Tiros y cerrón al auto del líder de la ALDF, Martí Batres
Daniela Pastrana Ť ``Cuando el carro negro se nos cerró me cayó el veinte de que podían ser los mismos y venían tras de mí. Entonces sentí miedo'', cuenta Martí Batres, el joven líder de la Asamblea Legislativa del DF.
Ya no lo pensó. Hasta entonces, había creído, ``o querido creer'', que los balazos que minutos antes habían destrozado el medallón de su automóvil eran ajenos. Producto tal vez de una riña callejera en la que el Jetta blanco que conduce quedó en medio.
``Me frené para dejarlo pasar, pero, en lugar de rebasarme, el carro bajó la velocidad hasta quedar atrás y se dio vuelta a la izquierda en una calle que pudo haber sido Zempoala. Yo me orillé a la derecha y me detuve frente al salón La Maraca, donde había mucha gente y me sentí seguro. Desde ahí comencé a hacer llamadas para tratar de localizar al procurador de Justicia, Samuel del Villar''.
Eran alrededor de las 23:00 horas. Batres y su asistente, José Luis Santos, habían dejado en su casa de la colonia Niños Héroes a una asustada Angeles Correa --la legisladora más joven de la ALDF--, después de que unos desconocidos balearon el auto estacionado del diputado. ``Lo primero que pensé de los disparos es que era un asunto de broncas entre pandillas'', comenta el diputado.
Tranquilo, por lo menos en apariencia, pero ``preocupado y cansado'', luego de una larga noche de declaraciones ministeriales y llamadas, el coordinador de la mayoría perredista y presidente de la Comisión de Gobierno de la ALDF recuerda que el viernes había sido un día relativamente tranquilo. Un evento cancelado de última hora le permitió tener la mañana libre para realizar actividades desde su casa y ocuparse en su módulo de atención ciudadana. A Sebastián, su chofer, le concedió permiso para realizar asuntos personales.
Por la tarde, tuvo una larga sesión de trabajo con los diputados de la fracción y el Comité Ejecutivo Estatal de su partido para definir una posición ante la reforma política. Salieron contentos los diputados, alrededor de las 22:00 horas.
Batres abordó su automóvil acompañado de José Luis Santos, Angeles Correa y el secretario de Asuntos Juveniles del CEE, Manuel Oropeza. A este último lo dejó en su casa, en la Unidad Tlatelolco, y luego enfiló rumbo al domicilio de la diputada.
Al llegar, indicó a su asistente que lo esperara porque tenía que recoger unos documentos. Desde el asiento trasero, Santos apenas asintió. Estaba ocupado con una llamada telefónica. Un par de minutos después iniciaron los disparos. ``Estaba viendo un Chevy maniobrar para entrar al garage, cuando oí el primer balazo y por instinto me agaché'', narra el propio José Luis. ``Con el segundo, vi que se estrellaba el parabrisas, justo frente al lugar del conductor. Conté cuatro o cinco más. Me bajé a rastras y en eso vi un carro amarillo deportivo echar reversa. Llegué gateando hasta la puerta''.
Adentro, Batres vivía otra historia. ``Angeles y yo bajamos al oír los balazos y abrimos la puerta cuando entró corriendo José Luis. Vimos de reojo el carro y pensé ¡qué suerte!, porque no le pasó nada. Venía asustado. El primer impulso fue no salir porque no sabíamos lo que estaba pasando, pero cuando todo se calmó, yo quería irme rápido, pensaba que podían regresar''.
El legislador ya no puso atención a los vecinos que se acercaron a decirle que alguien había disparado desde una motocicleta, ni que habían visto un Century negro y un taxi ecológico llegar al inicio de la calle y echar reversa después de las detonaciones. ``No quería platicar, quería irme''. Enfiló a su casa, en la colonia Letrán Valle, por Eugenia.
El automóvil negro deportivo que les cerró el paso apareció al cruzar el Eje Central. Sólo entonces el diputado cayó en la cuenta de las referencias de los vecinos. ``Lo vi por el espejo retrovisor, venía muy rápido y cuando llegó hasta nosotros nos dio un cerrón muy cerca por la derecha. Bajé la velocidad para que se siguiera, y para mi sorpresa también le bajó, se quedó atrás y se dio la vuelta. Fue tan rápido que no pudimos ver las placas, ni cuántos iban en el carro''.
Llegaba a su casa cuando logró entrar en comunicación con el procurador, quien durante el relato instruía por la otra línea al director de la PJ, Mauricio Tornero. ``Me dijo que no había que descartar ninguna hipótesis y que mandaría a una escolta''. Llegó después el director general de Gobierno, René Bejarano, amigo personal de Martí Batres.
Una unidad móvil del MP tomó las declaraciones y acudió a la casa de la diputada para hacer lo propio. Los peritos hallaron siete ojivas, todas disparadas en la misma dirección. Una hubiera dado en la cabeza del conductor.
``No le encuentro ninguna lógica a la forma en que ocurrieron las cosas y las evidencias que va dejando el asunto y, definitivamente, no fue un intento de robo''.