Victoriano Garza Almanza
Inmigración y ambiente en EU
La explosión o avalancha poblacional, llamado así a principios de la década de los 60 el acelerado incremento poblacional del planeta, alertó a numerosos grupos científicos y conservacionistas sobre los riesgos que ese proceso implicaba para las relaciones entre los seres humanos y su ambiente. En 1968, Paul Ehrlich publicó The Population Explosion, obra en la cual sostenía que la población humana amenazaba el futuro. El llamado de científicos y organizaciones internacionales para buscar una salida a esa tendencia se perdió entre la barahúnda de los millones de nuevos residentes y el desinterés de los gobiernos. Inadvertidamente, la población de 2 millardos (2 mil millones) de habitantes que en 1930 tenía el planeta, se duplicó en 1975 y ahora, en 1998, está sobre los 6 millardos.
En Estados Unidos, donde siempre se ha conocido dicha situación, el verse a sí mismos como el tercer país más habitado del planeta y la nación industrializada con mayor crecimiento poblacional conjugó las inquietudes de grupos de interés y se creó un movimiento nacional que hoy exige el control de la población.
So pretexto de que los inmigrantes transfronterizos y transuterinos constituyen más de 50 por ciento del crecimiento de la nación, y que representan una carga añadida a los ecosistemas locales, numerosos intelectuales afirman que esos trashumantes están someten a presión y afectan ``irremediablemente'' los recursos naturales del país.
La población de Estados Unidos es de unos 268 millones de habitantes, con una tasa de crecimiento anual de 1 por ciento. Esto es, la población aumentará 70 millones en los próximos 25 años. La mitad de ese crecimiento será debido a la inmigración y el resto a nacimientos. Grupos como Negative Population Growth, Zero Population y Population-Environment Balance, dicen que la estabilización de la población es obligada para que Estados Unidos alcance un desarrollo sustentable. También aseguran que los niveles de inmigración son el punto clave más importante de esa sustentabilidad. En tal propósito, Wilderness Society afirma que se deben conducir los niveles de población a índices ecológicamente sustentables: reducir las tasas de natalidad de los nacionales pero, ante todo, reducir o eliminar las tasas de inmigración.
El problema de los inmigrantes, según ellos, es que al arribar a ese país cambian sus viejos hábitos por nuevos y se engolosinan consumiendo cinco o más veces que en sus lugares de origen. Ello ocasiona, por ejemplo, que contribuyan en 1/10 al calentamiento global del planeta, impactan las fuentes de agua locales, duplican el consumo de energía y la generación de bióxido de carbono, quintuplican su apetito carnívoro -con lo que aceleran la producción de ganado y daño al medio ambiente-, requieren cinco veces más insumos y productos agrícolas, y comen de cinco a seis veces más peces y mariscos. Los inmigrantes están haciendo que Estados Unidos, con 5 por ciento de la población mundial, genere más de 20 por ciento del impacto ambiental sobre el planeta. En tal sentido, nunca se alcanzará la sustentabilidad de ese país hasta en tanto no se reduzca, elimine o se dé una moratoria de años a la inmigración.
A fin de cuentas, la inmigración -principalmente latinoamericana- se ha convertido en el chivo expiatorio de grupos políticos, ambientalistas y antinmigrantes, quienes atribuyen a ese nomadismo el origen de la degradación del ambiente estadunidense y el agotamiento de sus recursos. Pero la enorme producción de bienes y servicios no ha aumentado en función de los inmigrantes, sino por la demanda externa y porque ese país ha promovido en el exterior como mercados regionales abiertos. El incremento en la explotación de los recursos naturales no sólo se debe a que han ingresado más individuos que requieren productos elaborados con esos materiales, sino a que industriales y comerciantes han ensanchado su mercado en el exterior.
Y si bien, como en cualquier otra nación, se debe buscar el control poblacional, hay otros factores que juegan un papel significativo en el deterioro del entorno, siendo el más importante en este caso el exagerado consumismo. Si quieren prevenir y controlar la inmigración, quizá sea más propicio que actúen fuera de sus fronteras promoviendo fuentes de trabajo. Como resultado, la frontera México-Estados Unidos, donde Latinoamérica comienza, se ha convertido en el nuevo paralelo 38 que hay que salvaguardar, con todos los recursos civiles y militares, de las antiecológicas huestes migrantes del sur.
Hasta hoy, Estados Unidos se ha mostrado reacio a asumir un liderazgo mundial o regional en lo referente al medio ambiente. Según las organizaciones mencionadas: primero debe de atender su ambiente interno antes que el externo. Si así actuaran en política y en economía internacional, otra muy diferente sería la situación del mundo entero.
Colofón: ``La sustentabilidad a la cual todos rendimos homenaje requiere una población máxima de 100 millones de habitantes en Estados Unidos'': P. Ehrlich.