Masiosare, domingo 14 de junio de 1998


Nueva Cara


Viejas prácticas


Alberto Aguirre M.


Es la paradoja. Hacia afuera, el PRI quiere mostrar una nueva cara, convencer de que ha erradicado al dedazo y coyunturalmente se ha colocado a la vanguardia, en la nominación de sus candidatos a puestos de elección popular.

Pero adentro el aparato funciona como antaño, con sus reglas no escritas, dependiente del gobierno y sometido al presidente de la República.

Con sus dos caras, el PRI vive una polarización mayor que la que hace unos años propició las pugnas en el gabinete de Carlos Salinas.

De un lado está ``el extremo de la ortodoxia'', encarnado en el tradicionalismo de los gobernadores ``duros``, con Manuel Bartlett a la cabeza.

Enfrente, ``el extremo de la tecnocracia'', en la que muchos ubican al propio Presidente, quien hace las veces de protector de los ``presidenciables'' del gabinete que no superan el valladar de los candados.

El reloj marca un cuarto para las doce en la hora del PRI. Y pareciera ser que la línea está dada para que los candados se abroguen en la próxima Asamblea Nacional, a cambio de que no haya un dedazo directo en la designación del candidato a la Presidencia de la República.

A Mariano Palacios Alcocer le tocó encabezar a este ejército de mil generales... y aún no atina a enfilar la nave hacia la tierra prometida de la reforma, pendiente desde la XIV Asamblea.

* * *

En lo que va del sexenio, el PRI ha tenido cuatro presidentes nacionales. Cada uno de ellos ha cubierto una cuota de diez meses, en promedio.

Muy probable es que Mariano Palacios Alcocer supere la vida media de sus antecesores y conduzca a su partido en los procesos electorales de este año, que renovarán 59% de los ayuntamientos del país, diez gubernaturas y más de 45% de los Congresos locales.

Está por cumplir nueve meses al frente del PRI, pues llegó casi sesenta días después de los comicios en los que su partido perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, además de Nuevo León, Querétaro y el Distrito Federal.

La caída electoral tricolor había dejado en la discapacidad política a Humberto Roque Villanueva.

Sonaban como posibles sustitutos Francisco Labastida, entonces titular de la Sagar; el senador Esteban Moctezuma, secretario técnico del Consejo Político Nacional; el ex gobernador de Sonora Manlio Fabio Beltrones, y hasta Emilio Chuayffet.

La torpe actuación del secretario de Gobernación -que encandiló a los legisladores priístas a bloquear la unción de Porfirio Muñoz Ledo como líder camaral, pero negoció oprobiosamente la instalación del Congreso- provocó una minirebelión entre las bancadas priístas.

Al frente de la pequeña revuelta estuvo, con otros, el diputado Mariano Palacios Alcocer, quien en la apertura del primer periodo de la LVII Legislatura dijo a nombre de sus compañeros:

``Que se sepa: los senadores y diputados haremos una enérgica defensa de nuestros derechos. No aceptaremos más ni menos de lo que el pueblo nos ha dado en las urnas''.

Allí -confían algunos de sus colaboradores- se ganó la confianza del Presidente y la presidencia del partido.

Pero llegó en la peor forma. Un día antes de su unción formal, entre alusiones a las hermanas de los reporteros y groserías, Leonardo Rodríguez Alcaine adelantó la llegada del queretano al CEN priísta justo a la puerta de la residencia oficial de Los Pinos.

``Le mataron el discurso. ¿Cómo iba a hablar de democracia interna, si fue beneficiario directo del dedazo?'', lamentan los suyos.

El primer comité de Mariano, sin marianistas

Cuando inició su gestión, Mariano Palacios Alcocer se vio obligado a integrar una directiva ``de consenso''.

En esencia -relatan miembros del CEN- se trató de una dirigencia ``acotada'', porque debió dar juego a grupos influyentes y someterse a ``contrapesos'', como los que significaron la presencia de Socorro Díaz Palacios y Esteban Moctezuma.

