Letra S, 4 de junio de 1998
A 20 años de las primeras manifestaciones callejeras de lesbianas y homosexuales en México, el tema de los derechos humanos y civiles de ese grupo de la población continúa siendo un tema excluido de la discusión pública. El rezago que existe en el reconocimiento de esos derechos, a pesar de los recientes avances democráticos del país, motivó la realización del Primer Foro de Diversidad Sexual y Derechos Humanos, convocado por el diputado David Sánchez Camacho, secretario de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables de la Asamblea Legislativa del D.F., los días 12, 13 y 14 de mayo.
En un ambiente tenso el día de la inauguración por la presencia de grupos contrarios a la realización del Foro, el diputado Sánchez se pronunció contra todo tipo de discriminación a las ciudadanas y los ciudadanos por motivos de su orientación sexual, y afirmó que es obligación del gobierno garantizar los derechos de estos ciudadanos en igualdad de condiciones ante la ley.
Más de 80 ponentes de diversas organizaciones e instituciones se reunieron en este primer foro donde se escucharon voces tan diversas como las de madres lesbianas y de lesbianas, mujeres católicas progresistas, hombres transgenéricos, mujeres bisexuales, defensores de derechos humanos, feministas, legisladores de distintos partidos y voces altisonantes de grupos y personas contrarias a la libre expresión de la diversidad sexual. Algunas voces, como la de Patricia Espinosa Torres, diputada federal del PAN, sorprendieron por el avance en sus posiciones sobre el tema. La homosexualidad, dijo, "es una modalidad de la sexualidad humana", y por eso no puede ser condenada por la sociedad ni por el gobierno. "No se puede aplicar a los homosexuales --añadió-- una moral diferente a la que es exigible a los heterosexuales". Esta posición se aleja de los prejuicios fundamentalistas y se acerca más a las posiciones feministas como la expuesta por Marta Lamas en el mismo foro. Para la antropóloga, el cambio en las percepciones culturales sobre la homosexualidad "radica en pasar de considerar, como lo hacen los conservadores, ciertas prácticas sexuales como ilegítimas en si mismas a valorar el carácter ético del intercambio. Es la ética de la relación sexual lo que vuelve legítimas o ilegítimas ciertas prácticas."
Propuesta legislativa contra la exclusión
En México, la homosexualidad no está penalizada, no existe en todo el cuerpo de leyes que componen nuestra legislación un solo artículo o apartado que vuelva ilegales las prácticas homosexuales. Lo ilegal, y éste fue el consenso y tema central del Foro, es la discriminación a mexicanas y mexicanos debido a su orientación sexual.
El Foro se dividió en exposiciones centrales y seis mesas de trabajo, donde los participantes expusieron sus propuestas de reformas legislativas. La mayoría coincidió en proponer que se incluya en el cuerpo principal de nuestra legislación el principio de la no discriminación por cualquier índole o razón y en particular por motivos de orientación sexual. Al respecto, la propuesta más importante fue la de incluir en el Estatuto de Gobierno de la Ciudad de México, próximo a aprobarse, el derecho a la diferencia y a la no discriminación por razones de raza, etnia, género, orientación sexual, edad, religión, ideología, condición social o económica o de cualquier otra índole. De aprobarse, la Ciudad de México sería, junto con la de Buenos Aires, de las primeras urbes de América Latina en incluir en su estatuto o constitución ese derecho.
Por su orientación sexual, lesbianas, homosexuales, travestis, bisexuales y transexuales viven expuestos a la coerción, la violencia, el acoso y la discriminación en sus familias y barrios, al interior de las instituciones educativas y religiosas y gubernamentales. En su intervención Mirka Negroni, de la Comisión Internacional de Derechos Humanos para Gays y Lesbianas, enumeró las más graves consecuencias de estas agresiones: elevadas tasas de suicidio; confinamiento psiquiátrico que puede incluir choques eléctricos y medicamentos que alteran la mente; aislamiento social que puede llevar al abuso de drogas, del alcohol, a la depresión y al suicidio; leyes redactadas en forma ambigua (sobre todo las que hacen referencia a "faltas a la moral", la "decencia pública", o "las buenas costumbres") que se aplican de manera selectiva contra las minorías sexuales; la total impunidad de los asesinos y agresores de gays y de lesbianas; redadas y allanamientos en los bares y lugares de encuentro gay. Por desgracia, informó Negroni, resulta muy difícil documentar estas y otras violaciones a los derechos humanos porque "el estigma y el silencio que rodean al lesbianismo y a la homosexualidad impiden que esas personas busquen ayuda o denuncien la violencia que sufren". A este panorama hay que añadir lo que Carlos Bonfil señaló en su ponencia: los costos sociales y los estragos psicológicos de la homofobia --"ese virus latente del odio y del desprecio a lesbianas y homosexuales que sólo espera una oportunidad para reactivarse". Al respecto, Rafael Cruz, del Grupo Homosexual de Acción e Información, preguntó: "¿cuál es el costo que paga la sociedad por generar individuos con muy baja autoestima, imposibilitados para desarrollar todo su potencial de facultades?"
