Masiosare, domingo 17 de mayo de 1998


Sinaloa y la maquinaria de Labastida


El nuevo dedo del PRI


Arturo Cano


Víctor Manuel Barrantes Maldonado, subsecretario de Readaptación Social del gobierno de Sinaloa, tampoco se creyó lo del dedo cercenado: -Dejémonos de chingaderas. Si no lo firmas (un desplegado de apoyo a la candidatura de Lauro Díaz Castro) te destituimos... y atente a las otras consecuencias.

Culiacán, Sinaloa. Roberto Rodríguez Ontiveros, líder de los pequeños productores del estado, escuchaba del otro lado del escritorio, con la boca abierta y una grabadora en el bolsillo.

La amenaza tuvo lugar en la oficina del funcionario, en un día laboral, el 4 de mayo, y en horas hábiles.

Apenas una muestra de la manera como funcionarios de los gobiernos federal y estatal se han volcado en apoyo de Lauro Díaz Castro -el hombre de Francico Labastida, secretario de Gobernación-, en los comicios internos del PRI para elegir a su candidato a gobernador de Sinaloa.

Un botón de ese nuevo PRI que anunciara Mariano Palacios Alcocer el 20 de abril: ``Figuras como aquellas que fueron tan detestables en una época, como las decisiones cupulares, autoritarias y ausentes de consenso, han sido erradicadas del PRI, vamos pues a transformarnos por la vía de la profundización de nuestra vida democrática''.

El nuevo dedo del PRI apuntó esta semana a Carlos Rojas Gutiérrez, desde el miércoles secretario general del partido. El nuevo dedo hizo los reacomodos en el comité nacional priísta.

¿Por qué tenía que creer Barrantes Maldonado -para más señas presidente del PRI de Culiacán en el sexenio de Francisco Labastida- en la historia del dedo cortado del presidente?

Las instrucciones eran otras. O la moraleja: a falta del dedo mayor, que operen los dedos chiquitos.

Por eso, frente al líder de productores y según una grabación que Masiosare pudo escuchar, Barrantes abrió fuego:

-Tienes que firmar un desplegado de apoyo a Lauro (Díaz Castro).

-No puedo firmarlo como organización y como persona no quiero -respondió Rodríguez Ontiveros, secretario general de la Federación Estatal de Pequeños Propietarios de Sinaloa.

Luego siguieron las amenazas. El tono que domina a lo largo y ancho de Sinaloa para tratar de imponer al candidato de Labastida.

El equipo de Bucareli

El camino al 2000 también pasa por Sinaloa.

Y lo quieren empedrar, según diversas evidencias, con un triunfo de Lauro Díaz Castro sobre sus contendientes Juan Millán y José Luis Leyson.

Poco a poco, a una semana de la elección interna, los equipos de ambos y las columnas políticas locales van armando la historia de la maquinaria oficial.

Al mando de la estrategia aparecen -en los reportes de los equipos de campaña- funcionarios de todos los niveles de la Secretaría de Gobernación (SG) y otras dependencias federales, además de mandos del gobierno local e incluso dirigentes del PRI estatal.

Roberto Zavala, subsecretario de Seguridad Pública de la SG, aparece como el principal operador.

Desde antes que iniciaran las precampañas, Zavala se reunió en distintos puntos de la geografía sinaloense con líderes priístas para convencerlos de que sólo había un precandidato oficial. Así, sostuvo reuniones con Jesús María Cervantes, de Guasave; con Miguel Ceceña Ruelas, ex alcalde de El Fuerte; y con Juan Antonio Guerrero.

Otro asiduo promotor de reuniones proselitistas es Sergio Orozco, director general de Gobierno de la SG.

Los reportes también señalan a funcionarios como Marco Antonio Zazueta, director de Prevención Social; Carlos Ontiveros Salas, secretario técnico de la Comisión Nacional de Seguridad; y Raúl Izabal Montoya, director de área. Todos ellos, bajo la coordinación de Juan Burgos Pinto, se reunieron, por ejemplo, con personal del IFE en el Hotel Villa Cahita Los Mochis.

