EN EL DIA DE LA MARINA, ZEDILLO REITERA LA DEFENSA DE LA SOBERANIA
Rosa Elvira Vargas, enviada, Tampico, Tamps., 1o. de junio Ť Al honrar a quienes llamó ``soldados del mar'' y destacar su labor diaria para mantener la vigencia del estado de derecho, el presidente Ernesto Zedillo fue una vez más al tema de la soberanía. Esta, indicó, es el más alto valor de los mexicanos y en su defensa no puede admitirse que algún poder o persona de fuera intervenga en los asuntos que sólo corresponde resolver a los mexicanos.
El primer mandatario insistió en que la soberanía se funda en la decisión invariable e inquebrantable del pueblo mexicano de decidir libremente los caminos de su desarrollo.
Fue éste, un día de homenaje a los marinos que encontraron la muerte en alta mar, y que ahí mismo debió convertirse en acto luctuoso por los miembros del Ejército que esta mañana fallecieron al caer el helicóptero en el que combatían incendios forestales.
El Presidente destacó en su mensaje a la Marina, que México no profesa un nacionalismo excluyente y que, por el contrario, éste se encuentra abierto al contacto franco con todos los pueblos. ``Un nacionalismo abierto a la cooperación con el resto de las naciones, siempre y cuando sea una cooperación respetuosa de nuestras leyes''. La defensa de la soberanía exige garantizar la jurisdicción exclusiva de las leyes mexicanas en el territorio nacional, y ahí la Armada de México tiene una tarea importante que cumplir y lo hace con lealtad y patriotismo, resaltó.
La ocasión fue aprovechada además para hacer una revisión del sector marítimo portuario que, indicó Zedillo, ha contribuido a dar respuesta inmediata al creciente dinamismo del comercio exterior mexicano y se encuentra a la vanguardia del desarrollo económico del país.
Ritos y tradiciones de marinos
El mandatario había empezado el Día de la Marina encabezando la ceremonia de botadura del buque Holzinger 2001, del que su esposa Nilda Patricia Velasco fue nombrada madrina. Acto singular éste, no sólo porque representa el instante en que un barco toca por primera vez el mar, sino porque ahí se cumplen una serie de ritos propios de los marinos, como estrellar en la roda del buque una botella con un licor de la región --aguardiente de caña, en este caso-- y porque al descender la nave por gravedad hacia el agua, en las vías del varadero se coloca una moneda de oro, la cual será aplastada por las ruedas de la cama de botadura. Además, ahí mismo, una poderosa grúa colocó la quilla del casco (equivalente a la primera piedra de un edificio) para la construcción de otro buque de la Armada, el Holzinger 2003.
Zedillo se encaminó entonces al buque insignia, cañonero Berriozábal C-40, y acompañado entre otros por los secretarios de Marina, José Ramón Lorenzo Franco; Defensa, Enrique Cervantes Aguirre; Medio Ambiente, Julia Carabias, y el director del IMSS, Genaro Borrego, inició por la desembocadura del río Pánuco una travesía que lo llevó a atracar, dos horas después, en el puerto de Altamira.
A bordo del Berriozábal, el mandatario cumplió con los honores con los que se evoca a los marinos todos --militares, mercantes, pescadores-- que han dejado la vida en las aguas profundas.
Mientras el buque se alejaba de los muelles de Tampico, las sirenas de los barcos ahí anclados y las bocinas de los automotores que realizan las labores de carga y descarga, se escuchaban poderosas. Mucha gente salió para sumarse a la fiesta del mar y de sus hombres. Instalado en el puente magistral para un recorrido de 12.5 millas, el presidente Zedillo deslizó hacia las aguas una ofrenda floral, y a la mitad del trayecto se unieron los buques que conforman la Fuerza Naval del Golfo, al mismo tiempo que sobrevolaban aviones y helicópteros del Grupo de Tarea Aeronaval.
El protocolo marca que cuando la fuerza naval saluda a su comandante supremo, los marinos que tripulan las fragatas, destructores, cañoneros y demás buques, saludan siete veces con su boina al grito de ``¡Viva México!''. Y hay otros símbolos y señales. Tantos como el mar les ha ido dando por siglos a sus hombres. Hoy estaba en el buque el jefe de la Armada, y por ello ondeaba la insignia presidencial y los códigos de señalar nacional e internacional lo engalanaban. Pero, y aunque distinto al del Ejército, el toque de silencio de la Marina resulta igualmente dramático.
Una vez que tocó tierra en Altamira, el jefe del Ejecutivo encabezó una reunión con el sector marítimo portuario, donde destacó que impulsar el crecimiento económico en un contexto de apertura al comercio internacional requiere necesariamente servicios de comunicaciones y transportes confiables y competitivos.
Apuntó que, ciertamente, el esfuerzo de muchas generaciones logró la construcción en México de una extensa infraestructura portuaria, la cual sin embargo, y debido sobre todo al dinamismo del comercio mundial, se encontraba a principios de esta administración con profundo rezago. Lo había, puntualizó Zedillo, en su organización, en su tecnología, en su productividad y sobre todo en la disponibilidad de instalaciones especializadas.
Enseguida, expuso que en sólo tres años, los empleos directos en las terminales portuarias se han incrementado 47 por ciento, y al destacar la ``disposición franca y abierta'' de los trabajadores de ese sector para actualizar sus relaciones laborales, dijo que es satisfactorio que hoy se haya firmado una carta de intención entre el Seguro Social y la Federación Nacional de Trabajadores de Transportación y Maniobras Marítimas y Terrestres, mediante el cual por primera vez los estibadores recibirán atención médica permanente.
El acuerdo, indicó el mandatario, posibilitará a los marinos mexicanos recibir atención en donde quiera que se encuentren, ``propiciará que los buques nacionales que hoy navegan con banderas extranjeras adopten la mexicana, además de estimular la contratación de marinos de México por esta flota''.
En resumen, de acuerdo con Zedillo, un resultado del cambio estructural en los puertos que beneficia a los usuarios de sus servicios, es la competencia entre terminales portuarias, la cual ha generado incrementos notables en la productividad, en el dinamismo de los flujos de carga y en el número de buques atendidos, lo que ha llevado a una reducción de precios y tarifas en términos reales.
Por su parte, los empresarios y directivos del sector portuario indicaron que en los últimos tres años, la carga total movilizada en los puertos ha aumentado a un ritmo anual promedio de 8.6 por ciento. Pedro Pablo Zepeda, director de Puertos y Marina Mercante, dijo que la carga comercial no petrolera en los puertos mexicanos se ha incrementado a un ritmo anual de 16 por ciento desde 1995.