En octubre del año pasado, una organización ambientalista llamada Maderas del Pueblo ofreció a la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap) un proyecto para prevenir incendios en los bosques de los Chimalapas. Era una idea sencilla: se trataba de construir una red de torres vigías a un costo no superior a los 80 mil pesos. Cada vez que un penacho de humo blanco se elevara entre las copas del follaje, los centinelas darían la voz de alerta y, en consecuencia, las comunidades saldrían inmediatamente a apagar el fuego.
No era un delirio, tampoco era caro o superfluo; sólo requería, del ``gobierno'', un poco de buena voluntad. Pero en octubre del año pasado, cuando el proyecto de las torres vigías fue entregado a la Semarnap, el gabinete económico del doctor Zedillo estaba pensando en otros temas. El PAN y el PRD se habían unido en el Congreso de la Unión para impulsar una reforma que redujera el impuesto al valor agregado de 15 a 12 por ciento. Y mientras los políticos debatían una idea falsa -que el recorte del IVA, según Ortiz, significaba quitarle 15 mil millones de pesos al Presupuesto de Egresos de 1998-, todo lo que el PAN y el PRD hacían en la Cámara era abucheado sistemáticamente, detrás de las cámaras, por las bandas de porros en que se han convertido los reporteros del periodismo electrónico. En ese clima de terror y peluche, el PRI se acordó de su antigua alianza con el PAN, y del cajón de los recuerdos sacó varios expedientes relativos al ex procurador Antonio Lozano Gracia y al gobernador de Nuevo León, y piano, piano, el PAN rompió con el PRD y se frustró la reforma del IVA.
La trampa y la droga, sin embargo, como dice el tonto del pueblo, nunca se logran. En enero, al derrumbarse los precios internacionales del petróleo, el gabinete económico anunció un recorte, inevitable, de 15 mil millones de pesos al presupuesto del año en curso. Para justificar tal medida, el gabinete económico declamó las mismas razones que había invocado, en octubre y noviembre, para explicarnos cuán dañino sería que el presupuesto de 1998 tuviese 15 mil millones de pesos menos: era ``lo más conveniente para la salud de las finanzas públicas y el crecimiento sostenido''.
Tras el recorte al presupuesto federal, la Semarnap rechazó el proyecto de las torres vigías en los Chimalapas, que había sido archivado de antemano. En estos momentos hay 47 incendios forestales en los Chimalapas, algunos todavía de gran magnitud. El fuego es tan extenso que el aeropuerto de Oaxaca permaneció cerrado los primeros cuatro días de esta semana, de domingo a miércoles, debido a la masa de humo que sofoca los cielos. Y por no gastar 80 mil pesos en torres vigías, la Semarnap paga 6 mil dólares, cada hora, por el alquiler del helicóptero Air Crane, de los bomberos de Estados Unidos, y 22 mil pesos, también cada hora, por nuestros modestos helibaldes. De lo cual se desprende que al régimen todo le sale más caro cuando actúa sin buena voluntad.
Si no llueve en las próximas dos semanas, el número de incendios forestales aumentará de 11 mil 500 a 15 mil, según la Semarnap. De acuerdo con los encargados de esa oficina pública, el fuego ha consumido unas 280 mil hectáreas, menos de las 300 mil que el tonto del pueblo anotó aquí hace un sábado. Para los grupos ambientalistas, en cambio, la superficie es de más de 400 mil hectáreas quemadas, y si las lluvias se mantienen reticentes, dicen, el volumen total será de 700 mil, el cual, sumado a las 200 mil hectáreas boscosas que se pierden cada año, permitirá que a finales de 1998 tengamos casi un millón de hectáreas de bosque menos, una cifra récord.
