Iván Restrepo
Estragos de la sequía

Ya no tengo duda alguna: los más importantes funcionarios gubernamentales viven en otro planeta, muy distinto al que habitamos 90 millones de mexicanos. Sólo así me explico las declaraciones que hacen en momentos críticos para el país. Los ejemplos que ilustran lo anterior son tan abundantes como patéticos. En aras de la brevedad, ofrezco algunos recientes.

Todavía el mes pasado, los responsables de la buena marcha del sector agropecuario aseguraban que la sequía y demás condiciones climáticas adversas que hoy soportamos no afectarían las siembras del actual ciclo agrícola; que el abasto de alimentos estaba asegurado y no sería necesario recurrir a importaciones extras para cubrir faltantes. Sin embargo, escasea uno de los factores claves para la producción: el agua. Las lluvias llegarán tarde lo que echará a perder las siembras en buena parte del país, la humedad falta en la mayor parte del territorio, las presas se encuentran en un nivel crítico y su capacidad disminuye día con día lo que afectará aún más los cultivos comerciales, de exportación, que generan divisas. Todo indica que es muy alta la pérdida de ciertas cosechas, como la de café, base de sustento de miles de familias en Chiapas, Oaxaca, Puebla y Veracruz. Los productores del grano no podrán saldar los préstamos contratados con los bancos y otras instituciones de crédito.

Y mientras las siembras de productos básicos y hasta de exportación serán menos, la ganadería y la avicultura tienen problemas: en las entidades donde son una actividad importante, el hato bovino padece sed y falta de forrajes mientras las aves mueren de calor. Los productores hablan de la muerte de miles de cabezas, pero las autoridades lo niegan. Entidades donde las lluvias eran abundantes, como en el sureste, ahora soportan una sequía extrema que afecta al campo. Algunos funcionarios dicen que las pérdidas están dentro de los límites normales, que aunque la situación es extrema todavía no es hora de declarar una emergencia en el agro. Otros, como el gobernador de Nuevo León, minimiza los reclamos de sus paisanos y asegura que la situación ``no tiene la menor importancia'' y se regularizará con las lluvias. Pero como éstas pueden hacen quedar mal al empresario-político, se gastarán 3 millones de pesos en un programa intensivo de bombardeo de nubes con sustancias químicas para provocar lluvia.

En cuanto a los incendios, la maestra Carabias no se equivocó: lo peor estaba por venir, tal y como lo dijo en marzo. Sin embargo, las medidas de emergencia que se anunciaron tardíamente no dan los frutos deseados. Por el contrario, el desastre que ahora sufrimos y lamentamos adquiere otras dimensiones. En efecto, mientras las personas fallecidas en el combate del fuego en Puebla no merecieron ni una esquela, miles sufren por el humo en varios estados. Pero además, la asignación de recursos para la compra de equipo y capacitación se ha convertido en campo de fricción entre algunas organizaciones y la secretaría que preside la maestra Carabias. Por ejemplo, la CNC, brazo campesino del PRI, se negó a firmar el convenio respectivo porque pedía le dieran 45 millones de pesos para la compra de motosierras.

Lo que ocurre en todo el país con la sequía, la falta de humedad y los incendios afecta no solamente a la agricultura y la ganadería, a la avicultura y la apicultura, sino también a una riqueza incomparable e insustituible: la biodiversidad. Además, las afecciones respiratorias están a la orden del día en las regiones donde la bruma hace acto de presencia, y en donde las altas temperaturas y la falta de agua se combinan negativamente. Se reportan varias muertes de personas por las altas temperaturas y por males gastrointestinales.

Mientras la inmensa mayoría de la población sufre los efectos de una crisis que no tiene visos de concluir pronto, los responsables de la política hacendaria sostienen que el crecimiento del país está garantizado; que los recortes presupuestales adoptados para responder a la baja del precio del petróleo y la crisis asiática no afectarán las inversiones en áreas claves.