Jaime Lagunez y Carlos Gershenson
Farmacéuticas y genética

Desde que se empezó a desarrollar la ingeniería genética, las empresas, principalmente farmacéuticas, detectaron el enorme potencial que ese nuevo campo les ofrecía y empezaron a trabajar conjuntamente con las universidades. También reclutaron a muchos investigadores.

Compañías farmacéuticas como Merck, Hoffmann-La Roche, Rhn Poulenc Rohrer, comenzaron a asociarse con las universidades principalmente de Estados Unidos y Europa. Para éstas fue una pérdida considerable, la cual aumentó cuando otros investigadores empezaron a fundar sus propias compañías, como Human Genome Sciences o Sequana.

Las empresas dejan a las universidades sin científicos, pero éstos no dejan de investigar. Desarrollan investigación para la compañía que los contrata. Además, las universidades, sin apoyos financieros comparables, tardan más en desarrollar lo que gracias a los millonarios recursos de aquéllas se produce en menos tiempo. Otro punto es que las empresas patentan los descubrimientos que las universidades donan al mundo.

A los que padecen una enfermedad no les importa pagar a las empresas para tratarse. Posiblemente, los que no la tienen preferirían que una universidad encontrase el fármaco, ya que si llegaran a contraerla no les costaría tanto el resto del cuerpo.

Para los investigadores, ser contratados por una empresa tiene la ventaja de que les pagan mucho mejor, pero la desventaja es que no pueden escoger qué investigar. (Aunque algunas emplean a los científicos medio tiempo y dejan que desarrollen lo que se les antoje en el restante.)

Las empresas lo hacen por dinero, el cual ganan curando patologías e incluso salvando vidas. Y no hay que olvidar a las instituciones gubernamentales. El Departamento de Energía y el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos trabajan con gran empeño en genética, en el Proyecto del Genoma Humano y otros genomas. Además, la Organización del Genoma Humano une esfuerzos de todo el mundo con un fin común: el análisis de la genética del Homo sapiens.

Afortunadamente, los gobiernos apoyan ese tipo de programas, ya que es para beneficio de todos. Es excelente que haya organizaciones mundiales de ese tipo para el tratamiento de enfermedades o el desarrollo de la agricultura y la ganadería con ingeniería genética. Sin embargo, falta mucho por hacer. Para que llegue un fármaco al mercado se debe invertir en promedio unos 500 millones de dólares. Si actualmente se invierten unos 10 mil millones de dólares anuales para 20 fármacos, sería ideal que se invirtieran 10 veces más.

Suena poco razonable solicitar 100 millones de dólares, ¿pero en realidad es eso mucho? Depende con qué se compare. El producto mundial bruto de un día es de unos 55 mil millones de dólares. Con esos recursos alcanzaría para desarrollar unos 110 fármacos, un proyecto válido para la sociedad. En esa perspectiva, no son cantidades exorbitantes las que hay que recolectar, ¿les pasamos el botecito?

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