DobleJornada, 4 de mayo de 1998



MES DE LAS BRUJAS EN EXEN CAFE

Rosa María Rodríguez

Es fácil imaginar a Karin alimentando una gran hoguera en los fríos bosques del norte alemán durante la noche de Walpurgis. Porque ella es una bruja hecha y derecha (o ¿izquierda?), idéntica a las que desde hace 2 mil años danzan toda la noche del 30 de abril para dar la bienvenida a la primavera. Desde Exen Café y recuperando a mayo como el mes de las brujas, Karin Vogt convoca a todas las que paren al mundo en sus creaciones para bailar juntas alrededor del fuego que consume las sombras del conformismo y renueva la vida.

Desde siempre, los hombres han temido a las brujas, pues (in)conscientemente las identifican con el manejo de conocimientos que --según la visión patriarcal-- ``deberían'' serles ajenos precisamente por el papel subordinado que se ha adjudicado al género femenino. Los castigos a las transgresoras de esta ideología han sido bendecidos por prácticamente todas las religiones fundamentalistas.

No obstante, las mujeres de conocimiento han existido a lo largo de la historia, desde la primera que hizo un emplasto de yerbas y detuvo una hemorragia, hasta la que provoca la identificación personal de multitudes en portentosos óleos, o la otra que entreteje voces e instrumentos orquestados armoniosamente con el plexo solar de los escuchas.

Hay que perder el miedo a las brujas -dice Karin en entrevista--, aprender nuevas formas de verlas y relacionarse con ellas. La bruja es la que crea porque primero cree en sí misma, la que se hermana con otras y otros en la tarea de tener una mejor vida. Las mujeres somos diferentes a los hombres --continúa--; pensamos, y creamos de manera diferente, que no significa mejor o peor. Pero en el caso de las artistas, ellas deben bregar más para tener espacios donde expresarse. Por eso decidimos dedicar una parte importante de mayo a aquéllas en permanente búsqueda de sitios donde expresar sus conocimientos.

Multifacética como toda buena bruja, Karin es maestra, traductora, guía e historiadora, y desde hace dos años coordinadora de eventos culturales del Exen Café, un espacio que siempre tiene algo qué ofrecer a los y las buscadoras de un muy buen cafecito y un ambiente confortable para conversar, escribir y alimentar el espíritu. Porque en el pequeño lugar se han presentado más de 200 conciertos de música diversa, 50 inauguraciones de artistas plástico(a)s e innumerables tertulias literarias. El límite es la creatividad; los deseosos de compartir tienen en ese sitio su lugar --afirma. En lista de pendientes hay más de cien exposiciones; me parece que el interés es producto de que aquí hay libertad para todas las expresiones culturales, porque nadie censura a nadie.

A México le debo mucho --dice recorriendo con la mirada las paredes donde se exhibe la estupenda obra de Salvador Rodríguez y Oscar Castillo--; mi idea es impulsar un proyecto social que apoye a gente que vale la pena. Hoy tenemos presión económica, porque ampliamos el lugar; desde hace un año meto aquí todo mi dinero, mi tiempo, mi energía (¡y vaya que la tiene!). Estoy muy endeudada; no me preocupa demasiado; deseo que sea autofinanciable, pero eso se da poco a poco. Lo más importante es que el Café no pierda la calidad humana ni la artística.

¿Cómo se aprende a compartir? Compartiendo --responde relampagueante y en perfecto español Karin, la alemana que hace 15 años tuvo su primer choque de realidad al pasar de su conocimiento libresco sobre Latinoamérica a la realidad de nuestro continente. Digamos que pasó del ala teórica de la izquierda a la práctica, y eso le cambió la vida. Más allá del panfleto y las pancartas --añade--, trato de vivir mis teorías; creo que no estoy equivocada, pues todo lo que he leído, todo lo que no he podido hacer en ningún partido de izquierda, se traduce en la búsqueda de congruencia en la vida que llevo con mis dos hijas y tres chicas mixtecas de las que todos los días aprendo algo. Creo que sí se puede vivir en forma digna, divertirse y hacer las cosas que realmente nos gustan, sin concesiones al miedo. Reconozco que soy una privilegiada e intento regresar algo de lo mucho que he recibido en este país.

Así, todas aquellas que quieran abrir nuevas rutas de vuelo están convocadas a participar en el segundo aniversario del Café de las brujas, con actividades de magia, poesía y música. Dale una ojeada a la sección Viejerío de este mismo suplemento.