En las carteras de mayor peso quedaron dos priístas de la vieja guardia: Artemio Iglesias, en Operación y Acción Política, y Héctor Hugo Olivares, en Elecciones; mientras que Marco Antonio Bernal fue encargado de la Secretaría de Gestión Social.

El diputado federal José Luis Flores, de la corriente bartlista, ocupó la Secretaría de Finanzas. Como coordinador de Acción Política para los estados donde gobierna el PAN fue nombrado el jalisciense Ismael Orozco Loreto, y en el área de Relaciones Internacionales Alfredo Phillips Olmedo.

Sólo dos directamente allegados a Mariano -José Luis Stein Velasco y Alejandro Lambretón- fueron inicialmente incluidos en la directiva priísta, pero en carteras menores.

El grupo de los marianistas lo completan: Sergio Arturo Venegas, su vocero; Eduardo Andrade Sánchez, coordinador de Asuntos Jurídicos; Angel Aceves Saucedo, Florencio Salazar Adame y Guillermo Fonseca Alvarez.

Como secretario técnico del Consejo Político Nacional fue ratificado Esteban Moctezuma. A la Fundación Colosio llegó Rosario Green y al Instituto de Capacitación (Icadep) fue enviado Heriberto Galindo.

En esta etapa, Mariano se reveló como un dirigente ``celoso'', con tendencias a ``congelar'' a los líderes que podrían hacerle sombra políticamente, explican miembros de la dirigencia priísta actualmente en funciones.

Y dicen que con Socorro Díaz tuvo una relación institucional, pero discordante, en líneas discursivas y de acción.

Este CEN del PRI apenas duró 70 días.

La recomposición

En diciembre del año pasado, Esteban Moctezuma renunció a su cargo y fue sustituido por Celso H. Delgado, ex gobernador de Nayarit, quien como operador político ha demostrado poca efectividad. ``Es un cargo honorífico que le debe exclusivamente a Manlio Fabio Beltrones'', señalan priístas que lo acompañan en sus tareas.

Un mes después, Green dejó la fundación para irse a Relaciones Exteriores, mientras Iglesias, Bernal, Olivares y Flores renunciaron a sus cargos para buscar las candidaturas de sus respectivas entidades.

Sus posiciones estuvieron vacantes 130 días.

De ellos, sólo Olivares Ventura tuvo un resultado positivo. Algunos vieron en sus derrotas facturas que las bases del partido les están cobrando a los dirigentes.

La llegada de Carlos Rojas a la Secretaría General permitió que el CEN priísta fuera reconstruido. Biebrich, Stein y Lambretón fueron ascendidos por su jefe a las secretarías de Elecciones, Finanzas y Operación.

Stein es un técnocrata, con larga experiencia en la administración pública y poca carrera de partido. Fue presidente de la Fundación Colosio y originalmente se contaba entre los allegados a Socorro Díaz.

Lambretón -eterno aspirante a la gubernatura de su natal Nuevo León- ha sido diputado federal. Dentro del PRI se le considera un político ``de bajo perfil'' y sin el currículum necesario para manejar una área ``estratégica'' en el PRI.

Al interior del partido, el ascenso de Biebrich fue bien aceptado. Aunque el comentario adicional fue que Palacios Alcocer pagó una ``cuota'' a los colosistas.

Se recuerda, por ejemplo, que Mariano le encargó que hablara a nombre de la dirigencia priísta en la ceremonia conmemorativa del cuarto aniversario luctuoso de Luis Donaldo Colosio.

Marcos Bucio es el ``interlocutor'' de Francisco Labastida. Fue su secretario particular en el gobierno de Sinaloa, pero después ocupó cargos menores en la administración pública federal.

Antes de llegar a Gestión Social, Bucio ocupó una subsecretaría con Socorro Díaz.

Dentro del CEN priísta se interpretó que con Bucio en Gestión Social del PRI y Moctezuma en Sedesol, el control de lo que queda de la política social quedó en manos del grupo político de Labastida.

José Antonio Estefan Garfias, otro bartlista destacado, llegó a la Contraloría en un movimiento reivindicatorio, pues perdió la candidatura al gobierno de Oaxaca frente a José Murat.

