La Jornada sábado 23 de mayo de 1998

Luis González Souza
Operación celda negra

La operación Casablanca ni es blanca ni es propia de una casa. Más bien es propia de una celda, porque exhibe de bulto la relación preso/carcelero a que está llegando la vecindad de México con Estados Unidos. Y más bien es negra, por la multitud de suciedades que subyacen en dicho operativo. Es, pues, una operación celda negra.

Desde el salinato a la fecha, el gobierno ha hecho lo indecible para adecuarse a las pautas marcadas por Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico. Tanta generosidad --también conocida como servilismo-- ahora es pagada con un operativo que rompe todos los récords previos (de por sí altos) en materia de arbitrariedad, unilateralismo y falta de reciprocidad. Juntos podrían denominarse el trofeo de la gandallez.

Porque se necesita ser gandalla para ni siquiera informar al ``socio-aliado-amigo'' de un operativo subrepticiamente fraguado a lo largo de tres años contra mexicanos lavadores de dinero. Y un operativo que si bien desembocó en el necesario encarcelamiento de los responsables (¿todos, o sólo los minilavadores?), se pasó por el arco del triunfo la soberanía, la jurisdicción y las leyes de México lo mismo que acuerdos firmados por el propio Estados Unidos, así como principios del todo elementales para poder hablar de cooperación: reciprocidad, confianza e información mutuas, consultas, acciones conjuntas basadas en el consenso.

La mentada operación Casablanca se alimentó de todo lo contrario. Y al hacerlo así, dio otra vuelta a la tuerca más chueca en la actual relación México-Estados Unidos: la tuerca de la desigualdad-sumisión-dominación-más desigualdad. Los arrestos extraterritoriales tipo Alvarez Machain y las deportaciones de dudosa legalidad (García Abrego) ya olían a protectorado; la conversión de México en una simple extensión del sistema judicial de Estados Unidos. Ahora ese olor se vuelve una peste con la operación celda negra. ¿Qué sigue? ¿Ya pronto seremos encarcelados quienes, por ejemplo, protestamos contra guerras como la de Vietnam?

Lo negro de esa celda también tiene que ver con otras cosas. Resumámoslas en lo que podríamos llamar la paradoja de la narco-irresponsabilidad. A base de corruptelas y complicidades, los gobiernos de México se han ganado a pulso la pérdida de credibilidad en su combate al narcotráfico eso sí, siempre calificándolo como la mayor amenaza a la soberanía y seguridad nacional. Es allí donde aflora la única faceta positiva de la operación Casablanca: si el gobierno de México no actúa eficazmente contra los lavadores de dinero, alguien tiene que hacerlo.

La paradoja se completa cuando Estados Unidos es quien aparece como ese alguien. ¿Qué autoridad moral para conducir la lucha antidrogas tiene el gobierno del país donde más drogas se consumen y donde más dinero se lava en el mundo? Por demás significativo es que inclusive periódicos estadunidenses, todo menos antigobiernistas, hayan criticado la operación Casablanca precisamente por algo que suele llamarse hipocresía. ``Al menos una vez, sería bueno ver que se... declarara culpables a algunos prominentes abogados, contadores, banqueros... burócratas y aun políticos estadunidenses que facilitan el comercio de drogas'' en el propio Estados Unidos (The Wall Street Journal, 21-V-98). En la misma fecha, The Miami Herald también le pegó al blanco: ``Ahora las autoridades (estadunidenses) deben dejar claro que la persecución de los narcotraficantes no conoce fronteras'' y se realiza ``en forma equitativa'', esto es, sin excluir a Estados Unidos.

Mientras el gobierno de Estados Unidos siga jugando al carcelero, y el de México al encarcelado, la relación entre ambos países continuará deteriorándose al tiempo que el narcotráfico acabará por adueñarse de la cárcel. De no corregirse el actual rumbo, el mismo Estados Unidos acabará dentro de la celda.

Seguirá sintiéndose libre para atropellar a México, pero tarde o temprano se descubrirá oprimido por él (narco)dolor de haber perdido la oportunidad de edificar, ya no digamos un nuevo orden mundial, sino una simple vecindad respirable. En el mejor de los casos, ambos gobiernos se la pasarán protagonizando peleas de presos en el penal de los gandallas y de los sumisos.

PD impertinente pero obligada: Así como lo hace con tanta ``gallardía'' en Chiapas, ¿expulsará el gobierno mexicano a los extranjeros que participaron en la operación Casablanca?