Latte, sur de Italia, 15 de mayo Ť Desde este pueblito de mar, situado en la parte inferior del tacón de la bota italiana, en la región llamada Puglia y a escasos kilómetros de la ciudad de Lecce, Serapio Bedoya Arteaga, cuarentón sin rumbo a quien nadie osaría llamar en estos parajes ``el tonto del pueblo'' como se le conoce en Tecamacharco, está encaramado sobre una roca mirando, según él, hacia Grecia, con un catalejo de utilería.
-Itaca debe estar como por allá -me dice, apuntando con una mano erróneamente hacia Albania-. Y Feacia, la isla de Nausícaa -agrega-, un poco más a la izquierda.
-Feacia no existe -lo refuto-. Es una invención de Homero...
Y nos echamos a reír, porque se trata de un antiguo chiste privado y porque no sabemos qué estamos haciendo aquí, tan de pronto y de tan de lejos. Quizá por ello, en aras de la credibilidad de este espacio, debe asentarse que Serapio se incorporó por su propia cuenta al grupo de periodistas encargado de cubrir la visita de la delegación italiana a México, y grillo como es, a pesar de sus taras visibles, consiguió que Alice Fumetti, directora de la casa de la cultura de Latte, lo invitara con todo y boleto de avión a visitar estas soledades para hablar sobre Chiapas.
Mi presencia en este episodio -todo hay que explicarlo- obedece a que ninguna aerolínea vende un viaje redondo de menos de siete días. Así que, después de Estrasburgo, acepté la propuesta de bajar por la orilla del Adriático hasta acá, y ahora me distraigo observando el rojo color de la tierra, las barquichuelas del horizonte, en fin, esta hermosa porción de la Italia ladrada por los perros.
Maravillas de Internet. Ahora estamos en un café que tiene tres mesas de plástico sobre la banqueta, y bebemos cerveza helada asediados por el calor. Una visita previa a la computadora de la señora Fumetti nos ha permitido saber de los últimos sucesos de México. Por ejemplo, de la guerra que estalló esta semana entre el grupo de Francisco Labastida Ochoa y el de Manuel Bartlett por el control del estado de Morelos, Jorge Carrillo Olea, pieza clave de Bartlett, no se quiere ir, aunque ya presentó su ``renuncia''. Labastida, en cambio, no consigue removerlo.
Son comentarios ociosos, pienso, cuando esto se publique la cosa estará resuelta, y además hay 12 mil, 14 mil kilómetros de rutas aéreas, de la Puglia a Cuernavaca.
-En México, los políticos de todos los gobiernos, grandes o chicos -dice el tonto-, llevan meses repitiendo que los incendios son provocados.
-¿Y no?
-Cuando tienes medio país en llamas después de mes y medio de alarma, tú no puedes seguir diciendo: señoras y señores, el fuego no es natural. Hay incendios terribles en siete estados de la República, pero no se preocupen.
-Y para que no se metan en lo que no les importa -le digo-, a continuación, y por cortesía de los diez monopolios más ricos del país, llevaremos hasta sus hogares un capítulo más de su miniserie favorita: ¡Las aventuras de los italianos!
-¿Cortesía? -dice el tonto-. ¿Sabes qué significa ``cortesía'' para la televisión que tenemos en México? El derecho de cortar las películas cada cinco minutos, durante cuatro horas de proyección continua. Pero está muy bien esa idea -murmura, hablando para sí-. Las aventuras de los italianos...
-Por mamón que suene -observa el tonto sin interés en dictarme, clavada la vista en el aire de esta simple calle italiana, aire tibio, sedoso, dorado por una extraña nube de polen de margaritas que viene del campo, y repite volteando a verme-: por mamón que suene, vamos a publicarlo así:
-Perfecto -le digo-. Pluma en ristre, copio.
-No se puede -replica impacientándose-, no se puede copiar con la pluma en ristre.
-De todos modos, viene. Estoy grabando...
Transcribo:
Un saludo para el vocero de la Secretaría de Desarrollo Social, Albino Moctezuma, que acaba de perder un volado con este espacio periodístico. El 11 de abril, casualmente el mismo día que Albores Guillén tomó Taniperla, el tonto del pueblo anunció en exclusiva para la opinión pública de México y del mundo la siguiente noticia:
``Después de Semana Santa, habrá cambios en el gabinete. El secretario de Desarrollo Social (Sedeso), Carlos Rojas Gutiérrez, y el secretario del Trabajo (STPS), Javier Bonilla, serán sustituidos por...''.
Hasta ahí, la sensacional exclusiva del tonto del pueblo resultó ser exacta y precisa, con una cierta falta de timming claro está, porque el acontecimiento se produjo 33 días más tarde.
El lunes 13 de abril, en una carta dirigida a El Correo Ilustrado, Albino Moctezuma desmintió la veracidad de la información por el tonto del pueblo ofrecida. ``Son rumores en los que no vale la pena detenerse a hacer comentarios'', escribió. El jueves 14 de mayo, sin embargo, Rojas y Bonilla abandonaron sus cargos en el equipo presidencial.
Sirva lo anterior tan sólo para decirle al colega Moctezuma -y no a Esteban, que no es colega, sino a Albino-que fue un placer debatir con él, adversario siempre educado y respetuoso, a quien hace veinticuatro años, todas las mañanas de lunes a sábado, el hambre y la necesidad nos reunían en la cafetería de un hotel de Insurgentes: la necesidad de recoger personalmente nuestra orden de trabajo en la propia redacción del periódico, y el hambre que nos daba al salir en busca de las ocho columnas del día.
