INFORMADORES ANTE EL MICROFONO
Arturo García Hernández y Elena Gallegos Ť Durante años Televisa se ganó a pulso la fama de progubernamental, reconoce el periodista Guillermo Ortega Ruiz; y ahora, a pulso, tiene que ganarse la confianza de la sociedad: ``Este es otro país, otra sociedad, y Televisa tiene que ser otra empresa. Estamos en un proceso muy avanzado de apertura que no tiene reversa, la gente no lo permitiría. La televisión es mucho más de la sociedad que del gobierno''.
Conductor del Noticiario de la noche, a la cabeza como el espacio informativo con mayor rating de la pantalla chica, Ortega hace un recuento de ese cambio que ``empezó hace casi 10 años''. Miembro del ``gremio de los que no pertenecen a nadie'', describe a la televisión como el ``hermano menor'' de la prensa escrita y el radio, los cuales la antecedieron en el cambio pero, justifica, éste ha sido gradual en Televisa: ``De lo contrario, se corría el riesgo de generar un incendio de consecuencias peores que la crisis en turno''.
El ``respeto, gratitud y cariño'' que siente por Jacobo Zabludovsky no le impiden señalar el papel que jugó en la falta de credibilidad de Televisa: ``Cuando un comunicador te habla igual de López Mateos que de Salinas o de Díaz Ordaz que de López Portillo, hay un desgaste''. Se ve a sí mismo como elemento de transición entre el proyecto periodístico de Emilio Azcárraga Milmo y el de Emilio Azcárraga Jean. Admite que Televisión Azteca dio el primer paso en hacer noticiarios con otra mentalidad y otros conceptos.
-¿Es plena hoy la libertad de expresión en la televisión?
-Creo que sí. Hemos llegado a una etapa como nunca se había dado, y es parte de un proceso que tuvo que seguir muchos descalabros, muchos tropiezos, muchos aciertos, hasta llegar a este punto donde hay libertad prácticamente plena.
Apertura sin deslices
De acuerdo con Ortega, el cambio se inició después de la elección de Carlos Salinas como presidente de la República: ``Con todas las implicaciones que tuvo, con todas las dudas que generó, don Emilio Azcárraga Milmo me llamó a su oficina y me dijo: `Oye, estos cuates sabían cómo hacerle, pero ahora nos han demostrado que ya no saben. Este es otro país, esta es otra sociedad y Televisa tiene que ser otra empresa. La oficina que vas a ocupar ahora, si aceptas, fue la que se encargó de contener, de limitar, de conducir. Ahora es una oficina que se tiene que ocupar de abrir y conducir, pero la apertura, no la cerrazón''.
-¿Qué responsabilidades exige esta etapa?
-Las responsabilidades no son de esta etapa, son de siempre. En la medida en que es mayor la masividad de un medio, mayor es la responsabilidad. Precisamente, lo gradual de la apertura en Televisa tuvo que ver con la responsabilidad del medio para no generar una explosión social en momentos en los que la gente está tan indignada por tantos actos de corrupción, tantos abusos, tantos malos gobiernos, tantas promesas incumplidas.
-¿Cómo conduce Televisa su apertura?
-Evitando los deslices. En este ejercicio nuevo de la política encuentras que los políticos cometen unos deslices pavorosos e incurren en actitudes de inmadurez. Tienes que medir todo eso hasta que la gente acepte cosas que en el pasado hubieran resultado incendiarias. Por ejemplo, si hace 10 años hubiéramos puesto en Televisa a (Porfirio) Muñoz Ledo diciendo las cosas que dice hoy, el presidente se hubiera hecho el hara kiri. Ahora ya no pasa eso, pero al mismo tiempo Porfirio se da cuenta de que ya no puede hablar en el mismo tono, porque ya no es el mismo político opositor ni su partido está en la misma circunstancia. Ya no puedes jugarle al fanático de la política. Así se conduce la apertura. No es por una llamada del secretario de Gobernación o del presidente, sino la famosa autorregulación de los medios.
-¿Cómo marcaría el cambio en Televisa?
-Estaba Jacobo y ya no está.
-¿Y qué hechos sociales concretos?