Ante ese panorama, la Semarnap se dispone a reforestar 140 mil hectáreas en cuanto cesen los incendios, si ello ocurre algún día. Pero esa meta, según los grupos ambientalistas, es simbólica: las reglas del bosque en México señalan que en toda superficie reforestada sólo se ``logran'', como dicen los campesinos, o sólo ``se dan'', como dicen los amantes de la jardinería, 20 por ciento de los implantes. En 1998, el territorio mexicano perderá casi un millón de hectáreas forestales y recuperará 30 mil. Parece un pésimo negocio.
En 1997, el régimen proclamó ``la mejor ley forestal'' de todos los tiempos. Hoy, un año después, vivimos el peor desastre forestal y ecológico de todos los tiempos. Ante los ojos de la sociedad, el aparato del estado ha perdido brutalmente la confianza ciudadana en materia ambiental. Quienes administran nuestras relaciones sociales con la naturaleza han dejado de ser, propiamente, nuestros héroes (que nunca lo fueron). Y le digo al tonto del pueblo por e-mail, y se lo reitero desde este espacio, que uno vuelve a su país, lo encuentra envuelto en llamas, trata de atraer la atención de los viandantes, pero la gente, con cara tristísima, se limita a decir: ``Ya lo sé, es horrible'', y clava los ojos en el piso para ver si el asfalto no está humeando... aún.
En la ciudad de México son dos las mayores preocupaciones ecológicas, y ninguna de ellas es directamente la de los incendios: la primera es la contaminación del aire, la segunda, el Popo. Según los clásicos, el Popocatépetl hará erupción entre hoy, 30 de mayo de 1998, y algún día del año 2164. En 1995, los geólogos Claus Siebe y José Luis Macías, del Instituto de Geofísica de la UNAM, así como Michael Abrahams, del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, informaron que después de haber practicado un riguroso estudio sobre las costumbres de ese volcán, descubrieron que 1869 éste entró en una nueva fase eruptiva, que se prolongará hasta 2164, y que dentro de ese término habrá un nuevo estallido, ``potencialmente devastador para gran parte de la ciudad de México''.
Así lo reveló, el pasado lunes, el geólogo mexicano Julio César García en una carta a la revista Proceso. En el Popo, según Siebe, Macías y Abrahams, escribió, ``se esperaría una gran erupción pliniana, que destruiría asentamientos y sepultarías ciudades vecinas''. Incapaz de localizar al profesor García, el escribano del tonto del pueblo acudió a otras fuentes duchas en las materias ígneas del subsuelo, y averiguó que una erupción ``pliniana'' es aquella que se produce cuando el magma que hierve en las entrañas de la tierra no escapa por la chimenea del cráter, sino que al explotar -``por la repentina descompresión de gases magmáticos, con una gran onda expansiva''-, el torrente de fuego líquido rompe la pared del cráter mismo y sale por otro lado.
Esto, insisten los científicos y los ambientalistas, va a suceder tarde o temprano. Desde el 20 de diciembre de 1994 a la fecha, el Popo ha sufrido 14 mil microsismos. El monitoreo de esos pequeños episodios telúricos, registrados en una misma zona de la base del volcán, insinúan que a más de 5 mil metros bajo tierra existe una nueva cámara de magma que está en plena efervescencia. En las radiografías tomadas por los científicos, la prolongada serie de minitemblores ha ido pespunteando la silueta oculta de ese depósito, aparentemente enorme, de rocas tipo ``blast'', derretidas por una temperatura inferior a mil 200 grados centígrados.
Los expertos saben que el calor allá abajo no alcanza los mil 200 centígrados, porque encima de esa cámara hay otra, mayor o menor, no se sabe, que alojó todo el magma expulsado por el Popo durante su último ataque de vómito. Y ese recipiente, hoy vacío, está sellado herméticamente con materias que sólo se funden a más de mil 200 grados. De allí la pertinencia de la hipótesis de que el depósito inferior podría expulsar su contenido abriéndose un camino propio hacia la luz.
