Astillero Ť Julio Hernández López
Casos como los de Fobaproa, El Divino y Jorge Lankenau, entre muchos otros, como el relativamente silenciado de Carlos Cabal Peniche, están produciendo un acelerado y peligroso desgaste de la ya de por sí muy adelgazada confianza ciudadana en sus instituciones y leyes.
Convertidos en verdaderos casos de subversión social (en cuanto producen irritación colectiva y ánimo de desobediencia de normas y procedimientos, e incitan a cambiar con energía todo el sistema político y jurídico), los delitos de cuello blanco golpean la conciencia social y ahondan la grave fractura existente entre quienes nada, muy poco o cada vez menos tienen y los soberbios e impunes concentradores de las grandes fortunas.
El derecho, como instrumento normativo para la convivencia social, está mostrando así, día con día, que ha quedado rebasado por la nueva realidad. Durante décadas, México sobrellevó las fallas y deficiencias de las estructuras de procuración y administración de justicia, pero hoy ya no hay nada capaz de sujetar a los individuos a un verdadero imperio de la ley, respetado y aceptado.
Uno de los riesgos de ese desfasamiento de la normatividad respecto a la realidad es el fomento de la creencia de que con más mano dura se pudiesen corregir los problemas crecientes. O el suponer que con iniciativas y más iniciativas de reformas y nuevas leyes se podrían lograr avances en esta materia.
En realidad, lo que se impone es el debate profundo sobre el marco jurídico vigente y su manera de aplicarlo. No es exagerado decir que una de las tareas obligadas para el Poder Legislativo va siendo ya no sólo el remiendo o la mejoría parcial, sino la revisión integral, acaso nuevamente constitutiva.
Daña profundamente al espíritu social presenciar los casos de los banqueros, empresarios y negociantes que hicieron malabarismos diversos para apropiarse del dinero ajeno. Ver ayer a Lankenau, hoy a El Divino y mañana a los damnificados del Fobaproa disfrutar sus riquezas sin recato, mientras las cárceles están congestionadas de inocentes o de delincuentes menores, es una verdadera infamia.
Pero las leyes lo permiten, porque ya no garantizan hoy justicia, ni equidad, pues son un conjunto de plastilina acomodable a los intereses de los poderosos. Un buen abogado, de carísimos honorarios, puede salvar al peor criminal de las incomodidades y las sanciones que con exceso le serían adjudicadas a un hombre sin fortuna, como lo ha demostrado más de una vez el senador y abogado de delincuentes de cuello blanco, Salvador Rocha Díaz.
México avanza con rapidez hacia el año 2000, que será el punto de enfrentamiento de una creciente exigencia nacional de cambios y de una poderosa trama de intereses resistentes a ellos.
Es posible que ya, desde ahora, deba comenzar a pensarse en una revisión integral de leyes e instituciones.
El 2000 podría ser no sólo un año importantísimo para la elección de nuevos representantes populares, sino también para un proceso que lleve a crear una nueva Constitución, nuevas leyes, nuevas instituciones y nuevas esperanzas.
¿Para bien o para mal?
El CEN del PRI ha tomado la decisión de que sus delegados en los estados de Puebla y Sinaloa sean Jaime Aguilar Alvarez y Marco Antonio León, respectivamente.
Ello representa que los responsables de sacar adelante las elecciones de Melquiades Morales y de Juan S. Millán serán el propio gobernador Manuel Bartlett, en el caso poblano, y el presidente nacional del PRI, Mariano Palacios, en el sinaloense.
Ambas decisiones muestran las preocupaciones y reticencias de grupos hegemónicos en cada entidad. En Puebla, el gobernador Bartlett impulsó a su gallo, el diputado federal José Luis Flores, y perdió frente a un populachero dinosaurio, Melquiades Morales (un nada tecnocrático abogado moreno y de pelo lacio que no habla inglés pero presume de tener 2 mil compadres, quien supo juntar a su alrededor a los grupos priístas resentidos y desplazados durante el gobierno bartlettista).
Tempranamente amenazado en su hegemonía (recuérdese que en la toma de posesión de Melquiades fue saludada con una rechifla la mención de que Bartlett había sido imparcial en las elecciones primarias priístas), el ex secretario de Gobernación ha decidido hacer saber a todo mundo quién es el que manda (todavía) en Puebla.
Por ello colocó a Jaime Aguilar Alvarez como delegado, pues este personaje es absoluta, total e irreversiblemente fiel a Bartlett y a nadie más. El será el puente de negociaciones y de ayudas. Ya nada más falta que Bartlett le encaje a Melquiades (que está para dar clases en la materia) a José María Morfín Patraca, famoso transmutador de plomo en oro, como comandante en jefe de las futuras operaciones electorales.
En Sinaloa, donde las huestes labastidistas siguen sin digerir la victoria de Juan S. Millán, Palacios Alcocer está por enviar como delegado a su paisano Marco Antonio León, quien duró largos años como presidente del PRI queretano. De esta manera, los intereses del CEN del PRI estarán atentos a las maniobras de los seguidores de Lauro Díaz Castro (es decir, de Francisco Labastida Ochoa), habida cuenta de que, como históricamente ha sucedido, entre Bucareli e Insurgentes Norte hay frecuentes desacuerdos respecto a lo que se debe hacer en materia priísta en todo el país y, desde luego, respecto a Sinaloa.
Los nombramientos tienen también un ingrediente como de suspenso cinematográfico: ¿Esos delegados, tan dependientes de sus jefes, van a ayudar a los candidatos, o a hacerse de los controles para cualesquier eventualidad perdedora que les sea ordenada? ¡Ah!, las historias de las concertacesiones, de los conflictos postelectorales, de las caídas de gobernadores indeseados para dar paso a interinatos de los realmente siempre preferidos...
Astillas: Hoy, la Fraternidad de Reporteros que dirige Juan Bautista tiene una agenda de actividades contrastante con las celebraciones acartonadas y oficialistas de la llamada libertad de prensa. A las 12 del día, en avenida Juárez 88, tercer piso, que es el domicilio de la citada organización, habrá una mesa redonda sobre periodismo y poder en la que participarán Miguel Angel Granados Chapa, Fidel Samaniego y el autor de esta columna. Allí mismo se anunciará el nombre del ganador del Premio Anual de Periodismo que por tercera ocasión otorgará la Fraternidad y que se entregará formalmente por la noche, en el marco alegre del baile que habrá en el auditorio de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE).
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