Aprehenden a La Zorra y su banda; habrían cometido 400 asaltos en taxis
Humberto Ortiz Moreno Ť Ejemplo de la impunidad en la ciudad, la banda de La Zorra haría palidecer de envidia a su colega El Chucky: antes de ser detenido, junto con siete de sus cómplices, ejecutó por lo menos 400 asaltos a pasajeros que tenían la mala suerte de subirse a los taxis ecológicos que utilizaban para delinquir.
A razón de cuatro atracos por semana, como mínimo, sin siquiera descansar sábados ni domingos, a este grupo delictivo le tomó cerca de dos años lograr tan truculento récord. Su especialidad: el ``secuestro exprés'', según informes de la Policía Judicial del DF.
Operaba en el Centro Histórico -donde por cierto aún roban otras tres bandas--, en Reforma, San Cosme, Revolución e Insurgentes, y su jefe, David Flores Granillo (La Zorra), es el más agresivo de todos. Tienen en su haber un homicidio comprobado, pero podría haber otros en su cuenta.
Redituable ``negocio'', porque para aprehender a los malhechores son imprescindibles la flagrancia o un arduo y a veces tardado y desesperante proceso de investigación, el atraco en autos de alquiler ha cobrado un auge inusitado en el DF.
En la capital, particularmente en Polanco, el aeropuerto y el primer cuadro de la ciudad, trabajan 20 bandas de taxistas asaltantes que, curiosamente, cuando ocurrió el escándalo de El Chucky, optaron por descansar.
Pero han regresado, dicen investigadores, y más violentas que nunca, pues en la mayoría de los casos han cambiado las pistolas por desarmadores para lastimar, sin razón alguna, a sus víctimas, causando el mayor dolor posible, como ocurrió con las dos diputadas que, mujeres con fuero y todo, fueron brutalmente golpeadas. En caso de ser detenidos en un operativo, esa herramienta los salva por ser de uso común para los trabajadores del volante.
Para los que siguen las huellas de estos delincuentes, como una de las formas criminales que más lastiman a la sociedad capitalina, resalta el reciente caso de un ministerio público que se cruzó en el camino de una de estas bandas. Aun cuando no opuso resistencia, el funcionario recibió piquetes en diversas partes del cuerpo, incluido uno muy cerca del ojo izquierdo. Y es que el criminal pretendió clavárselo en ese órgano, pero falló...
El modus operandi de las bandas de taxistas asaltantes es muy parecido. Regularmente son grupos de cuatro o cinco sujetos, al menos. El chofer del auto de alquiler y tres o cuatro malvivientes en otro vehículo para colear al taxi.
Levantan al pasajero en cualquiera de las vías de las colonias y zonas arriba citadas. Pero, de antemano, las víctimas son elegidas cuidadosamente, asegurándose de que vistan con ropa de buena calidad y porten bíperes o celulares, lo que garantiza que el afectado tiene tarjeta o tarjetas de crédito.
Y, para no variar, las luces direccionales son claves para eludir riesgos y asegurar el atraco: si es viaje corto, la izquierda, y si es largo, la derecha. Las intermitentes son para indicar el momento en que sus cómplices debían abordar el taxi para atacar a la víctima.
Su objetivo principal, en casi todos los casos, son precisamente las tarjetas de crédito y débito para retirar efectivo de cajeros automáticos, obligando al titular a revelar el NIP. Y, si oponen resistencia, las personas son golpeadas brutalmente y hasta asesinadas con saña.
La banda de La Zorra secuestraba a sus víctimas, regularmente, para poder hacer los retiros de cajeros automáticos. Guardaba al afectado en la calle de Donizzeti número 128, colonia Ex-hipódromo de Peralvillo. Para mantener contacto tenían celulares y así se aseguraban de que la persona había dado correctamente sus números de acceso.
Los ocho integrantes del grupo delictivo están relacionados con un homicidio ocurrido el pasado 12 de febrero, cuando intentaron robar un taxi ecológico placas L22650, que era tripulado por el hoy occiso Rubén Vázquez.
Flores Granillo, La Zorra; Alvaro Avila Flores, alias El Alvaro; Ignacio Avila Flores, El Nacho; Mateo Hernández Yáñez, El Mateo, y su hermano Adrián, El Chino; Roberto Nájera Avalos, El Papas, y José Luis Alarcón Ruiz, El Guapo, fueron objeto de una discreta pero intensa persecución por parte de la Policía Judicial del Distrito Federal. Salían a ``trabajar'' -sic- a las 19:30 horas y terminaban hasta la una de la mañana del día siguiente, asaltando hasta en cuatro oportunidades.
Y en flagrancia cayeron los asaltantes, tras tres horas de rastreo, porque -se quejan los investigadores--; la ley sólo permite aprehender así a delincuentes cuya peligrosidad es evidente y maniata a los agentes. Su arresto es posible únicamente a través de un largo proceso de investigación que, desde hace dos años, propició que estos infractores acumularan más de 400 atracos, superando en importancia a la banda de Alfonso González Sánchez, alias El Chucky.