La Jornada 5 de junio de 1998

Las canciones se vengan de la vida cotidiana, la corrigen y la mejoran

Pablo Espinosa/ II y última Ť Es tarde de junio en Coyoacán. Hace calor en Ciudad Apocalipsis pero las ideas de Joaquín Sabina y Fito Páez refrescan el ambiente de la estancia.

Ambos, el rosarino y el madrileño, en entrevista:

--¿Será que la música pop en español no ha encontrado su prosodia?

--La encontró antes en Argentina, con Yupanqui, Discépolo, Charly García, Spinetta y todos los que ha mencionado Fito. Una de las carencias españolas que trataba de eliminar o al menos paliar en este disco, Enemigos íntimos, que hemos hecho juntos, es que en España se perdieron a Charly, a Spinetta y a Fito durante mucho tiempo. Ellos inventaron un lenguaje en español sin el menor complejo, con mucha desfachatez y mucho talento. En España, en cambio, yo me indigno mucho con las letras. Joder, no tienen que ser Borges o Shakespeare, basta con que sepan gramática. Vaya, a veces ponen sujeto en plural y verbo en singular. Joder.

--No sé gramática --dice Fito-- ni he estudiado en ninguna universidad. A lo mejor hay un sentido propio de la sonoridad, o que el cuerpo te pide las palabras que tienen una ubicación en el espacio.

Respirar otras músicas

--Desde el lado de la música, ¿cómo le entran ambos a la prosodia?

--Ahí no es tan riguroso el asunto --responde Fito-- porque se trata de un lenguaje más abstracto. Nosotros, le decía el otro día al productor estadunidense Phil Ramone, tuvimos la suerte de escuchar a Sinatra, a Duke Ellington, a Coltrane, y ustedes en Estados Unidos no conocen por ejemplo a Goyeneche. ¿A qué viene esto? A que por nuestra situación de país periférico, podemos tener contacto con Sinatra y con Goyeneche por igual, y eso en términos lúdicos te da una libertad impresionante, porque con que uno pueda respirar la emoción de cada uno de esos músicos tan diferentes, ya te pertenecen. En Enemigos íntimos puedes, así, encontrar el formato clasiquísimo de los años cuarenta, con el tema Cecilia, a lo Count Basie, y encuentras también a un Astor Piazzolla en Flores en su entierro, es decir, que la relectura de los elementos es muy libre.

--O Lennon, en Si volvieran los dragones --le recuerda Sabina.

--Sí, en esa canción los Beatles y el tango se toman un trago, ¿vijte? Se ha hablado siempre del tema de la colonización o del anglosajonamiento de la música, pero yo digo que si una cosa buena han tenido la informática y el desarrollo de la tecnología, ha sido el poder respirar otras músicas y tener otros puntos de contacto.

--Regresando a la pregunta de la prosodia desde la música, a ti, Joaquín, te han reprochado mucho tal balance...

--Sí, muchas veces discutí esa crítica, que es injusta, porque lo que sucedía es que como las letras parece que brillaban, se tendía a pensar que había un desequilibrio con la música. Yo no lo creo así, porque nunca pensé que estaba escribiendo poesía sino canciones, y en ellas la música y la letra son absolutamente inseparables. En este disco con Fito, como son canciones hechas entre ambos, he viajado con mucho gusto a otro terreno. Creo que había un poco de injusticia en decir, respecto de mis canciones anteriores: qué bonitas letras, porque la música se sostenía por sí sola también. Aunque entiendo, por otra parte, por qué se fijaban tanto en las letras, en todo caso no creo que especialmente por talento mío, sino por desidia y descuido de los demás. Desidia y descuido respecto del lenguaje, de la prosodia.

De la ciénega al paraíso

--Según Joaquín, las canciones son fotografías sentimentales de la realidad, ¿cuál sería tu aproximación, Fito?

--No estoy de acuerdo con eso de las fotografías. No puede haber un retrato de la realidad, porque la realidad está llena de realidades. Cada uno de nosotros es una subjetividad.

--Bueno, está bien: la canción inventa otra realidad --concede Sabina.

--Si hablamos de la canción en términos reales, no --remata Fito Páez. Creo que en ese caso, si la canción inventa una realidad, crea una nueva subjetividad. Pero la realidad en términos de vida cotidiana no es más importante que el lirismo o la abstracción.

--Las canciones se dirigen directamente a las emociones, no a la cabeza --mueve Sabina rey y torre: enroque.

--Cuando escucho la palabra realidad --enfila Fito alfil --me suena como a vida cotidiana.

--No, lo que hacen las canciones de repente es vengarse de la vida cotidiana, la corrigen, la mejoran --come el flaco Sabina peón de alfil.

--¿De qué manera?

--Me gusta mucho la palabra mentira, la uso mucho en cada disco --responde en medio de una bocanada de Ducados el madrileño --porque esconde una enorme verdad que consiste en buscarle el lado oculto a la realidad, a los sueños, que también pertenecen a la realidad. Cuando las personas me dicen que todo lo que digo lo he vivido, naturalmente que no es verdad: lo he soñado, imaginado o ya lo vive la canción. No importa entonces mucho si es autobiográfica o una fotocopia de la realidad, lo que importa es si la canción es buena o mala.

--Entre la veintena de canciones que hicieron ambos y de las que publicaron 14 de ellas en Enemigos íntimos, ¿rondó algún espíritu unitario en torno de todas ellas?

--Nunca tuvimos esa pretensión de concepto --ataja Fito.

--Cuando estábamos acabando el disco --revira el poeta Sabina-- y una vez vistas todas las canciones, sí recuerdo alguna noche un pensamiento: que había salido, de todo ese conjunto, una acuarela del caos de fin de milenio, pero eso fue a posteriori, viéndolas todas juntas.

--Sí, viéndolas funcionar juntas es diferente, pero no nos movemos como en el cine, donde necesitas un guión y todo tiene que ser muy orgánico, de lo contrario no funciona. El disco lo hicimos, en cambio, de una manera libre, sin guión, viendo paso a paso en qué ciénaga o en qué paraíso nos metíamos, sin plan previo.

--¿Estás de acuerdo con lo de ``acuarela de fin de siglo'', Fito?

--Puede ser... Este es un disco que me gusta pensarlo como de canciones. Me gusta pensar que en el fin de siglo hay unos tipos a los que todavía les gustan las canciones.

--Me acuerdo --le insiste Sabina --que hablamos de eso, que había resultado del conjunto de todas las canciones una especie de acuarela del caos, de la desesperación de fin de siglo, de la energía también: del despertarse por la mañana sin creer en nada, pero diciéndose a sí mismo que sí cree en todo, para poder vivir.

Retratar nueve meses de vida

--¿Había la voluntad de hacer un disco de canciones diferentes entre sí?

--Sí --conviene Fito-- sabíamos que yo soy muy ecléctico en música y que Joaquín iba a estar detrás de los textos. El sello era ése. Pero no nos impusimos temáticas ni géneros ni nada.

--Para mí el solo hecho de trabajar con las estructuras armónicas y las melodías de Fito era ya un salto suficientemente grande.

--Lo que me interesa y mucho --resume Páez --es defender la idea lúdica de hablar desde mí, no desde los géneros.

--Enemigos íntimos --remata el español Joaquín Sabina --es un retrato de nuestra vida en estos nueve meses. Ahí estamos los dos, retratados.