos a la renovación del sindicalismo en el que ``la mano del Estado'' salga de la vida laboral. El que insistió en la estrategia ``más radical, más operativa'', fue Agustín Rodríguez, al proponer como método de lucha y como advertencia de la fuerza política de los trabajadores, una huelga general y paros nacionales.
``La transformación del país no se logrará a través de una sola organización; o nos decidimos todos a actuar con objetivos comunes o seguiremos padeciendo esta política económica que no es benéfica para los trabajadores''.
Con ánimo de unidad del movimiento obrero mexicano, los unetistas propusieron a la dirigencia de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y a la Intersindical sostener un diálogo abierto.
Sin embargo, dejaron en claro su postura unánime: ninguna relación con el actual presidente del Congreso del Trabajo, Joel López Mayrén, ``ninguna comunicación porque se trata de un seudolíder, oportunista, de bandazos y protagonista del patinaje convenenciero''.
Y es que el ahora presidente interno del CT fue impulsor, junto con Hernández Juárez y los dirigentes de cinco sindicatos más, de una corriente crítica dentro de la cúpula obrera. Así, meses después participaron en la creación del Foro: El Sindicalismo ante la Nación.
Con la convergencia de tres grupos en la Plaza de la Constitución, dijo el líder de los telefonistas, la UNT se abre al diálogo, pero no con López Mayrén, quien pertenece ``a un bloque oportunista que está sirviendo a todos menos a los intereses de los trabajadores''.
Los organizadores y dirigentes de la Unión confiaron en su propia convocatoria, por lo que citaron a sus agremiados en el Monumento a la Revolución en horarios escalonados.
``Sólo guardias quedaron en los puestos de trabajo'', proclamaban triunfantes al avanzar, con los brazos entrelazados, por la avenida Hidalgo.
Aunque con pugnas internas, la segunda central más importante
El intento de crear una central independiente, cuyo origen fue el Foro: El Sindicalismo ante la Nación, se hizo realidad el pasado 28 de noviembre. Sin embargo, los resabios del llamado movimiento obrero corporativo y oficial persisten: aunque colegiado, el liderazgo recae en sólo tres figuras.
En un ambiente festivo, los trabajadores lanzaban porras a cada organización; la mayoría de los grupos uniformados, ya con gorras, playeras o distintivos; con una banda de guerra y mantas emblemáticas por sindicato.
El primer grupo llegó a la plaza de la Constitución a las 10:40 de la mañana. Los dirigentes se apostaron inmediatamente en el amplio templete gris que cubría un costado del Zócalo, justo frente a la Catedral Metropolitana.
Ahí, orgullosos de ser ``la segunda central obrera más importante del país, aunque con pugnas internas por la hegemonía de la UNT'', como definió el estudioso del sindicalismo, Enrique de la Garza, la dirigencia de la UNT respondió -desde lo alto del templete- al saludo de los marchistas, cuyas columnas delineaban el perímetro del Palacio Nacional y daban por concluida su participación al alejarse por Pino Suárez.
Entre porras y consignas contra el neoliberalismo, pasaron de una en una las organizaciones: telefonistas, tranviarios, sobrecargos, pilotos, trabajadores del Seguro Social, universitarios; organizaciones del campo como la CIOAC y UNORCA, y el Frente Auténtico del Trabajo, entre muchas otras. En total, ``representantes de 270 organizaciones y de por lo menos 20 sindicatos a nivel nacional que aglutinan un millón 500 mil trabajadores'', aseguró Agustín Rodríguez. Lo cierto es que fueron más de 50 mil manifestantes. El último grupo alcanzó la plancha al filo de las 13:30.
Estrenaron también las filas de la UNT, como ``invitados especiales'', los trabajadores en huelga del Nacional Monte de Piedad, aún de membresía croquista, y los de la Confederación de Trabajadores Democráticos, disidentes de la Confederación Obrera Revolucionaria.
Como otra novedad, no hubo discurso oficial, sólo boletines de las demandas más sentidas del sector laboral y declaraciones ante los reporteros.
Agustín Rodríguez, líder del Sindicato de Trabajadores del STUNAM -que al igual que el FAT distribuyó sus contingentes en las filas de la UNT y de la CIPM- opinó que sólo los trabajadores, ``si nos decidimos, podremos cambiar la política económica que ahora padece todo el pueblo mexicano''.