Antonio Gershenson
El precio del crudo y la tijera

Afortunadamente, parece ser que la posición oficial mexicana se orienta cada vez menos a seguir recortando el ya escaso gasto público, y más a lograr acuerdos con otros productores de petróleo para defender el precio del mismo y, con él, una parte del ingreso nacional de divisas.

Por lo menos, eso es lo que se infiere de varias declaraciones de funcionarios en los últimos días, y de otros indicios, como la reunión entre las cabezas del sector de energía de México y de Venezuela. El cambio ya contribuyó a que el petróleo subiera unos dólares por barril desde su punto más bajo a mediados de marzo, y a medida que se logren nuevos acuerdos se podrá esperar una mayor recuperación.

Hoy se plantea otro punto, muy relacionado: suspender el segundo recorte presupuestal. De hecho, éste nunca estuvo fundado técnicamente en la baja de los ingresos petroleros. Y el que apenas hace unos diez días se haya anunciado cómo se repartiría, muestra que estamos a tiempo para suspenderlo.

El pasado 12 de marzo, ante bajas de precio del crudo -que lo habían llevado a su nivel más bajo en nueve años- se hizo público un documento de Pemex intitulado Evolución a corto plazo del mercado petrolero internacional. En este documento se aclara que ``no parece prudente modificar por ahora la premisa presupuestal de precios del petróleo, y menos aún extrapolar los precios de hoy al resto del año''. Se informa también que el precio promedio anual de nuestras exportaciones de crudo, estimado en enero en 13.50 dólares por barril, ``supone promedios trimestrales de 11.44, 12.95, 14.46, y 14.97 dólares por barril, respectivamente''.

El texto agrega que, aun suponiendo que el precio del crudo se mantuviera durante el resto de marzo en los niveles tan bajos del 11 de ése mes, el precio promedio del primer trimestre de las citadas exportaciones hubiera quedado en 10.80 dólares por barril, sólo ``64 centavos de dólar inferior a la prevista para ese periodo''.

Ese mismo día se publicaba en estas páginas una declaración del director general de la misma entidad, en la que se señalaba que ``en las últimas semanas ha crecido la posibilidad de que los países productores lleven a cabo una acción colectiva que modere la oferta mundial de petróleo''. Además, en la parte final del documento mencionado se decía que ``como lo declaró recientemente el secretario de Energía de México, tanto la Secretaría como Pemex están en la mejor disposición para dialogar con los principales actores del mercado petrolero internacional''.

Como recordaremos, unos días después, el 23 de marzo, se publicó el acuerdo entre los gobiernos de Arabia Saudita, Venezuela y México, para reducir las exportaciones de petróleo crudo. El acuerdo sería seguido por la absoluta mayoría de los países exportadores de petróleo de dentro y fuera de la OPEP, aunque no en montos suficientes para lograr una recuperación sustantiva de los precios. Los precios actuales, mejores que los de mediados de marzo, no bastan para tener un ingreso ni siquiera aceptable para la mayoría de los exportadores de petróleo. Además, si ya se logró el hecho de una reducción consensada y ya se hizo la mayor parte del esfuerzo, es casi obvio que una reducción adicional, así sea modesta, logrará mayores beneficios para el ingreso petrolero en el precio, que el monto que se pudiera sacrificar en la cantidad de petróleo vendido.

A pesar de todo lo anterior, se seguía insistiendo en un segundo recorte, el cual fue oficialmente anunciado el 25 de marzo. Lo raquítico de las justificaciones en ese momento se ve confirmado con el posterior comportamiento del mercado petrolero, y con mayor razón con las expectativas de un nuevo acuerdo entre exportadores. De ahí que el planteamiento, anunciado aquí el pasado miércoles, en el sentido de que la Comisión de Desarrollo Social de la Cámara de Diputados analizaba las posibilidades de revertir ese recorte --que, además de afectar al mismo Pemex y a otras entidades, implica una drástica reducción en las metas de vivienda y afectación a otros renglones del gasto social-- tenga pleno fundamento. Si nuestra economía tiene sus problemas, lo que se requiere es darle oxígeno, y no ahorrar en oxígeno para luego gastar en los funerales.