La vacante de Rosario Green la ocupó Oscar López Velarde, también relegado en la carrera por la gubernatura de Zacatecas.

Los coordinadores de Acción Legislativa -Arturo Nuñez, Genovevo Figueroa y Manuel Aguilera- y de los sectores -Beatriz Paredes, Elba Esther Gordillo y José Ramírez Gamero- tienen una relación institucional con Palacios y actuán con independencia de acción... pero no económica.

El sector con mayores apuros es el popular. Elba Esther Gordillo ha debido emprender su reorganización con pocos recursos económicos.

Del CEN salieron el chiapaneco Sami David y la quintanarroense Sara Muza Simón, que eran secretarios generales adjuntos para las circunscripciones I (sureste) y II (occidente). Fueron sustituidos por Salvador Rizo Ayala y José Ascención Orihuela.

El tlaxcalteca Mariano González Zarur, después de haber fracasado en su intentona por la candidatura al gobierno de su estado, fue rescatado y quedó en la III circunscripción, del Bajío.

El mexiquense Humberto Lira Mora -ex secretario general de Gobierno cuando Ignacio Pichardo Pagaza pasó por el estado de México y secretario de Acción Electoral, cuando su jefe presidió el PRI- fue encargado de la cuarta circunscripción, que abarca el Distrito Federal.

Y el tamaulipeco Manuel, El Meme, Garza fue ratificado como encargado de la quinta circunscripción, que abarca el estado de México.

Lira y Garza están identificados como destacados miembros del Grupo Atlacomulco y sus reconocidas dotes en la ingeniería electoral les dan una mayor plusvalía.

* * *

Al inicio, Palacios Alcocer avanzó en la formación de su programa de trabajo y en la construcción de una relación sólida con los distintos grupos.

Pero falló en las grandes tareas que surgieron en la coyuntura.

Dentro del PRI le reclaman su falta de pericia ante el desgaste que el partido sufrió por la matanza de Acteal y su fallida intentona de descalificar a Ricardo Monreal.

La imagen de mesura y civilidad que acompaña al queretano lleva meses desaparecida.

La debilidad de Palacios Alcocer ha amparado el crecimiento del ``sindicato de gobernadores'' y, en particular, de Manuel Bartlett, quien ha tenido en la promesa de salvar al partido y la defensa de los candados sus principales puntos de oferta.

A las expresiones del poblano se han sumado otras. Como las de los ex presidentes Miguel de la Madrid y José López Portillo, quienes también alertaron a las bases por el avance de la oposición.

La venganza de los tecnócratas

De los diez candidatos que el PRI seleccionó para competir por las gubernaturas que están en juego este año, la mitad fueron decididas en consultas abiertas.

En Chihuahua, Tlaxcala, Tamaulipas, Sinaloa y Puebla, en la selección pudieron participar todos los ciudadanos inscritos en la lista nominal del Registro Federal de Electores que presentaran su credencial de elector.

El ex diputado Agustín Basave, líder de la corriente ``renacentista'' del PRI, prefiere la suspicacia y no cree que haya una voluntad aperturista detrás de los procesos de selección.

Fue más bien, argumenta, una jugada para ``neutralizar a los dinosaurios y en general a la clase priísta'', en una especie de respuesta de los tecnócratas, por los candados.

Explica: ``Chihuahua les hizo pensar que en elecciones abiertas los priístas tradicionales perderían y ganarían los externos, o por lo menos de no tanta cercanía con la carrera de partido. Y se creyeron que la fórmula les funcionaría para el 2000''.

El tiro, juzga, les ha salido por la culata.

``Se equivocaron. Chihuahua fue un caso excepcional y en los demás estados sucedió exactamente lo contrario: con consulta abierta, ganaron los priístas más priístas''.

Basave imagina: ``Ahora deben estar replanteando todo. Deben darse cuenta que no podemos pensar en convertir al PRI en una especie de maquiladora electoral, que reciba insumos de afuera, los procese, les acople el registro y los exporte''.

