José Steinsleger
Globalización de la mafia
``Muchos son limpios de manos porque se las lavan, no porque no
roban.''
Quevedo
Cuando en 1985 Estados Unidos concluyó que en lugar del comunismo el narcotráfico era el enemigo más importante de la ``seguridad nacional'', no hacía más que confirmar las premoniciones del filósofo Herbert Marcuse diez años atrás. Descontando que la corrupción afectaría al conjunto del proceso democrático, Marcuse advertía sobre la gestación de un ``nuevo sistema con amplias bases políticas'': la alianza de la mafia con los grupos de negocios legítimos (Le Monde Diplomatique en español, julio 1976).
Más de veinte años después, el político suizo Jean Zlegler, autor de Suiza lava más blanco y El oro nazi, obras que pusieron al desnudo la hipocresía calvinista de los banqueros ginebrinos, declaró; ``El capitalismo usa la iniciativa privada y los derechos individuales para comernos vivos. La delincuencia organizada es el estadio último del capitalismo... Todo capitalista de nivel sueña secretamente con llegar a ser dueño de un cartel de la delincuencia organizada. Porque en la esencia misma del capitalismo está el beneficio máximo, la ausencia máxima de transparencia y falta de control público. No hay mucha diferencia entre el capitalismo monopolista y la Mafia'' (El País, Madrid, 4/01/98).
Para muestra, tres botones: los empresarios de ``éxito''Alfredo Yabrán, Paulo César Farías y Roberto Mathies Regalado. Representantes genuinos y ``legales'' del capitalisno ``nacional'', los tres pagaron caro la pretensión de hacer negocios importantes al margen de las corporaciones económicas de Estados Unidos. Beneficiado de la política de privatizaciones en el área del servicio postal, Yabrán se transformó en pocos años en el ``supercartero'' de Argentina. Pero hace unos días se suicidó (o lo suicidaron, o decidió desaparecer) en el laberíntico contexto de sordidez institucional del gobierno menemista.
César Farías, cerebro de la red de corrupción y cleptocracia montada por su socio, el ex presidente de Brasil Fernando Collor de Mello, administraba el 30 por ciento del presupuesto nacional a través de 64 empresas fantasmas. El 23 de junio de 1996 César Farias fue asesinado junto a su garota en un hotel del nordeste brasileño. Y en agosto de 1997, el salvadoreño Mathies Regalado fue acusado del delito de fraude por más de 57 millones de dólares en dos de sus empresas dedicadas al comercio de automóviles. Dueño de una de las industrias cementeras más importantes de Centroamérica, realizó en abril de 1996 una inversión personal de 84 millones de dólares con fondos del Banco Mundial.
El último caso es revelador. Padre del banquero Roberto Mathies Hill (actualmente en prisión junto a otros cuatro banqueros acusados de haber estafado en 200 millones de dólares a más de mil 500 inversionistas en financieras de su propiedad), Mathies Regalado fue miembro del llamado ``Grupo de Miami''. Sin permiso expreso del Departamento de Estado, este grupo económico financió parte de la guerra sucia librada por los escuadrones de la muerte del genocida Roberto D'Aubuisson, fundador del partido Alianza Repúblicana Nacionalista (ARENA), actualmente en el poder. Según Robert White, ex embajador de Estados Unidos en El Salvador, el equipo de empresarios de Mathies Regalado ordenó el asesinato del arzobispo Oscar Arnulfo Romero el 24 de marzo de 1980.
En otro andarivel, los expertos saben que más de un millón de sociedades anónimas instaladas en cien naciones son utilizadas para blanquear el dinero proveniente del narcotráfico. El mismísimo general McCaffrey, zar del combate a las drogas, admite que su país, donde los ciudadanos gastan más de 60 mil millones de dólares anuales en embrutecerse, es capital mundial del lavado de dinero por montos que van de 300 a 500 mil millones de dólares anuales.
¿Con qué vara mide Washinton la corrupción pública y privada de los países latinoamericanos? ¿A qué ``ética'' se refiere si sus códigos son perfectamente conocidos por las corporaciones transnacionales? ¿A qué apuntan si con sus operaciones puritano-intervencionistas reconocen implícitamente aquello que colonizadamente denostamos, la ``eficiencia'' de nuestros empresarios y banqueros para cooptar el mercado del norte con el único know how que dominamos y con el único producto de exportación que para desgracia nos da cierta autonomía, cierta liquidez, cierta estabilidad?
En la Sagrada Trinidad del Poder, Estados Unidos ha creído resolver el misterio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: economía abierta, democracia y representatividad político-social. Que el Dios mercado es la concurrencia libre de ``iguales'' y el ámbito celestial en el que los intereses de las empresas, la Bolsa y los bancos se equilibran. Pero quienes legal o ilegalmente se atrevan a ignorar, idealizar o subestimar los roles asignados al aparato policial y militar del Imperio y el Fondo Monetario Internacional como elementos fundantes de este tipo de mercado quedarán, de antemano, condenados al infierno.