Un carro de periódicos, un kiosco ambulante, impulsado por un motor de motocicleta, cruza la única plaza de Latte, mínima aldea. Compro Il Manifesto, pensando en la última vez que lo leí, en septiembre pasado en Roma, el día que Rossana Rossanda hizo público lo que pensaba de Marcos: marxista vulgar, antimperialista típico, estratega delirante que pone a la clase obrera en el último lugar del elenco de sujetos sociales del cambio que espera. La cita no es textual, pero recuerdo claramente el sentido.
En Italia, la izquierda clásica sigue creyendo que la clase obrera es el actor decisivo de la historia. No acepta lo evidente: que a partir de la nueva revolución tecnológica, esta del microship, la clase obrera subsiste como conciencia de clase, pero ya no controla ninguna de las zonas estratégicas de la nueva economía. Ahí, actualmente, los operadores cotidianos son las máquinas. Eso lo dice mejor Vivianne Forrestier, si tal es el nombre de la autora de ``El Horror Económico'', el certero ensayo que proclama la desaparición del proletariado y explica el fenómeno de los movimientos sociales de los excluidos, que para Marcos son la base de cualquier posibilidad de esperanza.
-No he dormido en una semana, excepto la noche del martes y eso porque no había paramilitares ni reporteros de peluche ni observadores italianos en el vuelo directo de México a Francia, sin pasajeros, sin escalas ni siquiera para bajar cuando llegamos a París -dice el tonto de Tecamacharco, examinando la pilastra de una fuente construida en el año 1200 por los turcos, porque en aquel tiempo la Puglia era todavía una colonia turca y Latte uno de sus lugares preferidos.
Al ver mi asombro, o mi confusión, Serapio se disuade a sí mismo, y repite.
-No he dormido, maestro No tengo fuerzas, por lo tanto, para teorizar, hace un calor tabasqueño, el aire está lleno de esta especie de amaranto en polvo que endulza la vida, pero arde en los ojos como esmog.
Volvemos, pues, al silencio.
Abro Il Manifesto, lo cierro, le doy la vuelta. En la contratapa viene un artículos de Pierluigi Sullo, periodista que participó en la caravana ``Un puente en vuelo'', y que fue expulsado ``para siempre'', según decreto oficial.
``Es una mentira decir que nos expulsaron por cruzar el cerco migratorio y llegar a Taniperla sin permiso. Eso lo hicimos el 7 de mayo. El 4 de mayo, tres días antes, el cotidiano mexicano unomásuno dio la señal de partida, con una noticia de ocho columnas en primera plana: ``Conspiración extranjera en Chiapas'', recuerda Sullo. ``Entonces, toda la prensa nacional se nos echó encima. Fuimos víctimas de un linchamiento.''
Ahora estamos en la huerta de Alice Fumetti. A la sombra de una enredadera de parras que madura las uvas atrayendo la luz del sol para mayor comodidad de nosotros, bebemos agua de limón y la anfitriona nos muestra las hileras de arbolitos de oliva que darán aceitunas en esta cosecha y las hileras de aquellos que están descansando, porque no producirán sino hasta 1999.
-Esta tierra -dice- únicamente da aceite y vino, pero ninguno de los dos es muy bueno. La tierra es muy seca, las aceitunas y las uvas reciben poca agua y el vino y el aceite salen muy fuertes. En el Véneto usan el vino de la Puglia para ``cortar'' vino fresco. Por eso somos tan pobres. Qué bueno que están por aquí -cambia, sonriente, de tema.
Alice Fumetti no es real.
El tonto del pueblo, que parece interesado en ella, tampoco es real.
Esta huerta no es real.
Esta historia que empezó en Guanajuato, pasando por el DF, San Cristóbal, Taniperla, Estrasburgo, Latte, y que no va a terminar en mucho tiempo, tampoco es real.
Nada es real. En México, uno va a los campos del sureste y se encuentra más humo que en el viaducto. En el oeste de Francia el calor se ha anticipado un mes, en Padova las calles están cubiertas de una pelusa blanca que invade el aire por todas partes, y aquí, en el sur de Italia, a cada instante se espesa la nube de polem de margaritas.
La sociedad civil, pienso adormeciéndome por la conjunción de tantas sensaciones agradables -el paisaje, el silencio, la voz de la señora Fumetti, excelentísima señora soltera expulsada para siempre de México-, la sociedad civil mexicana, me digo, tendría que sacar a debate el tema de los incendios. Que la televisión, tan ociosamente desperdiciada en causas innobles, organice la discusión en grande escala.
El fenómeno del fuego que brota y se extiende sin que nadie lo frene, corre el peligro de politizarse en breve. En los bosques que llevan semanas ardiendo viven los pueblos indios, y la incapacidad gubernamental para detener las conflagraciones ha alertado ya al gabinete de seguridad de la Casa Blanca, y un senador de Washington ha dicho, incluso, que su gobierno debería intervenir para ``ayudarnos''.
En la cárcel de Cerro Hueco, edificada para 300 personas, hay más de mil 300 reos. Cinco templos -uno católico, otro evangelista, otro pentecostal, otro adventista del séptimo día y otro de los testigos de Jehová-, dieciséis restaurantes, decenas de telares para fabricar hamacas, así como un galerón exclusivo para los presuntos paramilitares de Acteal, otro para los paramilitares de Bachajón, los temibles chinchulines que cegaban a sus víctimas con aceite hirviente, y otro más para los presos políticos zapatistas: los detenidos de Taniperla, los jefes municipales de Amparo Agua Tinta, los de la zona norte de Chiapas, los...
Pero de todo ello, con fortuna, se hablará aquí la semana que entra. No ésta como estaba originalmente previsto. Perdón.