Por su parte, el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del D.F., Luis de la Barreda, comparó la persecución y discriminación que han padecido estas minorías a la persecución por motivos religiosos o ideológicos. "Es increíble --dijo-- que al final del siglo la sociedad aún siga debatiendo acerca del reconocimiento de los derechos de algunos de sus miembros", aunque consideró que la actual legislación mexicana garantiza los derechos humanos de todas las personas sin importar su preferencia sexual.
La mayoría de las participaciones también se inclinó por penalizar el trato discriminatorio. Para ello tendrían que reformarse algunos artículos del Código Penal para el Distrito Federal. De ese mismo Código, muchos de los participantes pidieron que se quitara del artículo 201, que se refiere a la corrupción de menores, la referencia al homosexualismo y a las prácticas homosexuales como agravantes del delito. El sexólogo Oscar Chávez cuestionó: "Si la práctica homosexual no es delictiva, ¿por qué es una agravante?" Y refirió que algunos reglamentos dejan las puertas abiertas a la represión y extorsión de las personas en función de la expresión pública de los afectos. Como aquellos apartados que hablan de proteger "el orden público", "la moral y las buenas costumbres". "Esos conceptos --dijo-- deben precisarse para evitar que la evaluación dependa de un agente de policía o de un moralista a ultranza." Otra de las demandas casi unánimes fue la de elaborar programas de capacitación y sensibilización sobre el tema a todo el personal que labora en las procuradurías y los ministerios públicos.
En un ambiente de tolerancia y pluralidad, por momentos hasta festivo, también se dio voz a la "disidencia". De entrada la maestra en derecho familiar Patricia Barrera Rivera, anunció: "Yo difiero totalmente", para en seguida señalar que la minoría lésbico-gay "no es una minoría discriminada porque no se encuadra dentro de los motivos de discriminación que señalan los tratados internacionales". Y después de tomar aire soltó: "no se les puede permitir tergiversar el derecho para que quepan sus apetencias sexuales". En respuesta, los abogados Rodolfo Millán y Pedro Morales expusieron que la normativa internacional de derechos humanos habla de la no discriminación por motivos de raza, color, sexo, religión, etcétera, o de cualquier otra índole o condición, en donde quedaría incluida la discriminación por orientación sexual.
En la Declaración final, los diputados organizadores y las y los participantes, se comprometieron a "combatir la discriminación en cualquiera de sus formas, y en específico por motivo de orientación sexual", y anunciaron su propósito de buscar "que se legisle a nivel local y federal el derecho a la no discriminación".
Sr. Alejandro Brito, director del suplemento Letra S
He leído con interés los comentarios vertidos alrededor de su publicación por el periódico Nuevo Criterio y me siento con la obligación de externar algunos puntos de vista: Yo soy médico pediatra, padre de dos hijas adolescentes, cristiano y (aferrado, dirán) católico.
Soy asiduo lector del suplemento Letra S, así como del periódico que lo publica. Los artículos contenidos en Letra S han sido material, en más de una ocasión, para leer y discutir en familia con mis esposa e hijas, por lo que me uno a la opinión de Arnoldo Kraus y Marta Lamas, quienes califican al suplemento como una publicación espléndida, además de seria y rigurosa. Me ha sorprendido, del suplemento, el comprometido interés por informar sobre los avances en la investigación alrededor de la etiopatogenia y tratamiento del sida, obteniendo de él en ocasiones verdaderas primicias de información científica, rigurosa y original. Más de un artículo nos ha servido, a mi esposa y a mí, como material para brindar a nuestras hijas orientación sobre sexualidad y, no se diga, sobre tolerancia, respeto y autoestima.
No dudo en calificar, dado lo comprometido de la causa del suplemento, la gente que lo inspira y lo digno y serio del tratamiento que le dan, como gratamente inspirada, como pocas publicaciones, del espíritu y caridad cristianos.
Reciban una sincera felicitación de mi parte y espero que su publicación se mantenga como hasta ahora y aún más, se fortalezca.
Jorge Fuentevilla
Mazatlán, Sin.
Carta resumida. Agradecemos a los compañeros y compañeras de Sexualidad y Justicia, Católicas por el Derecho a Decidir, Sipam, y a todas las organizaciones y personas que nos manifestaron su solidaridad.