Otras dependencias federales han hecho lo suyo. Es el caso de la Secretaría de Agricultura (Sagar), de la que Francisco Labastida fue titular hasta principios de enero pasado y donde dejó en su lugar a su cercano colaborador Romárico Arroyo Marroquín.

Héctor Osuna Alarcón, responsable del Procampo en Sinaloa, fue denunciado por el líder campesino Teodoro Osuna, de El Roble, Mazatlán, por realizar reuniones con el pretexto de tratar asuntos relacionados con ese fondo y convertirlas en actos de promoción de Lauro Díaz.

En El Rosario y en San Ignacio (aquí un empleado de apellido Zúñiga), personal de la Sagar cita a reuniones de productores agrícolas con el mismo fin.

Muchas de estas reuniones, por lo demás, se programan el mismo día que los adversarios de Díaz Castro -él mismo ex delegado de la Sagar en la entidad- visitarán determinado lugar.

Fortunato Félix, presidente de los agrónomos del estado y cabeza de un organismo de la Sagar, es delegado de Díaz Castro para el sur del estado y se le ha señalado -en los reportes de los equipos de dos precandidatos- por utilizar vehículos y personal de la dependencia federal en la precampaña.

El precandidato José Luis Leyson ha declarado que existe intromisión de autoridades locales y de dirigentes del PRI, y llegó a acusar directamente al alcalde de Guasave.

La maquinaria para favorecer a un precandidato que no registraba en las encuestas parece ir viento en popa.

Un expediente más alto

El 11 de mayo, en Cosalá, Lauro Díaz acusó al alcalde Jesús Manuel Carrillo y a la dirección local del PRI de sacar a la gente de sus actos y de amenazar con no otorgar becas a los hijos de los asistentes.

La guerra.

Si Millán habla de irregularidades, en el equipo de Lauro Díaz Castro no se quedan atrás. ``Tenemos un expediente más alto que el de Millán'', presumen.

La guerra había comenzado desde que Juan Millán advirtiera al presidente Zedillo, a principios de abril, de los ``riesgos'' de una elección abierta. El se sentía amarrado como ``candidato de unidad''.

El 6 de abril, Lauro Díaz Castro se le adelantó al hacer públicas sus aspiraciones.

Las precampañas estaban a punto de iniciar en medio de la desconfianza de los contendientes.

El 30 de abril, Mariano Palacios Alcocer convocó a los actores de la elección sinaloense a una comida en la ciudad de México. Hablaron Díaz, José Luis Leyson y el gobernador Renato Vega. En su turno, Millán dijo que lamentaba ``echarles a perder la comida'', pero que el proceso estaba ``viciado de origen'', por los apoyos oficiales a un precandidato.

En los días siguientes, los millanistas filtraron información sobre presuntas irregularidades e incluso el bloqueo a posibles donadores a su precampaña.

Hasta que el 5 de mayo Francisco Labastida llevó a Millán a sus oficinas en Bucareli.

El día 6, Millán se convirtió en vocero de Labastida para decir que el secretario de Gobernación ``desautorizaba'' a cualquier persona que estuviera hablando o actuando en su nombre en Sinaloa.

Entrevistado el martes 12, Millán machacó: ``A partir del 30 abril se manejó una línea de que había una inclinación especial del secretario de Gobernación en favor de uno de los aspirantes. Eso nosotros lo aclaramos con el licenciado Labastida, lo declaramos públicamente, y repito, no tengo más elementos que la declaración de él mismo de mantenerse neutral, respetuoso, como un simple observador''.

Un día antes, en la radio local, Lauro Díaz Castro había atajado las preguntas con un simple: ``El licenciado Labastida no se mete en esto''.

La mejor de las intenciones

Juan Millán está convencido de que la justa sinaloense es entre dos modelos de PRI: ``Son dos posiciones muy claras: quien está buscando los votos cautivos, los votos amarrados al priísmo tradicional, y quien está buscando los votos de la sociedad en general''.

Aunque dice que no hará públicos los informes de irregularidades que posee, ``para que no se interprete como una derrota anticipada'', asegura tener evidencias de que se está apostando a la compra de votos y que funcionarios han usado recursos públicos para intervenir en el proceso.