Jaime Martínez Veloz, ex integrante de la Cocopa y ex colaborador cercano de Carlos Rojas sostiene:

``Tenemos que establecer reglas de juego claras, que impidan que los gobernadores definan la orientacion del voto, presionen o utilicen los mecanismos que tienen a su alcance para definir quiénes deban ser los candidatos''.

Aspirante en un distrito electoral de Baja California, donde su partido es oposición, Martínez Veloz cree que al abjurar el presidente de la República de su capacidad para decidir candidaturas, se creó un vacío que ahora tratan de llenar los grupos de poder locales.

En ese sentido, dice que es tiempo de abrir la discusión sobre la forma en que habrá de definirse el próximo candidato priísta a la Presidencia, antes de que se convoque formalmente a la XVIII Asamblea.

Avisora una etapa de ``parteaguas'' en la que se podrían abrir las puertas a la democracia interna. Pero advierte: ``Si Mariano y Rojas dejan los hilos sueltos, esto se puede ir al despeñadero''.

Basave coincide: ``Después de la Asamblea, si el PRI renace como un nuevo partido, pase lo que pase en el 2000 tiene asegurado su lugar en el escenario político del siglo XXI. Si no damos este brinco, vamos a perder el poder. Y es que no sabemos aún si fue suficiente perder parte del poder para darnos cuenta del imperativo de renacimiento o si tenemos que perderlo todo para empezar a abrir los ojos, pero ya demasiado tarde''.

En los próximos meses, tecnócratas y dinosaurios batallarán duro por la llave de los candados... y aún es imposible saber quién ganará la batalla, dice Agustín Basave, quien no se creyó mucho lo de que no habrá tapados o candados y está por su permanencia, ``mientras realmente no esté garantizada la democracia interna''.

Dice que, en el peor de los casos, los candados harían que el Presidente ejerciera un dedazo acotado.

``Podría decidir, si no nos queda más remedio, pero va a poder escoger entre quienes nosotros le digamos, los priístas con militancia, con carrera de partido, con puestos de elección popular...''

El último trecho al 2000

El miércoles 13 de mayo, el presidente Zedillo anunció que Carlos Rojas, secretario de Desarrollo Social, había renunciado para ``aceptar la invitación'' de integrarse al CEN del PRI, como secretario general.

La ``sana distancia'' nuevamente quedó en el olvido.

En el CEN del PRI, la llegada de Rojas se interpretó como un ``golpe'' a Mariano y una falta de respeto a las bases. Tan fue así que para evitar posibles brotes de inconformidad, Palacios debió ``cabildear'' con los legisladores del partido y explicarles la importancia de posicionar al ex integrante del gabinete presidencial.

En los pasillos de la sede priísta se comenta, en son de broma: ``Nosotros estábamos exportando gente al PRD. Ahora, las cosas están tan mal, que ha llegado un perredista (Rojas) a la dirigencia del partido''.

Y se hacen apuestas sobre la permanencia del queretano en el cargo. Los más coinciden en que será su responsabilidad convocar y organizar la XVIII Asamblea -programada para noviembre próximo- y nada más.

Su relevo podría adelantarse, si en los comicios de julio y agosto -Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Veracruz y Oaxaca- los resultados no responden a las expectativas tricolores.

Hasta el escritorio de Mariano Palacios han llegado, como los pasados rumores de su ``inminente renuncia'', los nombres de quienes supuestamente podrían sustituirlo: Carlos Rojas, Emilio Chuayffet, Manuel Bartlett...

Muchos ven a Rojas como el sustituto más viable, en un relevo que ocurriría justo después de la Asamblea. Pero la mala recepción que ha tenido en el partido le resta posibilidades.

Algunos ven el regreso de Emilio Chuayffet a la política nacional por la puerta del partido, pero la posibilidad se antoja lejana, por la molestia que generó en los legisladores, cuando la instalación de la actual Legislatura.

Pocos se atreven a hablar de Manuel Bartlett, quien después de la elección de noviembre permanecerá sólo dos meses al frente del gobierno de Puebla.

Quien llegue -concluyen todos- deberá concretar la reforma del partido y su plena democratización.

