200 mil personas participaron en la Fête du football, en la Plaza de la Concordia
Agencias, París, 9 de junio Ť París realizó estemartes una gigantesca fiesta callejera para lanzar el Mundial de Francia 98, el último gran certamen del siglo XX y el mayor jamás realizado desde el comienzo de su disputa cuatrianual en 1930.
Color, música y danza se extendieron por cuatro avenidas de la Ciudad Luz, por donde desfilaron otros tantos enormes muñecos de 20 metros de altura que, acompañados por un séquito, confluyeron en la Plaza de la Concordia, para un espectáculo final nocturno.
La llamada Fiesta del Futbol, que duró más de seis horas con una asistencia de unas 200 mil personas, anunció el inicio de la justa deportiva que este miércoles empezará en las canchas.
Los gigantes de acero partieron del Arco del Triunfo, el Campo de Marte, el Puente Nuevo y la Opera Garnier, clásicos de París, y en su recorrido un séquito de artistas (unos 4 mil 500) realizó diversos cuadros con matices políticos o fantásticos.
Pablo representó a un indio latinoamericano, Moussa a un africano, Ho a un asiático y Romeo a la raza blanca. En la representación, Pablo emprende con entusiasmo un acercamiento con la naturaleza, descubriendo los mundos de riqueza, fertilidad y seducción, mientras Moussa descubre la civilización y sus reglas a través de juegos y encuentros. Ho, espiritual y fantástico, realiza descubrimientos vinculados al espíritu, cultura, historia y mitología, y Romeo fundamentalmente se dedica al placer, diversión y culto a la pareja y el amor.
Finalmente los gigantes coincidieron en la Plaza de la Concordia, en cuyo centro el obelisco, transformado en Trofeo al Mundial, recibió a múltiples artistas para el espectáculo final, al que los organizadores calcularon una asistencia de 80 mil personas.
Los bailarines y músicos del séquito de los gigantes, con una estética contemporánea en sus vestidos, danzas y percusión, evocaron el encuentro y la confrontación lúdica de los pueblos y sus culturas, así como la universalidad del futbol.
El espectáculo comenzó a prepararse desde 1993 y reunió a cientos de miles de observadores a lo largo del recorrido. Con un presupuesto de casi 5 millones de dólares, el evento requirió 6 mil globos inflables, mil 250 botes de pintura y 100 carretes de 5 mil metros de hilo. Además, intervinieron 4 mil 500 extras, atletas y artistas de diversas disciplinas, incluyendo 1998 niños futbolistas de entre 8 y 13 años, procedentes de numerosos clubes franceses.
Y desde que comenzaron los trabajos en mayo de 1997, la directora de producción, Nathalie Morlot, se constituyó en una verdadera chimenea, al fumar más de 15 mil cigarrillos, se indicó en un informe del comité organizador.
No fueron los franceses quienes destacaron en la fiesta, sino que el liderazgo estuvo a cargo de brasileños y escoceses, además de otros europeos y sudamericanos, como argentinos, chilenos y mexicanos. Mientras los visitantes extranjeros se mostraban extasiados por las celebraciones, los anfitriones parecían ignorar el torneo, molestos incluso con las estrictas medidas de seguridad, los embotellamientos de tránsito y la exuberancia de los turistas.
La afluencia del público obligó a cerrar varias estaciones del metro, para evitar aglomeraciones en torno a la plaza.
Como saldo negro de la fiesta, un comisario resultó herido y fue hospitalizado y 24 policías sufrieron contusiones al sufrir el impacto de botellas y diferentes proyectiles arrojadas por fanáticos. La policía informó de la detención de ocho personas. En tanto, varios automóviles fueron objeto de actos de vandalismo. La dispersión se llevó a cabo sin mayores dificultades.