-¿Hay futuro para el PRI si esta elección interna resulta mal?

-Si se deja pasar esta oportunidad, el futuro del PRI se ve de muy corto plazo. Estoy convencido de que si este proceso, en el que el presidente de la República tiene la mejor de las intenciones, no culmina satisfactoriamente -y no digo que el resultado me tenga que favorecer, sino que sea una elección sin manipulaciones-, la poca credibilidad que le queda al PRI se reduciría a cero. El salto atrás sería gigantesco.

-¿Ganaría el PRI si hay ``manipulaciones''?

-Definitivamente no. La factura que le pasaría la sociedad sería tan alta que el PRI no alcanzaría a cubrirla. De fracasar en este proceso interno, el PRI lleva el riesgo no sólo de perder, sino la posibilidad de convertirse en tercera fuerza política de Sinaloa.

Tres minutos, 30 puntos

Con sus 2.12 metros de estatura, Horacio Llamas toma el brazo de Juan S. Millán y parece que lo va a alzar en vilo. El ``único mexicano que ha llegado a la cima del basquetbol mundial'' vino a Culiacán a apoyar la precampaña de su paisano rosarense.

En reunión con deportistas ``destacados'', a Millán, basquetbolista él mismo y ex locutor de radio, le da por usar una metáfora apropiada: ``Faltan tres minutos para que termine el juego y voy 30 puntos arriba. ¡Por eso voy a ser gobernador!'', grita y voltea a ver, allá en los cielos, a su paisano que juega con los Soles de Phoenix.

Como pintan las cosas para Millán, tal parece que esos 30 puntos garantizan poco. Los árbitros parecen estar del otro lado, no le sueltan el balón y capaz que hasta le quitan el tablero.

Más vale tarde

¿Sabrán en La Cruz de Elota, Sinaloa, que las oposiciones le quieren quitar sus colores al PRI? A saber. Pero aquí el tricolor tendría seguros defensores.

Digamos doña Mari, que hace mucho peina canas y hoy llega para recibir al precandidato y se cuela a codazos hasta el frente del templete y abre una bolsa para repartir unos botes que ha preparado con esmero: los limpió, los rellenó con piedritas y luego los forró con papel crepé verde, blanco y rojo.

Cuando llega el precandidato Lauro Díaz Castro, doña Mari y su círculo agitan los botecitos sobre sus cabezas para acompañar a la tambora que no cesa de tocar. El nuevo PRI agita banderines, como ayer. Y como ayer los discursos exaltan las virtudes del aspirante: el mejor, el que más conoce los problemas del campo sinaloense, el más preparado.

Aun cuando la escenografía lo contradiga, Lauro Díaz Castro abre: ``Teníamos un PRI viejo''. Claro, dice, ese PRI está muerto por obra y gracia del nuevo método de selección de candidatos. ``Más vale tarde que nunca'', se regocija.

Es tarde, sí. Pero los intentos anteriores para democratizar la selección de candidatos siempre se toparon con pared en Sinaloa. En 1965, el intento promovido por Carlos A. Madrazo se topó con la férrea oposición del gobernador Leopoldo Sánchez Celis. Al final, el PRI no tuvo candidatos y el gobernador inventó un Partido Verde para imponer a sus favoritos en los comicios municipales.

A mediados de los setenta, un nuevo intento terminó en profundas divisiones y agitadas protestas.

Pero en aquellos años el PRI ganaba de todas, todas.

No como ahora que, como dice el líder elotense Ignacio Fajardo, ``vamos en picada''.

Mientras se espera al precandidato, es posible ver que Fajardo resume bien el cambio en el PRI. Ha sido todo: líder de agricultores, alcalde, diputado local, diputado federal. Pero con esa amplia carrera partidista se siente obligado a dar explicaciones: ``La gente llega en puras camionetas de los ranchos, no trajimos camiones porque aquí nada de acarreo''.

Cuando el precandidato llega, Fajardo se coloca en primera fila y escucha: ``Dicen que la gente ya rechazó el proceso, eso es mentira. El PRI no se va a dividir, al contrario, se va a fortalecer''.

