A los presos políticos
Visitar el reclusorio de Tuxtla Gutiérrez resulta una experiencia excepcional en estos tiempos. Ahí se encuentran representados buena parte de las fuerzas sociales y actores del conflictivo escenario chiapaneco. Si bien, en un penal diseñado para 400 internos, mil 27 reclusos purgan sus penas o viven, hacinados, la injusticia como rehenes del estado de derecho a la usanza chiapaneca. En la Procuraduría del estado esperan, para ser ejecutadas, de 35 a 45 mil órdenes de aprehensión.
Después de traspasar seis rejas y la obligada revisión, se llega al espacio donde se ubican, en varios desniveles, los grandes comedores y galerones donde pernoctan los reos. Huele a rancio. Es sábado y el lugar está más concurrido por la visita de familiares o amigos de los presos. No faltan las correrías de los niños.
El grupo de tzeltales de Bachajón vinculados a Los Chinchulines tienen un plantón y en mantas reclaman ``justicia y libertad''. Un grupo de ex policías involucrados en el asesinato de indígenas, se mantiene en huelga de hambre. En los corredores me encuentro con los chamulas Manuel Collazo, dirigente de la Organización de Pueblos Evangélicos de los Altos de Chiapas (Opeach), y a Antonio Hernández ``Terán'', de la Sociedad Cooperativa ``Por el mejoramiento de la Raza (SCPNUR). Dicen que el gobierno se está poniendo duro y que Augusto Castellanos, dirigente de la CROM --precandidato a diputado por el PRI--, los visitó para ``ofrecerles'' su liberación a cambio del apoyo de sus bases, que son miles de indígenas expulsados.
Por ahí recibieron su visita los caciques de San Juan Chamula, dos de ellos presos por portar lanzagranadas, otros por asesinar a Salvador Collazo, de la PEACH, y otros más involucrados en la matanza de Arvenza. Más abajo, en un comedor, están los paramilitares, tzotziles de Chenalhó, responsables de la matanza de Acteal.
Esta semana fue recluido Hipólito Pérez, dirigente de la CIOAC.
El ambiente es de romería: artesanos trabajan madera o tejen hamacas sin escuchar la música guapachosa de las grabadoras; otros venden alimentos en sus improvisadas ``cocinas económicas''. Los boleros interrumpen la plática, un joven sacerdote sermonea a un grupo de cristianos y los gritones llaman a los reclusos para anunciarles que tienen visita.
Los de La Voz de Cerro Hueco, que agrupa a indios bases de apoyo zapatista y a los miembros de los concejos municipales autónomos de Flores Magón --Taniperlas-- y de Tierra y Libertad --Amparo Aguatinta-- han adoptado a Luis, del Centro de Derechos Humanos Fray Lorenzo de la Nada, y a Sergio Valdez, investigador de la UAM. Como podemos ver, las ONG y la academia también están representados. Los de La Voz de Cerro Hueco preparan la jornada de junio para insistir en la liberación de 69 de sus compañeros presos en Chiapas, y pretenden articular un movimiento con los militantes del FZLN presos en diversas cárceles del país.
Además, están preparando la jornada de los ``100 años de presos políticos en México''.
Aislado, en una celda de unos 3.50 metros cuadrados, se encuentra el chamula Domingo López Angel, fundador del CRIACH y de la colonia La Hormiga. Ahora, como musulmán lee El Corán. Paciente, espera su liberación y protesta porque en esa pequeña celda no puede hacer sus oraciones cuando lo visitan sus compañeros. Como rehén de la política, a él se le han acercado los militantes del PDCH para ofrecerle su ``apoyo''.
En otra celda está recluido Oscar de León, dirigente de la UNAL y junto a ellos está el general retirado involucrado en la matanza de Acteal.
Oscar de León y López Angel coinciden en que las elecciones de octubre hubieran competido con éxito en 16 municipios de la Costa y Altos de Chiapas, y ganado dos distritos electorales. El chamula Domingo López Angel era el candidato del frustrado Partido Alianza Zapatista a la presidencia municipal de la coletísima y racista ciudad de San Cristóbal de las Casas.
Los chamulas comentan que ahí están todos revueltitos: bases de apoyo zapatistas, presidentes municipales corruptos, ex policías, paramilitares, consejeros de los municipios rebeldes, los de Paz y Justicia, Chinchulines, dirigentes sociales, generales retirados, mariguaneros, y también que faltan Ruiz Ferro, Uriel Jarquín, Homero Tovilla y Eraclio Zepeda.