Primero es eso... y luego la selección del candidato a la Presidencia que, según anunció el presidente Zedillo en Estados Unidos, será elegido en una ``primaria''.


Viejas estrategias

Para el PRI, los procesos electorales que se desarrollan actualmente en 13 entidades son un ensayo de procedimientos, estrategias y modos de operación que podrían aplicar en la batalla electoral del año 2000.

Como antaño, las tareas de ``promoción del voto'' serán el puntal de la movilización electoral priísta, pero ahora se ensayan otras variantes... como la penetración en los grupos ``normalmente adversos'', como clases medias, jóvenes y organizaciones no gubernamentales.

El programa rector de las estrategias político-electorales del PRI para este año se denomina ``Primero 1998''. Está compuesto por ``subprogramas especiales'' de activismo en estados gobernados por la oposición y en las grandes ciudades, donde ha sufrido reveses electorales.

Incluye un apartado especial para ``revisar'' la relación del PRI con los medios de comunicación y otro, que procurará mantener ``unida y cohesionada'' a la clase política del partido, mediante la incorporación de exgobernadores y exfuncionarios públicos a las tareas proselitistas.

Así, trabajará con un ``ejército de activistas compuesto por 143 mil abogados -que vigilarán y defenderán triunfos electorales-, y un millón 600 mil militantes -50 activistas por cada sección electoral- para las tareas de promoción del voto.

A la vieja usanza, se han montado brigadas de activismo, para recorridos casa por casa y en puntos neurálgicos -unidades habitacionales, centros comerciales, cruceros- de las comunidades donde habrá comicios este año.

En las principales zonas urbanas del país, ha reclutado a tres mil ``promotores'' -entre estudiantes e hijos de priístas que estén cursando una carrera universitaria o técnica-, a los que paga sus estudios, a cambio de 40 horas ``de trabajo social y partidista'' a la semana.

El Programa salió de la oficina de Mariano Palacios Alcocer y está operando. Pero habrá de ser revisado y modificado, en su caso, por el nuevo secretario general del partido, Carlos Rojas Gutiérrez.


Tránsfugas con Mariano

En nueve meses, Mariano Palacios ha recibido por lo menos diez cartas de renuncia de políticos en el pasado considerados ``distinguidos cuadros'' del partido.

Las deserciones han estado hermanadas por una queja: que la dirigencia nacional priísta ha sido inútil para garantizar transparencia, equidad y democracia en los procesos internos.

La oleada de tránsfugas inició justo 15 días después de la llegada del queretano a la presidencia del partido.

El ex procurador Ignacio Morales Lechuga envió una misiva donde comunicó a Mariano su decisión de renunciar al PRI para construir ``una opción democrática'' para Veracruz.

Su salida eclipsó la dimisión del diputado mexiquense Sergio Valdés Arias, quien ingresó al grupo parlamentario del PRD, previa carta dirigida a Palacios, y sin mayor razón -aparentemente-, que su relación de amistad con los líderes de ese partido en la entidad.

El caso más dramático ocurrió en febrero de este año en Zacatecas.

El diputado Ricardo Monreal había perseguido la candidatura y llevaba casi seis meses de precampaña. Al arrancar el año, sus bonos cayeron con la salida de Emilio Chuayffet de la Secretaría de Gobernación.

En un intento desesperado, Monreal se indisciplinó y movilizó a sus bases, para solicitar que la selección del candidato ``se abriera'' y no hubiera candidato ``de unidad''.

A través de un boletín de prensa, Palacios informó oficialmente que Monreal no podía ser candidato: ``no califica, de acuerdo con el código de ética partidista''.

Hasta hoy, Mariano no ha cumplido su oferta de divulgar las pruebas de que el diputado había tenido nexos con organizaciones criminales.

En marzo, fueron dos las salidas, separadas apenas por unas horas. Una, la de Máximo Gámiz Parral, quien después casi un año de precampaña no pudo ser candidato al gobierno de Durango.

A Gámiz -exsecretario particular de Manuel Camacho- ni siquiera le sirvieron las 60 mil firmas que reunió para ser tomado en cuenta.