Vivas y porras.

A un costado del templete cuelga una manta con el símbolo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. La ``pluralidad'' del sindicato de maestros puede esperar porque, en Elota, la profesora Dolores Amador Gaxiola no deja dudas: la sección 53 del SNTE está, toditita, con el precandidato del PRI Lauro Díaz Castro.

Las sonajas tricolores suenan y suenan. La tambora despide al ``próximo gobernador de Sinaloa'': ``Diana, diana, con chin chin''. Es el PRI. Sin dedo y con matracas.

En el siguiente acto de la precampaña, una comida en la Casa Ejidal, el número de asistentes dobla a los presentes en el mitin.

El funeral del dedo

Funeral del dedo en un cine de Guamúchil. En un extremo una manta donde ``El Barzón del Evora saluda al senador Millán''. Un público mayoritariamente femenino juega con globos rojos y festeja la llegada del precandidato. Al frente, mariachis con trajes azul rey acompañan a Juan Astorga, quien se arranca con un corrido de su inspiración: ``Esta vez mi gallo juega/ y el palenque va a temblar/ la moneda está en el aire/ y es por Juan S. Millán''.

El nuevo PRI se contiene. El mariachi sólo toca una pieza más: El sinaloense, por supuesto.

Juan Millán -cetemista creador de la etérea ``nueva cultura laboral'' junto con el empresario Carlos Abascal- repite una de sus frases favoritas de precampaña: el que sigue ``será el gobernador más fuerte de Sinaloa porque no le va a deber ese puesto a ningún dedo''.

No hay camisetas ni tortas ni matracas. Apenas unas bolsitas con hielo de sabores.

¿Qué hace entonces que el PRI siga siendo el PRI?

Ay, mamá

El Día de las Madres se atraviesa a las precampañas.

Juan Millán llama a los sinaloenses a ``borrar esa página negra que tenemos del narcotráfico'', no sin antes pedir disculpas por distraer a las mamás de sus festejos y publicar un desplegado de felicitación en los diarios locales.

Lauro Díaz Castro, cuyo lema de campaña es ``Seguridad Ya, para todos'' hace lo propio y aparece en los diarios abrazando a su madre. En su mensaje, Díaz Castro promete ``luchar por el Sinaloa que todos merecemos. Un Sinaloa donde las Madres Sinaloenses no vivan cada noche con la incertidumbre por tener de regreso a sus hijos en casa''.

En otra página del mismo diario, 15 madres de familia firman un desplegado con otro tono, dirigido al presidente y al gobernador:

``Nosotras, quienes tenemos un hijo desaparecido o lo hemos perdido en manos criminales, ¿cómo podremos sumarnos a la alegría de todas las madres?

``El dolor que oprime nuestro pecho sólo encontrará alivio con el regreso del hijo desaparecido o consuelo si los agravios con que nos ofendieron no quedan impunes como la mayoría de los delitos en Sinaloa''.

Tres de las madres firmantes perdieron a sus tres primogénitos, primos hermanos entre sí, la misma madrugada de mediados de 1996. La familia Rico ha perdido a 11 entre miembros y allegados.

En este año, según datos de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa, van ocho desaparecidos. Un recuento que arranca en junio de 1994 incluye 60 casos: 26 siguen sin resolverse. La mayor parte de los resueltos no lo han sido felizmente: las familias hallaron cadáveres.

Oscar Loza, presidente de la comisión, ha hablado directamente con el secretario Francisco Labastida, quien le pidió tiempo para enterarse de los casos vía la PGR y prometió reportarse en tres días. Nada.

El mismo 10 de mayo, mientras las madres sinaloenses eran felicitadas por los precandidatos, Artemisa Gastélum, de 28 años, fue asesinada en pleno centro de Culiacán. Dos gatilleros dispararon 60 tiros contra su vehículo. Su marido y su hijo de tres años resultaron heridos.

Cierto. Como dice el precandidato Díaz Castro, muchas madres sinaloenses viven con incertidumbre.

Tres datos ilustran.

Homicidios violentos en 1995: 395.

En 1996: 534.

En 1997: 557.

