La Jornada 11 de mayo de 1998

Insultos, declaraciones y hasta una visita ad hoc de canadienses marcaron su recorrido

Hermann Bellinghausen, enviado, San Cristóbal de las Casas, 10 de mayo Ť Cuando cuatro agentes de Migración, de civil, nerviosos y visiblemente furtivos, entregaron a los observadores italianos, de mano, la comunicación de que se les vencía su visa y debían abandonar el país a más tardar a las 12 de la noche del domingo 10 de mayo, pareció comenzar el fin del viaje.

La lista de 120 nombres que el subdelegado regional del INM, Marco Antonio Rodríguez Cárdenas, envió a Federico Mariani, representante de los observadores, no incluía a los cuatro diputados del Parlamento italiano, Francesco Bonato Mauro Vannoni, Sergio Trabatoni y Sergio Mansato (del PDI y el PRC), aunque sí a los periodistas de Il Manifesto y la RAI; como sea, el listado de varias hojas incluía la casi totalidad de los 134, incluso los que ya se habían marchado a México y de ahí a Italia.

A su paso por Chiapas y al paso de los días, los observadores fueron coleccionando un racimo de insultos, epítetos y descalificaciones fuera de lo común: delincuentes, provocadores, desestabilizadores, indeseables, guerrilleros, progresistas entre comillas, escoria, basura, desperdicio, aretudos, y un discreto etcétera que incluye la pregunta del dirigente de la Coparmex, Gerardo Aranda Orozco, de visita en Tuxtla: ``¿qué marca de jabón los patrocina?''

Porque no fueron los únicos visitantes del estado en la semana. Para descalificar al heterogéneo grupo de italianos e italianas que visitó algunas comunidades indígenas en resistencia que se encuentran arrinconadas en la selva Lacandona y los Altos, el gobernador Roberto Albores Guillén recibió el apoyo declarativo de la embajadora de la OEA en México, Edith Márquez Rodríguez; de los empresarios, los obispos, los subsecretarios de la Federación, los conductores de noticieros televisivos, unos 20 auténticos coletos y por supuesto, de sus colaboradores directos.

Así, la rotunda secretaria de Gobierno, Arely Madrid Tovilla, luego de acusarlos de ``comunistas'', en un estilo muy fifties, salió al paso de lo expresado por los italianos denunciando: ``pidieron permiso para visitar comunidades distintas a las que llegaron, como Taniperla, Aguatinta y el mismo Centro de Readaptación Social''.

Poniendo de lado el hecho de que los italianos, que se sepa, ni siquiera se aproximaron a Amparo Aguatinta, llama la atención que el Penal de Cerro Hueco sea considerado una ``comunidad'' indígena.

Ayuda no menor recibió el gobierno de parte de una delegación de parlamentarios canadienses llena de virtudes: son poquitos, no hablan (ni con la prensa, ni con los indios), se dejan guiar a Chimix (donde los paramilitares priístas los recibieron con gran amabilidad, muy contrastados por los medios a la actitud hostil de los paramilitares y priístas que recibieron a los italianos en Taniperla), lo mismo que los conducen por Acteal, Polhó y el palacio de gobierno. Pues a ellos sí los recibió el mandatario estatal. Los diputados canadienses vienen, por así decirlo, a la medida, cortado en Ottawa por los sastres del TLC.

¿Qué pasaría si llegara a las comunidades sitiadas y golpeadas un grupo de 134 observadores mexicanos, con o sin flores en las manos, con o sin baberos verde limón, así, revueltos maestros y curas con estudiantes, trabajadoras sociales, periodistas y jubilados, obreros, empleados, funcionarios municipales, del norte, el sur y el centro del país? Migración no tendría jurisdicción sobre ellos y los declarantes más divulgados de la temporada no podrían llamarlos intervencionistas. Pero se colocarían en posición de ver con sus propios ojos la situación que los italianos vieron.

Conocerían ``en directo'' cómo se aplica en Chiapas el estado de derecho y lo que las comunidades indígenas directamente involucradas tienen que decir al respecto.

A propósito de diputados, hasta ahora los únicos golpeados han sido, sin distingos partidistas, los mexicanos. Al menos para los priístas de la región de Monte Líbano y Taniperla, las diputadas de San Lázaro no tienen fuero --así que fueron para afuera con todo y los italianos.

Observadores observados

Un funcionario de la embajada italiana vino a San Cristóbal a trabajar horas extras, negociando con la caravana de observadores a nombre del gobierno de Italia. Para éste, era interés prioritario impedir que los italianos fueran deportados o expulsados por el gobierno mexicano, que durante días no se cansó de amenazar con que lo haría. El diplomático incluso les aconsejó que salieran por Guatemala, como turistas normales. De allí los trasladaría con todo gusto el Estado italiano. De esta manera, además, se hubiera disipado, de momento, el carácter de delegación de observación de los derechos humanos que ostentaba el incómodo grupo.

Además de acaparar las noticias unos cuantos días, y haber detenido, de momento, los ataques policiacos-militares contra los municipios indígenas autónomos, los visitantes provocaron un cambio drástico en las disposiciones migratorias para los próximos extranjeros que quieran observar las condiciones que guardan, en el campo chiapaneco, los derechos humanos y las vidas cotidianas de miles de indígenas puestos contra la pared.

Cuando esta mañana, a eso de las 9, arrancó de la plaza central de San Cristóbal el autobús que conducía al aeropuerto de Tuxtla a la última cincuentena de italianos, el enjambre de observadores de los observadores (Migración, Seguridad Nacional, policías Municipal y Judicial, etcétera) pudo al fin descansar, para preparar sus respectivos informes.

Y aunque los llamaron turistas revolucionarios y guerrilleros, se veían tan inofensivos como las decenas de turistas que a esas horas empezaban a pasear por las calles de Jovel.

Los 20 auténticos coletos armados de huevos y carteles alusivos a la ``basura desperdicio de Italia'' que esperaron ayer a las afueras de El Carmen a las cámaras de televisión y a la caravana de italianos, y los 40 policías en patrullas o carros sin placa, de civil o de uniforme, con cámara, walkie talkie, garrote o arma reglamentaria, que los acompañaban, no necesitaron actuar contra los ``indeseables'' visitantes que, como quiera, vieron los que vieron y oyeron lo que oyeron. Y ya se fueron con su balcón a otra parte.

Italianos más o italianos menos, como bien dijo un funcionario del gobierno estatal, las comunidades y las cárceles de Chiapas ``no son un circo'', así que la aplicación de la ley puede continuar. El propio gobernador Albores Guillén puntualizó, cordialmente, a los diputados canadienses Saada, Iktudy, Proctor, ST-Jacques y Turp, que ``los supuestos municipios autónomos son anticonstitucionales... y son enclaves que desestabilizan políticamente al estado y ofenden a la dignidad de los chiapanecos y los mexicanos''.

No se iba a quedar atrás de lo dicho por su paisano Emilio Rabasa, en el sentido de que dichos municipios entre comillas ``son la principal amenaza para la democracia'' en México.