Francisco Vidargas
Entre cenizas y fibra de vidrio

El Banco Interamericano de Desarrollo reitera su interés por apoyar económicamente al programa multinacional Mundo Maya, en el que participan los gobiernos de México, Belice, Guatemala, Honduras y El Salvador. Al respecto, una delegación de especialistas se abocó el año pasado para recorrer los cinco países, a fin de planear diversos proyectos, principalmente sociales, que permitan no sólo la recuperación y difusión de las importantes zonas arqueológicas, sino también mejorar las condiciones de vida de las comunidades rurales.

Uno de los planes que llaman la atención es el del camino Xpuhil-Tikal, que comunicaría vía terrestre la zona del Río Bec, sur del estado de Campeche, con la región del Petén guatemalteco declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979. Según las autoridades mexicanas esto posibilitaría la creación de un corredor cultural que una a Becán, Nadzca'an. Balamkú, Chicanná, Hormiguero y Calakmul (la más grande reserva de la biosfera de México en selva tropical), con los sitios arqueológicos de Uxmal y Tikal que estarían a siete horas de distancia (450 a 500 kilómetros).

Así, dos de los asentamientos más relevantes del área maya central, Calakmul (108 monumentos inscritos entre pirámides, conjuntos palaciegos, acrópolis, patios y plazas) y Tikal (más de 3 mil edificaciones localizadas, incluidos palacios, plataformas ceremoniales plazas y seis templos principales), estarían comunicados por tierra a través de una majestuosa selva tropical umbrófila, en cuyo interior se han censado más de 2 mil especies distintas de aves.

El gobierno de Campeche está trabajando desde el año pasado en la pavimentación de la ruta que llegaría hasta la franja limítrofe con Guatemala. Este camino --señalan los funcionarios-- sería la ``columna vertebral'' de una región geográfica y cultural que abarca cerca de 325 mil kilómetros y que involucra también a los estados de Yucatán, Quintana Roo y Chiapas incluyendo algunas de sus principales zonas arqueológicas: Dzibilchaltún y su Museo de la Cultura Maya (concebido por Cristina Payán), Chichén Itzá, Toniná, Palenque y Bonampak. En contraste, las autoridades centroamericanas tienen sus reservas sobre el proyecto por dos cuestiones: el impacto y afectación que acarrearía en la reserva ecológica de Petén y los escasos beneficios turísticos que tendrían por la breve estadía de los visitantes.

Mientras tanto, gran parte de ese paraíso natural desaparece consumido por las llamas. Muchos ecosistemas enteros han sido devastados por los incendios, numerosos de ellos provocados --como lo han advertido Hermann Bellinghausen, Iván Restrepo y Homero Aridjis-- en tierras que nunca antes han sido ocupadas para la cosecha. El fuego está arrasando en Chiapas lo mismo los lagos de Montebello que el parque nacional de Palenque, de cuya zona arqueológica fueron evacuados, días atrás, los turistas. Lo mismo sucede del otro lado de la frontera, donde los siniestros, a 12 kilómetros de Tikal, acabaron con una de las muestras más completas de la biodiversidad guatemalteca.

En octubre de 1997 tuvo lugar la primera Cumbre Mundial para la Conservación y Rescate de la Biosfera Maya, en la que se habló de la preservación --con ayuda internacional-- de la riqueza biológica y arqueológica. Pese a ello --señaló días antes el colectivo guatemalteco MadreSelva-- ``nuestras áreas protegidas son el papel, al igual que los decretos que las defienden'': la depredación continúa aceleradamente cada año, perdiéndose extensas superficies forestales y ecosistemas originales.

Igualmente sucede con la riqueza prehispánica, no obstante los afanes de resguardo por parte de las autoridades binacionales encargadas, ya que los saqueadores de tesoros, armados con sierras mecánicas, cortan y destruyen tumbas para robar esculturas, tiestos, altares, vasijas y estelas que luego venden en el extranjero. Ante el saqueo, las autoridades culturales guatemaltecas decidieron en abril pasado imitar a los conservadores de Copán (Honduras), copiando con piedra molida y fibra de vidrio las estelas y esculturas mayas, guardando los originales con museos y colocando las réplicas en las zonas.

Como apela el grupo ecologista guatemalteco, urge que detengamos la guerra contra nuestros recursos naturales y culturales. ¿O será que su futuro está en las cenizas y la fibra de vidrio?.