-Hemos evolucionado en muchos campos. Ricardo Rocha sacó el problema de los desplazados en Chiapas, que derivó en la masacre de Acteal: transmitió un video inédito de la matanza de Aguas Blancas. Hemos podido distanciarnos del gobierno, provenga del partido que provenga, y nos hemos acercado a las causas sociales.
-La gente no podía saber de esa cordura, y lo cierto es que Televisa perdió credibilidad.
-Es muy delicado, pero se tiene que decir y lo digo con el respeto, el cariño, la gratitud y la amistad que siento por Jacobo (Zabludovsky), pero cuando un comunicador te habla igual de López Mateos que de Salinas y entre uno y otro ha pasado equis cantidad de sexenios; cuando se habla bien igual de Díaz Ordaz que de Echeverría, de López Portillo que de De la Madrid y de Carlos Salinas, ¡hay un desgaste! Todos esos fueron gobiernos que nos hicieron enfrentarnos a crisis sociales, políticas o económicas, y que incumplieron promesas.
``Cuando eres el hombre que no sólo informa sino que avala una serie de principios que nos se cumplen, ¡acabas desgastándote! Frente al cambio que se estaba dando, un gran error de Televisa fue no marcar la frontera ante un sistema con medios y oposición cómplices, ante un gobierno monolítico, dictatorial.''
-¿El desgaste alcanzó a Guillermo Ortega?
-Ese desgaste alcanzó a todo mundo. Difícilmente hoy los medios impresos, radiofónicos o televisivos se pueden deslindar de su complicidad en aquellos juegos del poder. ¿Quién lo puede hacer? ¡El que esté libre de culpa que lance la primera piedra! Pero este tipo de reflexiones no vienen al caso, son poco constructivas.
``Sí, a lo mejor yo tengo una parte de culpabilidad. Trabajo en Televisa desde hace 22 años. Pero hay una parte de culpabilidad en todos. Lo importante no es saber quiénes son los culpables y quiénes son los inocentes. ¿Hay inocentes? Lo importante es que este país cambió impulsado por la sociedad, no por el gobierno, no por los partidos.
``Estoy en la Televisa de los cambios, en la de Emilio Azcárraga Jean, es la Televisa de una generación de jóvenes ejecutivos que quiere ver otro México. A mí no me llaman el amarillismo ni la nota roja o el sensacionalismo, lo que me llama es el nuevo periodismo de encabezados atractivos, de notas comprometidas, de equilibrios en la presentación de testimonios.''
-Cuando se hizo cargo del noticiario de la noche hubo muchas apuestas en su contra, y se dijo que su propuesta se parecía a la que ofrecía Televisión Azteca.
-Televisa se vio metida en un camino que parecía no tener salida. Habíamos esperado demasiado para dar el paso y estábamos entrampados en una situación que nosotros mismos creamos al retrasar el cambio. Pero teníamos que sustituir al hombre que había hecho durante 27 años el noticiario de la noche, con sus grandes ventajas y desventajas, ¡Jacobo Zabludovsky! Cuando se hace un cambio de esa magnitud todo mundo opina, todo mundo tiene la mejor idea.
``Otro punto es que la televisión ha evolucionado en la forma de producir noticias. Cuando Tv Azteca se privatiza, el grupo que la compra se asocia con la NBC y trae a su gente para enseñar a hacer noticiarios con otra mentalidad y otros conceptos. Ellos dan el paso antes que nosotros, eso es innegable. Cuando nosotros damos el paso también nos asesoramos y tomamos los esquemas únicos, infranqueables, inviolables, utilizados por la televisión noticiosa estadunidense con buenos resultados.''
-¿Por eso se parecen a Televisión Azteca?
-Salimos con un proyecto parecido. No me gusta decir que es igual. No siento que me parezca al conductor de ellos (Javier Alatorre), ni tengo una historia siquiera similar a la de él. Tampoco Televisa tiene una historia similar a la de Tv Azteca.
``Hace 22 años, cuando empecé a trabajar en Televisa, sus noticiarios ya tenían una fuerza que luego se perdió en el camino del absurdo. Nuestro trabajo no comenzó anteayer. Hemos marcado una distancia muy clara. Lo que empezó siendo un proyecto un poco gritón, a lo mejor amarillista, inclinado a la nota roja, ha retomado el camino para convertirse en un proyecto que quiere hacer la crónica diaria de la noticia en la televisión de una manera honesta, firme, ética, comprometida y profesional.''
