En estos tiempos en que se recrudece la pugna entre quienes buscan un cambio definitivo de México hacia la democracia y quienes se resisten a ese cambio y pretenden prolongar el sistema priistapresidencialista hasta el año 2020, es muy digna de tomarse en cuenta la propuesta que el periodista y politólogo Miguel Angel Granados Chapa hace a los partidos de oposición PRD y PAN, para que registren su propia candidatura, como ciudadano sin partido, pero interesado en la política, al gobierno de Hidalgo, su estado natal.
Esta propuesta abre una gran oportunidad: si se llega a consolidar la muy positiva alianza de los dos más importantes grupos de oposición alrededor de la candidatura del creador de la columna Plaza Pública, sin duda se estará experimentando un camino que si bien no es nuevo, sí tomaría en estas condiciones características muy peculiares, por la alta calidad ciudadana del candidato y por las circunstancias políticas del momento.
La propuesta de Granados Chapa no puede ser más oportuna y revela que detrás de ella hay una profunda reflexión personal y gran autenticidad, como lo hay en todo lo que emprende el autopropuesto candidato.
Para este movimiento político contaron sin duda realidades y circunstancias que fueron tomadas en cuenta, sopesadas y medidas con todo cuidado por el precandidato y sus amigos que, como él, están interesados en convertir la política mexicana ``en algo más que una actividad delictuosa y mal oliente''.
Se pensó sin duda en la necesidad de una experiencia actual, que prefigure la que muy bien puede darse en el año 2000; se debe de haber considerado también que el estado de Hidalgo es de alguna manera, en pequeño, lo que es el país en su totalidad: un estado rico en recursos naturales, con una geografía variada y hermosa, con una clase gobernante sumamente rica, en la que sobresalen algunas fortunas de primer nivel, con familias poderosas de caciques que están en la cumbre desde hace generaciones y con un pueblo sumamente pobre, oprimido y postergado pero cansado de esta situación y seguramente decidido a decir, como en otros rumbos del país, que ya basta y que hay que luchar por el cambio.
Se debe de haber tomado en cuenta también la oportunidad del momento, a poco menos de tres años del inicio de la futura campaña presidencial, de la que muchos esperamos el quiebre definitivo del autoritarismo a la democracia y a un sistema real de división de poderes; en estas condiciones, la propuesta de Miguel Angel Granados vuelve a poner el dedo en el renglón que estaba quedando olvidado, de la posibilidad de una gran alianza opositora para poner, de una vez por todas, de un lado a quienes quieren el cambio y del otro a los que quisieran prolongar indefinidamente el sistema tal como existe hoy, con todos su vicios y corruptelas.
Finalmente, debe de haberse considerado la realidad actual de la política nacional, la relativa decepción que han provocado los partidos políticos, la campaña costosísima contra los avances conseguidos y de quienes los representan y el escepticismo que se va apoderando de la ciudadanía. Una alternativa diferente, que toma en cuenta a los partidos pero que va más allá de ellos, es sin duda una novedad que puede revivir el interés por la participación. Muchos iríamos sin duda a apoyar esa campaña; yo, por mi parte, estaría dispuesto a sumarme a ella por convicción personal y porque, además, no es casual que plaza pública y foro democrático sean términos que se usan para expresar conceptos parecidos.