* * *

Muy pronto, el secretario Labastida presentará su flamante programa de Seguridad Pública.

El Frente contra la Impunidad, que agrupa a familiares de víctimas y desaparecidos, espera que entonces el secretario de Gobernación ``no sólo mire hacia Chiapas, sino también hacia acá, hacia su estado''.

Si no sucede así, quizá el próximo 10 de mayo la señora Patricia Cárdenas de Rico, madre de uno de los 60 desaparecidos, vuelva a publicar la carta dirigida al presidente Zedillo donde le cuenta cómo mataron a su hijo: ``Durante 30 horas le dieron 137 latigazos, 32 quemaduras con hierro candente, 37 culatazos, lo patearon, lo ahorcaron con un alambre y ya muerto, lo balacearon''.

* * *

En una de las principales avenidas de Culiacán es posible leer dos leyendas al parecer inconexas. La primera está muy bien pintada y lleva ahí largos meses. Es un deseo: ``Imagínate un Culiacán sin violencia''. La segunda es reciente y fue hecha de prisa con pintura de spray: ``FLO, respeta las elecciones del PRI''.

Bloqueos

Francisco Labastida Ochoa es orgullo de la política sinaloense. Cuando un diario estadunidense señaló vínculos de la administración labastidista con el narcotráfico, entre los numerosos apoyos del secretario de Gobernación se contaron los de las fuerzas vivas del estado, que hicieron publicar desplegados en la aquí llamada prensa nacional. Antes, claro, habían llovido las felicitaciones por su nombramiento.

Pero además de apoyos, en su terruño el secretario Labastida también parece tener cuentas pendientes.

La elección interna del PRI sucede en medio de un agitado escenario relacionado con la dependencia que Labastida encabezó hasta el pasado 2 de enero, la Sagar.

En estos días, centenares de productores agrícolas del estado han bloqueado intermintentemente las casetas de peaje de la entidad, particularmente en el centro y sur, en demanda de mejores precios al maíz y el trigo. Convencidos de que no se les escucha, han desestimado la posibilidad de reunirse con el sucesor de Labastida en la Sagar, Romárico Arroyo, porque, dicen, prefieren tratar directamente con la Secretaría de Hacienda.

El cuadro preelectoral sinaloense hecho, pues, de violencia y de protestas de agricultores que amenazan con radicalizar sus acciones.

No son los únicos.

No pague consecuencias

José El Chepe Montalvo es un pequeño empresario de Costa Rica, sindicatura de Culiacán, dueño de un tienda llamada Super Express.

Hasta ahí llegaron, el pasado viernes 8, algunos inspectores de la Secretaría de Hacienda con la intención de embargar su mercancía por un adeudo de impuestos. Cinco horas duro el jaloneo. El comerciante pedía tiempo para vender las mercancías que acababa de comprar y prometía un abono en tres días. Los inspectores de Hacienda fueron inflexibles.

José Montalvo se encerró con su esposa Paula Jacobo dentro de su tienda y le prendió fuego. Ambos resultaron con quemaduras.

Unos días más tarde, la Canaco de Costa Rica y otras organizaciones hicieron una manifestación frente a la delegación de Hacienda.

Pregunta final

Los resultados de su elección interna aparte, el PRI no la tiene fácil en Sinaloa. En los lugares donde se concentra la mayor parte de sus votantes del próximo domingo gobierna el PAN (Los Mochis, Mazatlán y Culiacán) y el PRD también ha tenido un crecimiento importante.

Sinaloa 98. Agitadas aguas preelectorales. Bloqueos campesinos. Desapariciones no resueltas. Asesinatos impunes. Protestas de deudores.

Y una pregunta: ¿cuántos secretarios de Gobernación han perdido la definición de una candidatura en su estado natal?


Historias del nuevo PRI

I. Cuando no hay motivación

Sindicatura de Aguaruto, Culiacán. El matrimonio que forman Sergio Velarde Zepeda y Socorro Sarabia Díaz está cansado del ``compromiso moral''. La pareja tiene veinte años de liderazgo en la colonia, desde los tiempos en que no había ningún servicio.

