Arnaldo Córdova
Remunicipalización de Chiapas
El pasado 19 de mayo, el presidente Zedillo pronunció en San Cristóbal de las Casas un muy importante discurso que, curiosamente, no tuvo mucha resonancia en la opinión pública nacional, pero que sí la tuvo en el gobierno estatal, encabezado por Roberto Albores Guillén. El Presidente urgió al Congreso del estado, al gobernador y a todos los chiapanecos a que avanzaran más firmemente en la remunicipalización del estado. El alto concepto en el que el Presidente puso el tema fue, ya de por sí, notable.
La remunicipalización, dijo Zedillo, serviría ``para que todas las comunidades estén amparadas por la ley, para que sus autoridades, libre y democráticamente electas, cuenten con la necesaria legitimidad; para que cada municipio disponga de recursos, con el fin de atender los requerimientos de la población''. Una nueva ``distribución municipal'', agregó el Presidente, ayudará para que, donde hoy se viven división y encono, haya respeto y convivencia productiva, para que, donde hoy se vive insatisfacción e incertidumbre, haya tranquilidad y certeza. Dicha remunicipalización, dijo asimismo, ``debe realizarse en el marco de la ley, tomando siempre en cuenta el punto de vista de las comunidadesÉ La definición de nuevos municipios requiere un trabajo participativo, abierto, de acercamiento, de diálogo y formación de consensos, para llegar a acuerdos que satisfagan aspiraciones y que no lastimen derechos igualmente legítimos de otras comunidades''.
Días después, el 28 de mayo, el gobernador Albores se sacó casi de la manga una extraña iniciativa que, de acuerdo con la Constitución de Chiapas, no le corresponde: propuso crear nada menos que 33 municipios en la zona de conflicto y la acompañó con un llamado al EZLN a que participara (no dijo cómo, con o sin pasamontañas) en el proceso. Por qué sólo (o tanto como) 33 municipios, Albores no lo dijo. Después de conocer el discurso del Presidente, lo menos que yo esperaba era que el Congreso local se reuniera, discutiera la propuesta presidencial y convocara a los ayuntamientos (Congreso y ayuntamientos son los únicos que tienen vela en el entierro, hay que recordarlo, según la anticonstitucional Constitución de Chiapas) para iniciar el proceso.
Ni el Congreso ni los ayuntamientos se movieron. Pero sólo nueve días después del importante discurso de Zedillo, Albores ya andaba creando municipios en la zona de conflicto. Y siguió atribuyéndose facultades que no tiene: ``Acudiremos a los pueblos -dijo- para recabar opiniones de los ciudadanos, organizaciones, autoridades, partidos y comunidades. Propondremos, no impondremos. Se hará una remunicipalización con la voz y voto de los ciudadanos''. Su propuesta, en concreto, fue que los diez municipios que se ubican en la zona de conflicto sean ``fraccionados'' en 33. Según eso, ``propone'' no ``impone'' la creación de 33 nuevos municipios. Por qué ese número, creo que ni él lo sabe. Sólo en Ocosingo, el más extenso municipio chiapaneco, hay como 200 comunidades que reclaman urgentemente el derecho a gobernarse por sí mismas.
La propuesta del Presidente es magnífica, desde mi punto de vista, y recoge los compromisos que se estipularon en San Andrés. La cuestión es de procedimientos y, sobre todo, de soluciones verdaderamente políticas. Como dijo Zedillo, la sola remunicipalización podría arreglar muchos de los conflictos que viven las comunidades chiapanecas. Pero habrá que saber cómo hacerlo y, en particular, poner de acuerdo a las comunidades, hoy ferozmente divididas, y no atizando más el fuego que está consumiendo a Chiapas. Fue realmente patético que Albores convocara a una fuerza que, por su propia naturaleza, no tiene nada que ver en el asunto, como lo es el EZLN, y resultó de verdad ridículo que, además, le pusiera un plazo de ocho días para integrarse.
Ni Zedillo ni Albores dijeron nada de lo que piensan hacer con las comunidades zapatistas, que son las que están en la primera línea de fuego. No vaya a ser que ambos estén pensando en crear municipios priístas (que eso es lo que son todos los antizapatistas de Chiapas) en los que aquellas comunidades queden totalmente aisladas, cercadas y dominadas por la fuerza. De la lista de nuevos municipios que dio Albores unos cuantos se identifican con bastiones zapatistas, pero habrá que saber cómo se les integra, y queda el hecho de que en su gran mayoría son más bien bastiones priístas. Lo que queda claro es que la propuesta de Albores es una ocurrencia suya, surgida sólo unos días después de que el Presidente planteó el problema, sin tiempo para discutirlo con todos los interesados y, en especial, con las comunidades zapatistas que se han arropado en los llamados ``ayuntamientos autónomos rebeldes''. Sin contar con ellas, la remunicipalización sólo será otro pretexto para la guerra.