La recuperación del Zócalo por el sindicalismo oficial duró 35 minutos
Fabiola Martínez Ť Las camisolas azules de los obreros en huelga se intercalaron con los huipiles y mantas de las mujeres y hombres indígenas. Todos, miles de trabajadores del campo y la ciudad, trazaron una sola línea en el Paseo de la Reforma para llegar, con paso libre, al Zócalo.
Integrantes de más de 50 organizaciones sindicales, indígenas y populares -el denominado sector independiente- engarzaron ayer sus demandas para exigir cambio en la política económica y proponer un frente de lucha común por ``la democracia y la paz con justicia y dignidad''.
Así, por cuarto año consecutivo, la Coordinadora Intersindical Primero de Mayo (CIPM) organizó la marcha por el Día del Trabajo y ocupó la Plaza de la Constitución, en la que igual se escucharon las demandas del sindicalismo universitario independiente, el de las corrientes democráticas del magisterio, las consignas de obreros despedidos o campesinos sin tierra. El apoyo y la solidaridad con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional estuvo, como desde hace cuatro años, presente en todos los contingentes.
Esta vez ``los independientes'' compartieron la plaza. A las 10 de la mañana en punto entró a la plancha histórica el primer contingente por 16 de Septiembre. Por Cinco de Mayo, al mismo tiempo, ingresaba la cabeza de la columna de la Unión Nacional e Trabajadores (UNT). Y apenas 20 minutos antes había salido el último del sector oficial que recuperó el Zócalo, más no la calle. Pero ``los independientes'' pintaron su raya con los otros dos sectores: ``Ni con los charros ni con los neocharros'', explicaban una y otra vez.
Sin obstáculos y ante la ausencia total de cualquier corporación policiaca, con viejas camionetas portando rústicos equipos de sonido móvil intercaladas entre los contingentes, los manifestantes exigieron un salario digno, empleo y cumplimiento a los acuerdos de San Andrés Larráinzar. Una consigna tradicional de los primeros de mayo en la voz de ``los independientes'' fue la más coreada: ``Esta marcha no es de fiesta, es de lucha y de protesta''.
Al contingente de la CIPM se unieron el Frente Zapatista de Liberación Nacional -unos 50, cuando mucho-, el FAC-MLN y el Movimiento de Unidad de Lucha Popular. Participaron también los promotores de la Marcha Global en contra del Trabajo Infantil, esfuerzo mundial por detener la ocupación ``más denigrante, la más cruel, la más injusta''.
El grupo se nutrió también de la infaltable parodia nacional: grandes personajes, escurridizos entre las pancartas, sonriendo a la gente: el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, el actual mandatario Ernesto Zedillo y el viejo líder Fidel Velázquez. Las máscaras y atuendos provocaron euforia, festividad, gracias a la dramatización que gustosamente hacían tanto los actores populares como los marchistas, integrados al espectáculo. Estos últimos escenificaban los empujones y los catárticos insultos encomendados a los personajes de la política nacional. En suma, un pálido reflejo del show que se produce a diario en los semáforos de las grandes avenidas de la capital.
Ahí estaban los trabajadores de Sosa Texcoco, en huelga desde hace más de cuatro años; los obreros en paro de la empresa CASA, a quienes el patrón pretende liquidar con mínimas prerrogativas; trabajadores despedidos de General Motors, Dina; corrientes democráticas de los sindicatos de telefonistas, del Metro, de la burocracia nacional. También los despedidos de la Secretaría de la Reforma Agraria; del Movimiento Proletario Independiente y el Sutaur-100; los músicos democráticos o la Unión de Mujeres Independientes. Para todos hubo cabida en la gran plaza.
No hubo consenso ni precisión sobre el número exacto de manifestantes entre los encargados de medir estos eventos. Ni los policías de Seguridad Pública, ni los enviados de la Secretaría de Gobernación o los mismos convocantes se pusieron de acuerdo en el número de asistentes ``quizá 50 mil, 30 mil o 20 mil''.
Como en la CIPM no hay dirigente, ni presidente o líder vitalicio, en el templete no figuraron protagonistas únicos sino cabezas múltiples, representantes de todas las organizaciones participantes las que disputaron la palabra, atropellaron en las consignas porque todos quieren hacerse escuchar. Las órdenes y contraórdenes salpicaron la marcha desde su arranque hasta su disolución.
Al final del camino la marcha de este año fue de reactivación social e intento de reorganizar al sindicalismo, definió Enrique de la Garza, doctor en estudios sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana. Explica que la CIPM es un frente que reúne a los sectores más golpeados por el gobierno ``y de ahí su intensa lucha''. Sin embargo, precisó, su aún desorganizada estrategia le ha impedido ir más allá de la denuncia.
Apostados en la plancha del Zócalo, los integrantes de la Intersindical escucharon a los oradores con la paciencia a que obligan los 28.5 grados de la temperatura de ayer. De los primeros, el dirigente de la disidencia magisterial y promotor de la CIPM, Gonzalo Martínez Villagrán, reconoció que históricamente ha sido difícil unir a las fuerzas políticas y sociales del país ``por la cooptación del gobierno de algunos líderes o la represión a otros tantos''.
Por eso, señaló, el esfuerzo de este primero de mayo no concluye aquí, sino en el acercamiento de las fuerzas significativas a nivel nacional: el Frente Zapatista de Liberación Nacional, el FAC-MLN, la Intersindical y el Movimiento de Unidad en Lucha Popular. El objetivo, agregó, es iniciar una jornada nacional de lucha, con paros, cierre de carreteras, mítines, declaraciones públicas, desplejados, etcétera.
Martínez Villagrán expresa, aclara y repite que no hay punto de conciliación con los líderes de otras centrales obreras. ``Nada con los charros ni con los neocharros''.
-¿Por qué?
-Simplemente porque en este país existen dos proyectos; el del gobierno, que empobrece cada día más a la población y aquel en que las organizaciones políticas y sociales del movimiento independiente que plantea el rescate de todas las instancias que posibilite un nuevo gobierno, una nueva Constitución Política y una nueva posibilidad de ordenar la economía.
Sin embargo, aclara, no tenemos nada en contra de las bases del Congreso del Trabajo o la Unión Nacional de Trabajadores. Es decir, lo irreconciliable es con los líderes charros y con el proyecto neoliberal del gobierno, pero no con los trabajadores que al fin y al cabo somos los que sufrimos todas las atrocidades de ese proyecto eonómico.
Cuando tocó el turno al Frente Zapatista de Liberación Nacional se escuharon diversas voces. Primero veladas, entre el estruendo de las bocinas, luego más fuerte: ``viva Marcos, todos somos Marcos''.
En su manifiesto, la CIPM señaló que el gobierno neoliberal se aferra a convertir a México en una gran maquiladora y hunde en la miseria a los trabajadores del campo y la ciudad, por lo que ofrecieron un programa ``de alternativa'' de al menos 14 puntos, lo mismo por un nuevo Congreso Constituyente y una nueva carta magna, que por la cancelación de pagos de la deuda externa.
En suma, agregó Martínez Villagrán, los trabajadores queremos y podemos construir una sociedad equitativa en el reparto de la riqueza social, ``la unidad obrera, campesina, indígena y popular aquí está y sí lo podemos hacer''.