La Jornada domingo 7 de junio de 1998

Horacio Flores de la Peña
El caos (Primera parte)

Cada vez resulta más evidente que el gobierno se mueve en un caos político, económico y administrativo sin precedente en México. No hay día que no se compruebe lo anterior por las acciones de los secretarios de Estado que se oponen a los objetivos tanto del Presidente como de los diferentes órganos de gobierno y, sobre todo, son contrarias al interés del país. México sobrevive en medio de tanta corrupción e ineptitud porque es demasiado grande y fuerte para que se lo acaben las embestidas de la política neoliberal y de los tecnócratas encargados de instrumentarla.

Pero el país sí está en peligro y es urgente que esta tecnocracia salga cuanto antes de Los Pinos y del gobierno y vuelva al bajo mundo de la iniciativa privada de donde nunca debió salir. Si tanto les preocupa cuidar a las empresas privadas y a los bancos, que lo hagan a su servicio, abiertamente, y no como servidores públicos.

En el sector político, la Secretaría de Gobernación no ha podido resolver ninguno de los problemas importantes que se le encargaron; al contrario, con sus torpezas y la estridencia de sus voceros, cada día los agrava más, trátese de Chiapas, que es el más serio, o de los problemas políticos locales que amenazan con crear Chiapas por todos lados.

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) logra desprestigiarnos, y parece que lo hace con singular entusiasmo. En el asunto Casablanca los estadunidenses ni siquiera han contestado la nota del embajador mexicano en Washington, ¡el pobre! Tampoco han logrado que Estados Unidos designe embajador en México. Tal vez porque no lo necesitan, tienen a sus órdenes a todo el gobierno, no hay un secretario que se niegue a servir de tinterillo de sus intereses.

Por eso la reacción de la SRE ante el operativo Casablanca fue tardía, tibia y temerosa. Con miedo no se defiende a México. Por otro lado, sus mensajeros en Europa compiten por el ridículo con el seleccionado mexicano de futbol.

En la política gris del secretario de Comercio, Herminio Blanco, los errores son de antología: tanto en precios, en el TLC (donde siempre nos toca perder) como en la ausencia de una política industrial y en el temor y titubeo con que se toman las decisiones. Esta secretaría no promueve la estabilidad ni el crecimiento y equilibrio de la industria y del comercio. Parece que trabaja para otro país y no para México... ¡Puede ser!

El que se llevó las palmas armando programas económicos contra México fue el señor Guillermo Ortiz. Primero fue la privatización de la banca que él manejó como subsecretario de Hacienda. Hubo de todo y lo sabemos sólo por rumores. El proceso de privatización de la banca debería ser investigado por el Congreso; si lo que sabemos no son más que rumores, que se aclaren, y si son ciertos que se señalen a los culpables ya sus cómplices, y que se les castigue.

Acostumbrado a hacer lo que deseaba o lo que le ordenaban, aunque no fuera legal, creó el Fobaproa. El sistema se hizo para salvar a los banqueros y a sus bancos y no a los ahorradores. Esto es una gran mentira. El Congreso debe revisar este fondo, porque se creó sin su consentimiento y este órgano legislativo es el único autorizado para hacerlo.

Si se quiere salvar al sistema bancario que se haga con los bancos que lo merecen por honestidad y eficiencia; a los otros que los salve el Estado después de estudiar caso por caso y de castigar a los culpables. En cualquier país medianamente organizado a quien resulta culpable de un acto ilegal, como el Fobaproa, se le despide y se le castiga, y no se le nombra director del Banco Central.

En México debemos aceptar que en el mundo de los negocios se respeten dos principios: primero, que empresa que sale mal quiebre; y segundo, no confundir al Estado con un seguro permanente para la ineficiencia y la deshonestidad. Sólo así podremos tener un sistema de negocios donde cada quien sea responsable de sus actos y juzgado en consecuencia.

Ahora, el gobierno ha empezado a mover su torpe aparato de propaganda a través del señor Gamboa, para crear pánico y asustar a los diputados con el petate del muerto sobre una probable quiebra del sistema bancario. Pero el director del Banco de México y el secretario de Hacienda y sus cincuenta subsecretarios no deben contribuir a crear un pánico artificial. Esto es inmoral, deshonesto, mentiroso y perjudica al país.

A esto se debe también que el presidente de la Comisión de Hacienda del Congreso, un economista que sabe bien que está mintiendo, haya empezado a utilizar el terror como forma de ganar votos. Si el PRI sigue este camino, se está liquidando en forma anticipada.

Algunas declaraciones de diputados del PAN y el PRD han caído en la misma trampa, espero que se corrijan a tiempo, en ello les va su futuro y la confianza de sus militantes.

Tal vez este caos explica que el Presidente se desplace de un lugar a otro del país para decir discursos incoherentes, repetitivos, fuera de tiempo y que, en última instancia, a nadie convencen. Ha de ser terrible sentir que la gobernabilidad se le escapa, día a día, y eso nos aterra a todos, no sólo a él. Los que criticamos buscamos la estabilidad, pero dentro de un marco de respeto a la ley y de honestidad que hoy, desgraciadamente, no existe.