Alberto Aziz Nassif
Contra los extranjeros

La ultima fase del conflicto de Chiapas ha sido una batalla frontal en contra de los grupos de observadores extranjeros que llegan a la zona de conflicto. Desde hace varias semanas se ha intensificado una persecución de los testigos que resultan incómodos para el gobierno mexicano. En estos días un grupo de 135 observadores italianos fue el motivo de una disputa que establecerá nuevas reglas --restrictivas-- para los visitantes extranjeros que quieran ir a los territorios zapatistas. ¿Cuál es la forma y el fondo de este problema?

El momento es desafortunado; en plena época de la globalización, cuando el gobierno mexicano impulsa una radical apertura de fronteras hacia el mercado mundial y modifica los candados de protección a la economía nacional, es cuando surge la xenofobia al más puro estilo de los gobiernos del nacionalismo revolucionario. Las autoridades mexicanas se han enredado con sus propios hilos: primero conceden permiso para visitar las zonas zapatistas, y luego, cuando el grupo de italianos se interna hacia esa región, en la cual desmantelaron municipios ``autónomos'', entonces se les trata de impedir el paso y finalmente logran pasar a pie. Este incidente se prolonga y abre un debate de opinión que se alimenta de varias fuentes, desde una nutrida campaña de adjetivos en contra de este grupo italiano de observadores, hasta pronunciamientos enfáticos del presidente Zedillo en contra de un supuesto ``turismo revolucionario''.

En la parte formal, el gobierno mexicano ha desplegado una intensa campaña de restricciones a estas visitas de observación. En este contexto se entiende la actual política del Instituto Nacional de Migración, el cual ha señalado a este grupo de italianos que debe abandonar el país al término de su visa de diez días (del 1¼ al 10 de mayo). Por su parte, el grupo de observadores italianos señala que en México se violan los derechos humanos y que así lo notificará al Parlamento Europeo (La Jornada, 10/5/98). El conflicto de Chiapas ha tenido repercusiones internacionales que no se pueden desconocer, no en cuanto a la intervención de organismos o de instancias de intermediación, pero sí por la red de grupos que en muchos países apoyan la lucha zapatista. Esta dimensión se ha construido gracias a la hábil estrategia de comunicación del EZLN, la cual se ha tejido en las nuevas tecnologías de comunicación, como el Internet. Este proceso ha generado una amplia gama de solidaridad internacional que se ha traducido en visitas constantes de grupos de observadores extranjeros, que hoy resultan incómodos para el gobierno mexicano. En la relación del gobierno mexicano con los grupos de derechos humanos ha habido varios tropezones, desde el encuentro que tuvo el presidente Zedillo en París con varias organizaciones no gubernamentales, hasta la expulsión y litigio que se ha mantenido en Chiapas contra cientos de extranjeros.

Una de las condiciones para jugar en los mercados globalizados, pasa por ciertos requisitos que México debe cumplir como cualquier país democrático, es decir, el respeto a los derechos humanos. En este tema hay un proyecto particularmente delicado para el gobierno: se trata del posible acuerdo comercial con la Unión Europea, el cual tiene como un requisito indispensable, por parte de los europeos, el respeto a los derechos humanos, espacio que ha resultado particularmente violentado por este gobierno, según diversos informes de organismos no gubernamentales. Frente a esta dimensión, el gobierno está obligado a dar respuestas satisfactorias, entre las cuales se incluye el manejo político de los grupos de observadores extranjeros en Chiapas. Hasta el momento, la estrategia de endurecimiento gubernamental ha dominado la escena, y una parte central de ésta ha sido la campaña de xenofobia. No se puede navegar en las aguas de la globalización con actitudes de este tipo.

El trato con estos grupos va más allá de los trámites legales que los observadores extranjeros tienen que respetar en México. El problema de fondo es la estrategia gubernamental con la que se enfrenta este conflicto: la lógica militar rígida y persecutoria con la que se ha tratado a los zapatistas, es la misma que se aplica a los observadores extranjeros. Mientras no cambie la estrategia, el conflicto de Chiapas seguirá creciendo y el enfrentamiento con los observadores extranjeros llegará, tal vez, a incidentes diplomáticos mayores.