El 15 de junio de 1991, el volcán Pinatubo de las islas Filipinas eruptó 5.3 kilómetros cúbicos de magma y envió a la estratosfera 17 megatones de bióxido de azufre. Antes de estallar, había estado lanzando 6 mil toneladas de gases de bióxido de azufre al día. En enero de 1997, el Popo arrojó 97 mil toneladas diarias del mismo gas, por un periodo prolongado. Pero contuvo las ganas.
La sociedad civil, preocupada por el enigma del Popocatépetl, se informa y tiembla. Si gracias a la imponderable explosión pliniana, el magma sale disparado hacia la mancha urbana del Distrito Federal, en un cálculo extremo habría un millón de muertos. Pero la Secretaría de Gobernación, instancia oficial responsable de protegernos de la furia del Popo, guarda silencio. Y los ambientalistas protestan porque, dicen, desde que Francisco Labastida Ochoa llegó a despachar en Bucareli, el Centro Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred) se ha convertido en la única fuente autorizada para hablar sobre el Popo. Los informes que tenemos, insisten, son muy distintos de los que da el Cenapred: queremos que vengan observadores internacionales, los mejores, los más calificados, para que precisen quién se aproxima a la razón.
Desde Italia, ahora en Roma, el tonto del pueblo escribe por e-mail a esta su página, y gozando de merecidas vacaciones avisa que hoy asistirá como invitado al congreso de la Asociación Ya Basta, una red nacional de organizaciones solidarias con el EZLN que trabajan por la paz en Chiapas en todas las regiones de la península, de Turín a Lecce.
Filtra que el gran Gianni Miná tuvo una nueva hija, la tercera, el día que cumplió 60 años, el 17 de mayo, y agrega que Eduardo Galeano, al mismo tiempo, acudió con frecuencia a una maternidad en Uruguay para recibir el título de abuelo.
Eso no es todo. El alcalde de Venecia, Massimo Cacciari, escribió una carta al ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Lamberto Dini, ``para exigir que el gobierno italiano pida (y obtenga) la anulación de las expulsiones'' dictadas por el subsecretario Fernando Solís Cámara en contra de 130 observadores de derechos humanos que incurrieron en el gravísimo delito de llegar a Taniperla, zona de guerra donde el PRI sigue sin amarrar sus propios leones y por eso no quiere intrusos, porque todavía no logra crear un horror visible como el de Polhó, ciudadela de todas las pesadillas que figuró, sin embargo, en el tour aprobado por los consulados de México en Roma y Milán, antes de que estallara la ``crisis del aeropuerto'', donde el embajador Bruno Cabras pasó largas horas la noche del reciente 10 de mayo.
La propuesta de Andrés Manuel López Obrador, en el manifiesto a la nación que lanzó el jueves desde Villahermosa, abre formalmente el debate sobre el escándalo del Fobaproa. El PRD propone que de los 600 mil millones de pesos que la banca habrá recibido a fines de este año, sólo se conviertan en deuda pública los fondos utilizados en actividades lícitas y productivas. Pero es muy claro al advertir: el pueblo de México no está dispuesto a pagar un solo peso dedicado al enriquecimiento personal de un puñado de gangsters.
Y resume: de acuerdo con lo que vayan aclarando las auditorías a todos los bancos, el Congreso aprobará que los pasivos del Fobaproa se conviertan en deuda pública, pero no de un tirón, sino en plazos trimestrales y cantidades que no superen los 100 mil millones. Así, la transferencia del fracaso económico a los haberes del pueblo, culminaría antes de diciembre del 2000, y estaría liquidada antes del cambio de poderes. Un mecanismo de diálogo de esa índole, al que más tarde podrían incorporarse incluso los zapatistas, tendría otras ventajas: ordenaría la transferencia del poder político, abriría un verdadero procedimiento de transición.
Necesitamos la guía de los sabios, no la impaciencia de los hombres de negocios. Que el viejo Plinio suba al Popo.