Jaime Mas Oliva y René Drucker Colín
El PAPIIT según San Mateo

Recientemente, la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) de la UNAM cerró su nueva convocatoria del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT 1998-1999). Las convocatorias de este programa que representa un importante esfuerzo interno de la Universidad para apoyar su desarrollo científico, han sufrido con el devenir de los años varias modificaciones. Esto último podría deberse a: 1) la experiencia y los resultados del programa fundamentan cambios necesarios; 2) que hubo en su momento cambios en los niveles directivos y administrativos de la DGAPA. En términos generales, se podría decir que, salvo aquel requisito obligado de que el investigador joven necesitaba a un titular establecido y viceversa, el cual perfeccionó en la comunidad la práctica de conseguir prestanombres, las experiencias académicas y administrativas se conjuntaron bien para apoyar los protocolos más significativos dentro de un sistema competitivo.

La convocatoria del PAPIIT sufrió este año una serie de cambios de consideración, coincidentes con los que hubo en la administración de la DGAPA. El primer cambio importante, y por demás atinado, es el haber permitido dividir los proyectos en diferentes categorías, impidiendo con esta nueva fórmula que los investigadores jóvenes de reciente ingreso compitan para obtener fondos con los investigadores ya establecidos, evitando así una competencia desigual no siempre basada en criterios académicos.

Desafortunadamente, una vez generado el buen tino, la siguiente decisión fue totalmente desatinada, al restringir los fondos de apoyo a los jóvenes a una cantidad de hasta 100 mil pesos, mientras que a los investigadores ya probados se les otorga hasta un máximo de 500 mil. Aunque a algunos les parezca lógica esta decisión, cabría desde luego pensar en la dudosa inteligencia de esta medida. Si en nuestra Universidad nos interesa promover y ayudar a las nuevas generaciones, que dicho sea de paso mucho cuesta su preparación, la convocatoria hace exactamente lo contrario y seguramente está basada en la falsa premisa de que a los jóvenes primero hay que probarlos. O sea, no invirtamos demasiado, pues no vaya a resultar que algunos jóvenes no sean tan buenos y ya les gastamos mucho. Por otro lado, a los buenos ya probados, démosles más para que sigan siendo buenos.

En el sentido más neoliberal, apliquemos el evangelio según San Mateo (25:29): ``Al que tiene le será dado y tendrá más, y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado'' (como ya señaló anteriormente Horacio Rivera, La Jornada 01/03/98), no vaya a ser que estos jovencitos se nos monten en las barbas. La causa de esta barbaridad es la de siempre en nuestro país, no se le tiene confianza a nadie. De entrada, al joven no se le puede otorgar mucho, pues lo más seguro es que falle, por lo tanto démosle sólo hasta 100 mil pesos, con lo cual obviamente vamos a asegurar que no pueda hacer grandes cosas. Pero eso sí, después le exigiremos igual que a los de 500 mil, y si no ha tenido logros equivalentes, demostraremos que efectivamente son dignos de nuestra desconfianza.

Otra modalidad nueva, es el requisito de que el director de cada dependencia tiene que enviar a la DGAPA una carta emitiendo su opinión sobre cada solicitud. El motivo de tal requerimiento escapa a toda lógica. Si la opinión es académica, los directores tendrán que estudiar mucho, si es de otro tipo, cuidado. Aquí surge la pregunta: ¿qué no es confiable el investigador? Realmente la opinión de los directores sale sobrando, porque ellos son un investigador más, con un puesto administrativo.

Para rematar con más candados, resulta que habrá un comité técnico del PAPIIT que determinará, de acuerdo con los dictámenes, los montos que se asignen a cada proyecto. ¿Por qué otro comité? ¿Serán inconfiables los comités académicos? En el pasado no lo fueron. ¿Será que se requiere más control? ¿Con qué fines? ¿Qué no sería más simple una convocatoria abierta, de libre competencia, hecha con base en los recursos disponibles? En el pasado, ésa era la filosofía. La pregunta ahora es ¿cuál es la filosofía de la nueva administración con este retroceso en los mecanismos de evaluación y adjudicación de recursos? Por último, hay que pensar más en los investigadores jóvenes, la convocatoria especial para ellos es magnífica, pero hay que elevar las cantidades que se les adjudiquen, de otra forma no se podrán aprovechar bien sus capacidades.

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