Tendidos al paso de la noche, los niños de la calle quedan bajo las alcantarillas y despiertan más tarde con sobresalto, rumor lleno de murmullos, y corren sobre los angostos hoyos cuyos márgenes se visten de hongos y humedad. Alto el sol brillante pregonero del bullicio de la ciudad, ``libres'' ya del tubo-casa que sobre sus cuerpos los libró del frío o el ardiente calor, sus pieles morado pálidos se tornan fríos y habla de un hambre de todo.
Los niños de la calle al salir de la hondonada, sobre las banquetas transitan y llegan a sus ``puntos de encuentro'', donde se reúnen, pernoctan y trabajan; cruceros, centrales camioneras, centros comerciales y de abasto, parques, basureros, lotes baldíos, etcétera (mil 123 se registran en la ciudad). Son maltratados hasta la muerte e inducidos al consumo de drogas (cemento) y prostitución por familiares cunado tienen contacto con ellos o por extraños.
Los estudios realizados (Unicef) sobre niños de la calle en la ciudad de México, por instituciones y agrupaciones interesadas hablan de 13 mil niños que viven en las calles. La mayoría (85 por ciento) tienen casa y familia, pero desestructurada, matizada por la violencia intrafamiliar y el abuso por parte de los adultos.
Los niños llegan a la calle no por que ésta los llame, sino porque ``el hogar los expulsa''. Alarma que 18 por ciento de estos niños tienen menos de cinco años de edad.
Van por la calles, despacio, arrastrándose, albureándose, sin saber adónde ni por qué, ni qué de qué, con sólo sombras por acompañamiento permanente, envueltos en niebla de misterio y a pesar de eso sobre ellos hay vida que busca con desesperación sobrevivir. Estos niños nos enseñan el drama de la ciudad que es ya la sobrevivencia. Sin un aparato psíquico estructurado y un cuerpo desnutrido, la desconfianza, la violencia , la actuación sin límite y alto resentimiento es su tarjeta de presentación. El peregrinaje por las calles e incapacidad para fijarse en algún lugar, es el espejo de lo que la ciudad les enseñó.
La ``libertad'' que tienen los lleva a no tener reglas de socialización ni estructura para relacionarse mínimamente, con lo que encubren los abandonos sufridos y hacen particularmente difícil el trabajo con ellos. El problema social que representan es muy complejo y multifactorial y requiere de acciones en políticas, económicas, sicológicas, educativas, de salud, demográficas y específicamente de acciones institucionales profesionalmente diseñadas, operables y evaluables.
Cuauhtémoc Cárdenas, jefe de gobierno del Distrito Federal acaba de crear una institución para el desarrollo y la capacitación de los niños de y en la calle, la cual mediante una red de centros de desarrollo y capacitación para niños de la calle y centros de día promoverá beneficios para los menores en situación precaria, así como investigar, prevenir y formar a profesionales en esta área.
Los niños de la calle rebasaron la respuesta mínima de gobiernos anteriores y la que las ONG les han ofrecido. Consecuencia de ello es que no sólo existen niños expulsados a la calle, sino infantes nacidos en la calle. Para ellos, Cárdenas ha encargado al doctor Armando Barriguete --distinguido psicoanalista y experto en tratamiento de patologías sociales-- se encargue de crear un fideicomiso que atienda en forma integral esta problemática.
Este fideicomiso que se conoce como Finca fue puesto en marcha la semana pasada por Cuauhtémoc Cárdenas. La realidad es que no sabemos nada o casi nada de está población infantil. Así, la investigación de su problemática no puede esperar. ¡Urge atenderlos!