Elba Esther Gordillo
¿Pasó la emergencia ambiental?

Una de las viejas reglas políticas, como hay muchas ya en desuso, pedía no contradecir a los electores; el costo se pagaba en las urnas perdiendo el poder.

Hoy son tan grandes los problemas que cada vez es más frecuente que quienes toman decisiones tengan que optar por el mal menor; lo que siempre han hecho, pero considerando al factor tiempo que jugará a su favor dándoles, alguna vez, la razón por la decisión tomada.

La cada vez más preocupante contaminación atmosférica, no sólo en las grandes ciudades, sino en comunidades rurales, nos hace ver que las políticas hasta ahora impulsadas han sido inadecuadas o, por lo menos, insuficientes.

De los crecientes índices de contaminación se culpa al gobierno. ¿Será eso cierto? ¿Será el gobierno el que contamina?

Frente a esas acusaciones, muy pronto se tendrá que optar acerca de cuál es el mal menor: asumir calladamente el enorme costo de la contaminación, o tomar las decisiones que busquen revertirla; decisiones que sin duda molestarán a la sociedad, ya que es ella la que en verdad genera la contaminación que nos amenaza.

Y esa decisión volverá a ser impopular. ¿A quién le gustaría que subieran el precio de los energéticos que más contaminan? No a los productores de bienes y servicios que los emplean, quienes se sentirían dañados en su producción la cual se encarecería; no a quienes siguen haciendo del roza, tumba y quema parte de su cultura productiva, no faltarían antropólogos defensores; no a quienes emplean autos viejos y deteriorados, los que se llamarían clasistamente tratados.

El catálogo es inmenso, como también lo es el problema. Sin embargo no se pueden diferir más las decisiones, ya que no sólo los índices de contaminación están alcanzando niveles altos cada vez con mayor frecuencia, sino las condiciones en que ello se da. Si bien no es la primera vez que el Imeca llega a 250, sí lo es que suceda en medio de una bruma inusual; no es la primera vez que hay una plaga de incendios forestales, pero sí lo son las nubes que producen y miden lo equivalente a varios estados y así se desplazan a otros países.

Quizá, aunque parezca absurdo pensarlo, hay ciertos problemas que debemos despolitizar, justamente para que encuentren una solución efectiva y oportuna. Que sean los científicos los que tomen las decisiones y no los políticos, ya que unos piensan en el largo plazo y otros generalmente lo hacen cuidando los encabezados del día siguiente. Igualmente, decirle a la gente, a toda la gente, lo que está haciendo para contaminar. Mientras no nos hagamos responsables de nuestros actos, el diferimiento de la culpa será muy placentero, pero inútil.

La educación y la generación de nuevos hábitos se hace indispensable. Así como hemos logrado que los ratings decidan qué producto es mejor que otro, y empleemos a los medios de comunicación eficazmente para modificarlos, es hora de que las preocupaciones de la sociedad sean otras; las que verdaderamente impactan su calidad de vida y la viabilidad de la especie humana hacia el futuro.

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