Cubas, virtual presidente electo de Paraguay
Stella Calloni, enviada, Asunción, 11 de mayo Ť Raúl Cubas Grau y Luis María Argaña eran este lunes los virtuales presidente y vicepresidente electos de Paraguay, cuando por la Alianza Nacional Republicana (ANR), más conocida como Partido Colorado, obtenían más de 12 puntos de ventaja sobre la fórmula de su principal contrincante, la Alianza Democrática, integrada por el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y Encuentro Nacional (PEN).
El día después revela que las urnas han determinado el continuismo de los colorados en el poder, después de 51 años de ejercerlo con la dictadura de 35 años de Alfredo Stroessner mediante. Domingo Laíno y Carlos Filizzola, candidatos a presidente y vicepresidente de la Alianza Democrática, se declararon a la medianoche del domingo ganadores, tras denunciar un fraude de ``un 80 por ciento''.
La destrucción de los cables de la organizacion Saká, que agrupa a Organismos No Gubernamentales, de la misma manera que en 1993 se destruyeron --de un certero hachazo-- los cables que posibilitaban la comunicación con todo el país para un conteo paralelo, así como las amenazas que cercaron al presidente del Tribunal Supremo de Justicia Electoral, Carlos Mojoli, son quizá muestra de que una mano negra actuó aquí, sin por esto dejar de reconocer el triunfo de los colorados.
Por ello, las acusaciones opositoras anoche encontraron eco en un país donde la compra de cédulas electorales, el voto cautivo, el miedo tras años de gobiernos impuestos por las armas, eran cosa común. Raúl P. cuenta que durante las internas del Partido Colorado, cualquier opositor que iba a sacar su cédula era llamado luego para mostrar que el gobierno tenía un control total de la población. Se le ofrecía entonces el equivalente a unos 20 dólares para que entregara su cédula. ``Esto lo hizo la gente de Lino Oviedo para ganar a Argaña y se utilizó en las elecciones'', asegura. También es cierto que existe esa identificación de varias generaciones que nacieron pensando ``nacimos colorados'', como si esto equivaliera a nacer paraguayo y nacionalista.
Precisamente, esto es algo que la oposición local no pareció considerar a la hora de intentar ser creíbles frente a la población, sin descontar que una visita de Domingo Laíno a la embajada de Estados Unidos al mediodía de ayer podría haber contado en aquellos que votaron en la tarde. El paraguayo medio mira hacia Wa-shington con suficiente desdén. Tampoco hay que olvidar la figura caudillista del general Lino Oviedo, apartado de la candidatura presidencial colorada por una condena de un tribunal castrense, pero finalmente figura central de la campaña desde su prisión en un cuartel.
Pero todo aquí está aún muy marcado por las presiones. Frente a la magnífica Bahía que forma el río Paraguay en Asunción, aún se pueden ver dos cañoneras y otro barco de guerra con sus cañones apuntando a la ciudad, sínbolo de los muchos cercos en que aún el país sudamericano vive en transición democrática.
En declaraciones a La Jornada, el virtual presidente de Paraguay, Raúl Cubas Grau, sostuvo que ``la gente vota al final por quien confía. Y la mayoría parlamentaria dará ahora credibilidad a los gobernantes''. Aclaró que ``no son tiempos fáciles los que vienen, el trabajo no es fácil, el Estado no va a solucionar problemas, sino a actuar como un ente regulador de la igualdad de oportunidades. No va a ser fácil, pero entre todos tenemos que sacar el carro adelante''.
Cubas tiene 54 años, y desde 1968 es afiliado al Partido Colorado, cursó ingeniería eléctrica en la Universidad de Río de Janeiro y conoció desde joven a Lino Oviedo, cuando estudiaba en la escuela militar que después abandonó. Su padre se enriqueció ampliamente como empresario del strossnismo, y él mismo posee una fortuna que no quiere declarar públicamente. Su mansión, valuada en más de tres millones de dólares (seis millones para otros), tiene glorietas con estatuas, una enorme piscina, gimnasio, cava, salón de reuniones, entre otras comodidades.
En 1993, Cubas fue tesorero de la campaña de Wasmosy, con el que tiene algunos negocios en sociedad, pero abandonó a éste para acompañar a Oviedo cuando se rompió el idilio entre el militar y Wasmosy. Para él --dijo a este periódico--, ``en Paraguay la democracia comienza, pasa y termina por el Partido Colorado''.
En tanto, Wasmosy, junto con el presidente del TSJE, Carlos Mojoli, son los ``grandes patos de esta boda'', por así decirlo. Pero tampoco Domingo Laíno ha quedado bien parado luego de proclamarse ganador anoche.
Hay diagnósticos oscilantes sobre lo que vendrá, porque como cuando Wasmosy ascendió al poder, nadie sabe cómo hará el coloradismo para reducir el abultado gasto de millones de dólares en los cargos públicos, única fuente de trabajo de miles de paraguayos y reaseguro político del partido gobernante. ``Aquí nadie que no estaba afiliado al partido podía aspirar a un cargo público. Y aunque queremos cambios, nadie se atreve a ir al cuarto oscuto y votar en contra. No se atreve por miedo y por costumbre. Es como dejar la casa del padre'', dice Luis L. un militante colorado que, como otros entre los 18 y 34 años, cree que es ``la última oportunidad del partido, porque ya los hijos quieren cambiar definitivamente''.
Aún así, hoy en Paraguay se habla en voz menos baja, aunque en estas últimas 24 horas, en las que se conoció el triunfo colorado, como un caracol ante el peligro todos volvieron a esconderse y a murmurar lo que ayer decían en voz alta.
Todos estos factores pasaron desaparecibidos para el presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria, para quien las elecciones fueron limpias. Para los más de 300 observadores internacionales, cuya acción se limita a visitar mesas o recibir denuncias, la realidad de Paraguay es un tema lejano. Ninguno de ellos anduvo por los callejones de una miseria que alcanza a más del 63 por ciento de la población.
``Yo sé que eso existe --dice Luis María Argaña, ex funcionario de Strossener, con su vieja garra de político colorado-- y sé que ya no queda tiempo para hablar, sino para hacer. Y creo que somos los colorados los únicos que lo podemos hacer''. ¿Cómo se hará, especialmente cuando su propio partido promueve ajustes donde todo está tan ajustado que es sólo comparable a una camisa de fuerza en el terreno de una pobreza conmovedora?. ``Igual que en Argentina'' contestan los colorados.
Si el presidente argentino Carlos Menem, quien se reconoció amigo de Oviedo, del coloradismo y de Stroessner, envía sus asesores en materia de ajustes, ``nadie duda aquí de que la pobreza alcanzará pronto a un 80 por ciento'', dicen muchos políticos de este país. Se habla ya de recorte de gastos públicos en unos 250 millones de dólares, mientras se conoce que la puja electoral costó al gobierno una cifra tan alta que disparó el déficit a cifras astronómicas.
``De todo lo que el país se endeudó para deuda pública, la mayoría se fue en los gastos para que el coloradismo siguiera vigente'', denuncian los opositores. Cubas, de su lado, dice que se hará lo posible, ``no lo imposible'', pero será un duro camino si hay que sacar a Paraguay adelante. También lo dijo Wasmosy en 1993 y no le fue muy bien.