DobleJornada, 4 de mayo de 1998



UN DERECHO DISFRAZADO DE PECADO

PEREZA

Patricia Camacho

Aaaaah, qué flojera escribir esta entrevista con la doctora en Psicología Patricia Escalante. Una alternativa para que te enteres de las cosas tan interesantes que dice esta especialista en trabajo con mujeres, que no es derechista ni izquierdista sino ``niñista'', que laboró 30 años en el Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional y que hoy coordina un seminario con el Centro de Atención Preescolar de la SEP, es encender mi grabadora y, mientras me abandono a contemplar las bugambilias de su jardín oyendo la música del caer del agua de la fuente, tú te enteras de nuestra conversación...

``En mi infancia, por la formación religiosa de mi generación, se nos decía que la pereza era un pecado, porque el ocio era madre de todos los vicios. Pero en la prepa un muchacho decía: la ociocidad es la madre de una vida padre. Yo pensaba que eso estaba muy bien. En la religión católica los pecados se relacionan con situaciones que haces para lastimar a los demás o a ti misma, pero donde hay una sensación de placer, el cual está asociado al cuerpo. Sus contrarios, las virtudes, son una elevación que te concede un estado de gracia. La virtud opuesta es la diligencia, y ellas no son perezosas, sino diligentes. Desde que son pequeñas, a los juegos agregan la imitación de las tareas que realiza su madre. Los varones, desde chicos, hacen menos porque están marcados por eso de que no deben hacer cosas de maricas''.

El diccionario define pereza como ``falta de ganas de moverse. Falta de voluntad para trabajar. Falta de ánimo o de impulso para hacer una cierta cosa''. Desde esta óptica cualquiera diría que en la época moderna ``la pereza no existe, sino que hay depresión. Cuando una persona no quiere trabajar o no quiere hacer algo se puede pensar en enfermedad mental, no en pecado.

``Es muy difícil que una mujer, por deprimida que esté, se coloque en una posición de no hacer nada; de todos modos lo hace. Un hombre no, porque habrá una mujer --su madre, una hermana, su esposa-- que lo mime. Pero que lo hagan con una mujer, en la mayoría de los casos está en chino. Algunas pueden darse el lujo de descansar o de irse de vacaciones, pero son una ínfima minoría. La mujer `descansa' cuando está enferma y se da permiso de estar en cama viendo tele o leyendo tonterías; sólo entonces se concede el derecho a flojear''.

¿Cómo distinguir entre su recuperación por cansancio y una depresión? ``Tanto hombres como mujeres, desde muy chicos, sabemos cuándo estamos cansados. El problema está en que mientras los hombres fácilmente expresan los motivos, las mujeres dicen `estoy cansada y no hice nada'. Lo primero al trabajar con mujeres aparentemente deprimidas, que todo el tiempo están fatigadas, y que ves cansadas, es que tomen conciencia de todo el trabajo que hacen en casa por el cual sienten estrés y fatiga. El simple hecho de enumerar las actividades domésticas da flojera, porque la fatiga se considera poco honorable. Ese es un primer aspecto para saber si una mujer está cansada o deprimida''.

El cuadro depresivo implica, según el punto de vista psicoanalítico, que ``una tiene una energía psíquica que, en lugar de colocar hacia afuera --en las relaciones con los otros, en el trabajo, en la creatividad--, se sitúa hacia adentro, al interior de la misma persona, con una sensación de que todo lo que se hace carece de importancia y que no tiene ningún valor como persona. La imposibilidad de conectarse afectivamente con los objetos externos es mayor, todo con culpas mayúsculas porque el super yo culpabiliza de manera insconsciente, de tal forma que la va anulando hasta hacerla talco. Hay personas depresivas que hacen las cosas, pero sienten que no les gusta ninguna; hacerlas no les despierta ningún placer ni le hallan ningún sentido. Todo es más bien como obligación, un esfuerzo enorme de todos los días''.

En niñas y niños se presenta de otra manera. ``Es diferente al cuadro adulto porque es a partir de somatizaciones con descripciones muy corporales ligadas a su padecimiento emocional. Y socialmente las familias atienden más a los niños que a las niñas, en una relación de cinco a una, porque consideran que sí es grave que el varón vaya mal en la escuela o que no se sienta bien, pero de las niñas piensan que de todos modos se van a casar. En los adolescentes, aunque hay manifestaciones somáticas, ya hay mayor semejanza con el cuadro adulto, y una depresión puede ser fulminante porque puede acabar en suicidio. Ya pasados los 20 ó 25 años de edad, la depresión es más insidiosa, se va instalando y existe una rumiación suicida que generalmente termina en un intento de suicidio serio. Dentro de ello, los hombres tienen un índice más alto respecto a las mujeres''.

¿Qué tendría que hacer la gente que rodea a una persona que tiene un cuadro de desmotivación, falta de energía, pérdida del sentido de la vida? ``Decirle que tiene derecho a sentir pereza y que no hay bronca; es un verdadero problema lograr que las mujeres descansen y tengan pereza. También hay que decir que la gente, incluidos especialistas de salud, miran a las personas con estos síntomas bajo el concepto religioso de si tienes voluntad y disciplina saldrás adelante. Eso es no aceptar que hay una fuente que origina esta situación y que se trata de una enfermedad. En general se dice `échale ganas', y si estamos en el terreno científico tenemos que apoyarla convenciéndola de que reciba ayuda profesional. Pero no se hace, se parte de códigos morales: es malo que estés así y es bueno que te empieces a mover''.

De su trabajo en el centro Médico ``donde traté con muchas campesinas de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y mujeres del DF, aprendí que es muy difícil que reconozcan su cansancio y su derecho a la pereza, aunque es fácil que piensen en la desigualdad social que sufren respecto a los hombres. Y lo que descubrí fue mi pereza de ponerlo por escrito, de acuerdo a los patrones masculinos de conocimiento científico. Se me antoja contarlo como lo estamos platicando porque me dan ganas de cantarlo como hablamos las mujeres entre nosotras''.

Qué pereza estirar el brazo para apagar la grabadora. Por favorcito, oprime el botón.