Marco Rascón
Azcárraga-Salinas: la televisión tricolor

Ambos se autodefinen igual: no son priístas, están con el Presidente; defienden el mismo modelo económico; estarán en el 2000 ``con el que gane''; son jóvenes y agresivos empresarios, y dicen hacer una televisión principalmente de entretenimiento. Ambos se guían por el rating, aspiran a monopolizar más medios escritos, producción de fonogramas, espectáculos, futbol y comercialización del espacio. Los dos descubrieron ``la libertad de prensa'' desde el 5 de diciembre de 1997, para atacar al gobierno del DF; la concesión pública y la función social de los medios es a la medida de sus intereses.

Junto con los colores del PRI, la televisión es de las más efectivas estructuras ideológicas del viejo régimen; por ello, debe estar en la agenda de la reforma del Estado, pues la falsa competencia en contenido de ambas empresas obstruye el desarrollo cultural, la democratización y la inclusión de todas las expresiones políticas y sociales.

Por ellos, México es débil ante la globalización y los bloques económicos a los que nos sometieron; los medios nos han hecho un país falto de identidad y sumiso. Ellos son responsables de la debilidad nacional que se profundiza ante la baja calidad y distorsión de la realidad, promovidas a través de un espacio propiedad de la nación. Ellos no creen en el pueblo de México y lo denigran; son instrumento cultural e ideológico del conservadurismo y la reproducción de la cultura autoritaria del régimen priísta al que siempre han defendido.

Cuando la televisión estatal se privatizó, se pensó que sería una vía hacia la democratización; no fue así. La privatización generó una expectativa que rápidamente acabó en cuanto se demostró que para el nuevo propietario, la reproducción del esquema de Emilio Azcárraga se profundizaría. La decadencia de Televisa fue un auge efímero de TV Azteca, pero en breve se convirtió en su espejo decadente. La llamada ``guerra de los medios'' fue una disputa por la idiotez, la desinformación, el racismo y la intolerancia.

Azcárraga Milmo cimentó el concepto monopólico de concentrar producción, comercialización, programación, espectáculo, deporte, contenido y las relaciones con el Estado. Su aportación estuvo rodeada de hombres como Othón Vélez, Guillermo Cañedo, Raúl Velasco, Jacobo Zabludovsky, Luis de Llano y Pimpstein. Poco a poco la escasa calidad original y la expresión de valores nacionales se perdió con artistas de desecho, burdas imitaciones y la ideología de entusiastas perdedores; el tema con la sirvienta que asciende fue el apotegma de Azcárraga.

Exportadora de telenovelas e importador de ideología estadunidense, Televisa se fue hundiendo al convertirse en el brazo ideológico del Estado y del PRI, promotor del hoolligan mexicano del sombrerote, adversario del estudiante del 68 y del ciudadano votante del 88. El ciudadano ejemplar de Televisa es despolitizado, neutral, individualista y enemigo de los movimientos sociales, las luchas de resistencia contra el modelo económico. Televisa es parte de la decadencia del PRI, pero ahora busca una tabla de salvación para seguir siendo el mismo.

Emilio Azcárraga Jean toma hoy distancia del PRI, pero no de la cultura priísta ni del conservadurismo, e intenta preservar y reproducir la misma estructura monopólica de su familia y su grupo.

TV Azteca --surgida de un proceso oscuro de privatización, no exento de corrupción-- nació con pecado original: coadyuvante corrupto del neoliberalismo y el salinismo. Para darse credibilidad, lanzó juegos pirotécnicos contra ``la otra televisora'', pero repite e imita el esquema de subjetividad informativa y sumisión total al gobierno ``porque respeta al Presidente'' y lo demuestra exentándolo de Los Peluches. Su misión de fondo ha sido demostrar que la capital del país, el sur, es el lastre y verdadero problema de México. Con una visión prejuiciada y regionalista que promueve la derecha, TV Azteca difunde un mensaje subliminal: los chilangos son violentos, pobres, holgazanes, prietos, chaparros y feos.

Paradójicamente, su debilidad programática abrió un precedente: la posibilidad de regresar a una programación hecha por productores independientes, lo cual marcó el inicio de un nuevo contenido en la telenovela. El rating de TV Azteca ganado a través de Argos, obedece a que ésta no depende de los criterios de Salinas Pliego, quien sin imaginación explota artistas, convierte la programación en tienda de abarrotes y defiende su política informativa y negocios de la misma manera que Televisa. Por eso, Argos es hoy la principal competidora de TV Azteca.

Una reforma verdadera del Estado debería quitar a Salinas y a Azcárraga el monopolio de la transmisión-producción-comercialización, pues han demostrado que son un peligro para la identidad nacional y el progreso de México.