En 1994, el PRI les encargó coordinar la campaña en Aguaruto. De 15 seccionales ganaron 15. Por eso se los disputan los equipos de los candidatos.

Sergio y Socorro se creyeron convencidos por Lauro. Después de una visita de las brigadas de Millán cambiaron de parecer. Pero los de Lauro no cejaron. Y la pareja volvió a cambiar bandera.

En la puerta de la preparatoria donde toma clases, Socorro, una señora bajita y de sonrisa amable, explica:

-Millán es el bueno, pero con él no hay motivación.

-¿Cuál motivación?

-Pues Millán sí tiene (dinero), pero no quiere invertir. Y nosotros ya hicimos mucho trabajo voluntario.

Sergio y Socorro cambiaron de bando porque las brigadas de Lauro les ofrecieron dinero. Socorro se encargará de cinco seccionales y los otros diez serán responsabilidad de las lideresas Sofía y Leticia.

A las afueras de la prepa, donde los escuchan alumnos que luego cuentan la historia, charlan con un grupo de promotores de Millán que ya no intentan convencerlos, pero sí los picotean:

-Pues a fulana le dieron 13 mil pesos -provoca uno de los promotores.

-Ah, bueno, pero porque ella tiene que repartir para abajo -dice Socorro.

-En tal lado les están dando 500 a la semana.

-Pues entonces me deben -saca sus cuentas Socorro, mientras por la calle de tierra pasa un carro lujoso con placas de California.

El próximo domingo 24 es muy posible que Lauro Díaz Castro se despache en grande con el voto de los colonos de Aguaruto.


Historias del nuevo PRI

II. Como de la oposición

A Culiacán no ha llegado el estribillo, pero en el norte del estado los millanistas andan en plan de opositores y, cual militantes del PRD o el PAN, lanzan su tonadita: ``Agarra lo que te dan, pero vota por Millán''.

III. Firmas

A la oficina de campaña de Juan Millán llega un líder de colonias con un montón de hojas. Sus dedos recorren y escogen una porción. Va a sacarlas y se arrepiente. ``Ah, no, estas son las de Lauro, aquí están las de ustedes''. Luego pregunta: ``Oigan, ¿y Leyson a cómo las está pagando?''


Viejos conocidos

En 1989, Juan Millán era presidente del PRI sinaloense. Tras los comicios municipales, renunció a ese cargo en protesta por la primera concertacesión del salinismo, mediante la cual se habría cedido la alcaldía de Mazatlán al Partido Acción Nacional, a cambio de Culiacán, donde el candidato priísta era precisamente Lauro Díaz Castro.

Los actores repiten en Sinaloa 1998. Millán y Díaz Castro aspiran a la nominación priísta. Francisco Labastida, entonces gobernador, es secretario de Gobernación.

El panista Humberto Rice, que se quedó con Mazatlán, aspira a la nominación de su partido. Igual que Rafael Morgan, que no pudo llegar a la alcaldía de la capital del estado, pese a las protestas que culminaron con el palacio municipal incendiado y un ciudadano muerto.

Otros actores repiten.

Juan Burgos Pinto, que ahora participa en tareas de apoyo a Lauro, era secretario de Gobierno de Labastida.

El actual subsecretario de Gobernación, Roberto Zavala, señalado como operador de la campaña de Lauro, era líder del Congreso local.

Fernando Díaz de la Vega, coordinador de la campaña de Lauro, era secretario general del PRI. A diferencia de Millán, él se quedó.

Muchas coincidencias.

-¿1989? -se sugiere a Juan Millán.

-El licenciado Labastida ha puesto distancia, no solamente en su ánimo, sino en sus actitudes, con respecto a lo sucedido entonces.

Un hecho que no se puede ocultar es que en 1989 Labastida hizo todo para que Lauro Díaz asumiera la alcaldía de Culiacán:

-Tal vez eso ha dado lugar a que se hable de que hay una intención del licenciado Labastida de favorecer a alguno de los precandidatos -acepta Millán. Pero vamos a ver qué sucede dentro de la jornada para poder señalar con toda precisión si se cometieron irregularidades y tratar de encontrar su origen.