Luis Javier Valero Flores
Sólo un parpadeo democrático

Las elecciones internas del PRI chihuahuense, realizadas para designar a sus candidatos a las presidencias municipales, se convirtieron en un retorno al pasado. Fue demasiada la apertura democrática para el partido del régimen.

Tras la elección de su candidato a gobernador en esta entidad, los priístas de todo el país echaron las campanas al vuelo. La democracia había llegado al partido oficial. Hasta el presidente Zedillo anunció la ``amputación'' del dedo presidencial y, jubilosos, algunos previeron que la elección del candidato a la primera magistratura podría ser al estilo ``Chihuahua'', amén de que este método ya se aplica en otras entidades.

Pero en las primeras horas de la noche del 9 de mayo tales previsiones cayeron estruendosamente. Lo que el régimen le aplicó en innumerables ocasiones a la oposición, lo usaron dispendiosamente en sus elecciones internas en las dos principales ciudades del estado, Juárez y Chihuahua, en las que se concentran dos tercios del electorado: rasuramiento del padrón electoral, pérdida y robo de urnas, uso de recursos oficiales a favor de uno de los candidatos, golpes y enfrentamientos, zapatos en las casillas claves, acarreo, mapaches, cambios de casillas sin aviso previo, quema y apertura de urnas, impugnaciones, ``tomas'' de los locales partidarios en Ciudad Juárez y Chihuahua. El caos y la decepción.

La puntilla: el Día de las Madres, los dirigentes de los tres sectores del PRI registraron a los precandidatos a las diputaciones, uno solo por cada distrito. El método priísta por antonomasia -el dedazo- se impuso. No se permitió la libre participación de nadie, lo que provocó nuevas inconformidades.

La crisis del otrora todopoderoso partido es grave. En Juárez estuvieron a punto de anular la elección y designar a un tercero en discordia; en Chihuahua, los tres precandidatos perdedores han cuestionado, matices más o menos, el proceso, y quien obtuvo el segundo lugar, Pedro Domínguez, legislador local con licencia, ha amenazado con ir al fondo y hasta renunciar. El precandidato perdedor en Juárez, Héctor González Mocken, fue amenazado por el líder estatal priísta con sancionarlo porque ``violentó el proceso interno y generó en clima de anarquía y desorden. El partido tendrá que hacer un serio extrañamiento a los promotores de la violencia''.

La principal anomalía denunciada fue el padrón electoral ``rasurado''. Fue tan efectiva la operación que hasta el candidato a gobernador, Patricio Martínez, quedó fuera de él. Inexplicablemente, en estas elecciones internas se usó un padrón diferente al de las elecciones del 8 de marzo ¿Por qué?

Las denuncias de los perdedores, en Juárez y Chihuahua, se enfilan en contra de quienes aparecen, en el primer caso, como el favorito del candidato a gobernador y en el segundo, por ser sobrino del ex gobernador Fernando Báez, quien fue acusado públicamente por el precandidato capitalino más cercano a Patricio Martínez, de querer implantar un ``maximato''. No es todo en la vieja disputa entre los grupos del priísmo local. Setenta u 80 por ciento de los 228 precandidatos a las alcaldías son priístas que apoyaron públicamente a Artemio Iglesias en su lucha por la candidatura al gobierno del estado.

La correlación de fuerzas cambio en sólo dos meses. Dos semanas atrás, una encuesta de la empresa Mori, publicada por el matutino local El Diario le otorgaba al candidato priísta, una cómoda ventaja de 9 puntos frente a su oponente Ramón Galindo (Patricio 44 por ciento y Galindo 35 por ciento). A nivel de partidos, la ventaja era mayor: el PRI obtenía 38 por ciento, mientras que el PAN alcanzaba 27 por ciento.

Hoy todo parece ser diferente. Según fuentes extraoficiales priístas, las encuestas realizadas por el PRI le otorgan a su abanderado sólo 2 puntos de ventaja, mientras que fuentes del gobierno estatal afirman que la ventaja le corresponde, por la misma diferencia, a Ramón Galindo, pero tales cifras son de días previos a la elección interna priísta.

Caros, muy caros, le costaron al PRI los vicios y defectos de siempre. Parece difícil que remonte la desventaja.

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