Al Lic. Armando Labra
Hace 15 años sabíamos en dónde estábamos, éramos pobres, pero teníamos futuro; con el ascenso de los neoliberales al poder no sabemos a dónde ha llegado el país, ni dónde estamos hoy ni tenemos certeza del futuro, ni del daño que esta política le ha causado a México.
A casi la mitad del sexenio, el balance no podría ser más patético, poco se avanzó en política interior, nada en política exterior, ni en la economía, tampoco de justicia social y seguridad. El resumen de los logros de este gobierno es sencillo: ninguno. Por eso no tiene apoyos excepto los de siempre: la burocracia, los políticos del PRI y las cúpulas empresariales, frente a esto tiene la desconfianza de una parte creciente del pueblo.
La tragedia del gobierno actual es que le faltaron sus apoyos, los empresarios, los banqueros, el partido oficial, el modelo económico que usa, sus técnicos económicos le resultaron de una ineptitud aplastante y ni siquiera alcanzó su aparente objetivo primordial de política exterior: agradar a Estados Unidos por sobre todas las cosas.
El gobierno ha faltado con frecuencia a sus promesas y su palabra. Cubre su fracaso echándole la culpa a los demás, especialmente a los extranjeros, pero ello no le permite rescatar ni el respeto ni la confianza de la ciudadanía. Se necesita más transparencia en todos los actos del gobierno, mayor autocrítica y, así, tal vez, pueda ganar la credibilidad perdida.
Este gobierno, como todos los neoliberales, depositó toda su confianza en los empresarios y, sobre todo, en los banqueros. Frecuentemente tiene uno la impresión que sólo para ellos gobierna, actúa pendiente siempre del aplauso de los bufones de las cúpulas empresariales. Estos siempre han aplaudido al gobierno en turno al que atacarán después. Su única lealtad es el poder del dinero, lo demás, incluyendo el futuro del país, no les importa.
En cuanto a los banqueros, la mayor parte representa el capítulo más negro de los gobiernos neoliberales. No sabemos en qué se basa este amasiato abierto con el gobierno por el que tendrán que responder ante la historia y espero que ante la justicia. La mayor parte de ellos resultó increíblemente inepta y muy frecuentemente corrupta y con una voracidad insaciable, que rebasaba todas las normas éticas y morales. A los bancos los quebraron los banqueros. Hoy de hecho no hay bancos, sólo operan entre ellos y, finalmente nos resultaron ligados al narcotráfico, unos directamente; otros, a través del lavado de dinero. No se explica uno para qué los privatizaron. Los convirtieron en centros de corrupción y de fortalecimiento del narcopoder que ya invade a todos los sectores de la sociedad incluyendo al gobierno.
En estas condiciones, ¿cómo es posible que ellos sean merecedores del Fobaproa y del cariño y protección desmedido del Estado? El Fobaproa es una medida inepta, injusta y criminal, producto de una política corrupta. Esta medida ya sólo la defienden los diputados del PRI con una oratoria hueca porque sus discursos cada vez están más desprovistos de contenido y su lenguaje, cada día, está desprestigiado hasta la bastardía.
Al examinar la política económica del salinato, y del gobierno (?) de Zedillo, se encuentran muchos rasgos comunes; desde luego es el mismo modelo económico manejado por la misma gente, todos son o fueron salinistas y hoy como ayer enfrentan un problema común de incompetencia, por eso van de tropezón en tropezón sin señales de cambio de modelo o de corregir sus errores, y esperando el desastre económico que nos espera, que dejará chico al error de diciembre.
Se apegan a un modelo macroeconómico muy de moda en los años sesenta y setenta en las universidades norteamericanas donde ellos estudiaron y, que se puede resumir en una economía que rehusa usar la imaginación para ver los efectos presentes y futuros de sus actos y que no utilizan la inteligencia para corregir incongruencias entre lo que se planea y se alcanza.
La macroeconomía suponía que dejando que actuaran las leyes del mercado y manipulando el gasto público, manteniéndolo cercano al punto de equilibrio, manejando la tasa de interés y fomentando el ahorro, se garantizaba un crecimiento óptimo. Para 1980, esta teoría cedió su lugar a la microeconomía, con políticas micro destinadas a dar incentivos o mejorar a ramas específicas de la producción, olvidándose del equilibrio presupuestal de la efectividad de la tasa de interés, excepto para operaciones de bolsa, especulativas. Japón ahorra el 30 por ciento de su PIB, Estados Unidos sólo el 15, pero los rendimientos en Japón son la mitad de los de Estados Unidos y su crecimiento ya no guarda proporción con su alta tasa de ahorros porque se les olvida que, el ahorro, no determina la tasa de inversión, sino que ésta determina el monto del ahorro. ¿Cuál empresario o inversionista crean sus negocios con su ahorro individual?, siempre lo hace con el dinero de los demás.
En la defensa de la ``dignidad nacional'' ante Estados Unidos, debe tenerse presente que, no está ni en manos de los narcos ni de los banqueros, y que la defensa de esta dignidad ofendida no se convierta en una defensa inconsciente de grupos que no la merecen. Y si Estados Unidos trata de esta manera al gobierno mexicano, es culpa de su servilismo e incompetencia, acuérdense que el honor se defiende con las manos limpias ¿las tienen? ¡Mucho cuidado con las defensa porque nos podemos convertir en cómplices!
En el siguiente artículo nos ocuparemos de los demás factores que determinan la incompetencia de los gobiernos neoliberales.