-Cuando Zabludovsky se despidió, soltó una frase que para muchos fue de doble filo: ``Tendrás el éxito que te mereces''. ¿Cómo la leyó Guillermo Ortega Ruiz?
-Cada quien lee como quiere, según su conciencia. Yo la leí según la mía y creo que me deseó buena suerte. Eso creo.
-¿Hace el noticiario que quiere hacer?
-El que estoy haciendo es el noticiario que quiero hacer. Frente a todos los que pensaban que era una silla demasiado grande, frente a quienes creían que había otros con más méritos familiares o profesionales, lo que he hecho es trabajar y el proyecto que emprendimos con Al despertar, por la mañana, funcionó de tal manera bien durante seis años que ha dado resultados en la noche.
-En esta etapa de apertura y competencia por las audiencias, ¿la televisión ha lindado el límite de lo permisible?
-Los medios son hechos por seres humanos y por ello están expuestos a los mismos pecados que los seres humanos. ¡Hablemos de la prensa escrita¡ ¿Alarma es un orgullo de la prensa escrita? ¿Alerta lo es? No quiero hacer la nota roja en la televisión, no me atrae.
``Produje el programa A sangre fría, llamado por la empresa para hacer algo que revirtiera una competencia, y más temprano que tarde Televisa canceló un proyecto que no va con nosotros. Es lo peor que he hecho en mi vida como periodista: sin calidad, sin principios éticos, sin respeto a la familia. Se canceló, y el día que se tomó la decisión, aplaudimos.
``A Sangre fría era como la televisión chismosa del espectáculo, que está de moda pero va a pasar. Me interesa hacer un programa que no pase, que se quede aunque me vaya. Me interesa preparar para Televisa la generación que sigue. Me entiendo como una gente en tránsito. Soy una transición entre la generación de Azcárraga Milmo, con Jacobo, etcétera, y la de Azcárraga Jean, ¡un hombre de 30 años!
``Le tengo que preparar a Emilio Azcárraga Jean a su comunicador, para que cuando él cumpla 40 años tenga un comunicador de su misma generación y vuelva a haber un orden. Porque aquí, de repente, en aras de cuidarle el puesto a no sé quién, se eliminó a gente valiosísima que pudo haber crecido para bien de la televisión.
``Soy dos generaciones después de la de Jacobo. ¿Qué pasó con ellas? Las eliminaron. ¿Por qué? No sé, pero eso debió haber seguido un curso más normal. Luego, entre la generación de Emilio Azcárraga Milmo y la de Emilio Azcárraga Jean hay un mundo, un abismo; hubo un desajuste y por eso no se dio la transición natural entre generaciones. Tenemos que llegar a la normalidad y no voy a ser un estorbo.''
Compromiso social
En Televisa existió una oficina de censura: ``A los reporteros que habíamos pasado el día en la calle consiguiendo testimonios, grabando imágenes, buscando entrevistas, nos resultaba muy doloroso que antes de terminar la nota viniera el censor a saber qué traíamos. Veía siempre las notas por encima de nuestro hombro y avisaba a los altos mandos, quienes decidían si entraban o no. Muchas veces, antes de terminar la nota regresaba el censor y decía: `¡No va a ir, ni te esfuerces!''
Al hacerse cargo del Noticiario de la noche vivió una experiencia que ilustra bien lo que en otros tiempos sucedía: ``Un funcionario público de alto nivel me llamó y me dijo: `Oye, me mandas la unidad a las seis de la mañana'. ¿Qué función tienes aquí en Televisa? ¿Te nombraron vicepresidente? ¿Ya manejas las unidades?, le repliqué. `No, es para la entrevista', respondió. Yo no he pedido una entrevista, le insistí. `Bueno es que mañana hago anuncio y pensaba en la entrevista de la noche', defendió. En la noche no se hacen entrevistas que no están solicitadas, corté''.
Esa Televisa ya no existe. Está en el pasado. Se quedó en la historia. Esa Televisa ya no hace eso y sólo tiene un compromiso con la sociedad, con nadie más. Eso dice Guillermo Ortega Ruiz.