En Chilpancingo, Jaime Castrejón Díez -exrector de la Universidad de Guerrero- dejó el PRI, como respuesta a las ``actitudes de cerrazón'' de la dirigencia nacional.

En Tlaxcala, el exalcalde Alfonso Sánchez Anaya también se quejó de la inequidad de los procesos en el PRI y se fue del partido.

En su carta de renuncia -del 26 de abril- denunció que el PRI nacional dejó que operaran ``grupos de poder que no admiten, no entienden y mucho menos aceptan que los tlaxcaltecas decidan por sí mismos''.

Sánchez Anaya había perseguido la candidatura, bajo el cobijo de Beatriz Paredes y Elba Esther Gordillo. Al momento de su renuncia era dirigente nacional de los Profesionales y Técnicos, de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares.

``Traidor, mentiroso, antidemocrático, acomodaticio'', fueron algunos de los epítetos que lanzaron en su contra sus ex compañeros.

La más reciente salida fue la del exsenador mexiquense Mauricio Valdés, quien oficializó su dimisión con una carta a Mariano, el 13 de mayo. Valdés había propuesto que la dirigencia priísta en el estado de México fue relevada por una que surgiera de un proceso ``democratizador'', a fin de que la selección del candidato a la gubernatura -que ocurrirá a finales del año- fuera conducida, no inducida.

Pero como a los demás, en el CEN nadie le hizo caso.


Mariano en frases

El PRI tiene que aprender a ser oposición.

Son muchas las voces que exigen: ni candados ni tapados.

No hay que confundir autocrítica con autoflagelación. No seamos carne de cañón de los que profetizan la destrucción del PRI.

El PRI ha dicho no ``a la guerrilla institucional, (que) por la vía del Congreso, que pretende paralizarlo con irresponsabilidad, inconsistencia e incongruencia''.

(El presidente Zedillo) no intervendrá en la designación del candidato en el 2000. Esa ``no será su responsabilidad''.

Cuauhtémoc Cárdenas, ``está cavando la tumba de sus expectativas políticas''. Debe aprender que ``no es lo mismo el discurso del jefe de la oposición que el discurso del jefe de gobierno''.

El PAN ``no tiene una presencia regional importante en el centro y en el sureste del país''.

El PRD ``no tiene una posición importante, digamos, de Querétaro hacia el norte del país''.

``Ha habido una enorme indulgencia y permisibidad de la opinión pública nacional al desenfado, bravuconería, provocación en la que Vicente Fox permanentemente tiene al priismo...''

Todo pareciera indicar que (el EZLN) son el brazo armado del PRD, o que el PRD es el brazo político del Ejército Zapatista.


La Ciudad de los Palacios

Excelente orador. Humanista. Ideólogo de avanzada. De la nueva guardia, mas no dinosaurio.

En su curricula aparecen todos los cargos de elección popular a los que puede aspirar un político en su entidad: diputado local, alcalde, senador, gobernador y ahora, diputado federal en la LVII Legislatura.

A sus 46 años, esas cualidades hacen que Mariano Palacios Alcocer sea considerado como uno de los políticos ``más completos'' dentro del espectro priísta.

Doctor en Derecho y padre de siete hijos, es recordado de una manera distinta, por compañeros suyos de épocas universitarias.

Recuerdan que en su tránsito por la Universidad -entre 1969 y 1972- nunca perteneció a las organizaciones estudiantes, ni hizo activismo político en las instalaciones universitarias, como los demás, porque ``odiaba a los socialistas''.

Mas bien ``hizo grilla'' con los hombres de poder...

En Querétaro, se recuerda que pagó mal a todos los que lo impulsaron.

Su carrera partidista la inició al amparo de José Ortiz Arana, quien lo hizo dirigente de las juventudes revolucionarias y lo impulsó a la diputación local, a los 21 años.

Posteriormente se cobijó con el entonces gobernador, Antonio Calzada, quien lo promovió a la alcaldía.

Conjugó ese cargo con el de director de la Escuela de Derecho de la Universidad. Y al terminar su trienio buscó la rectoría, a la que llegó con el apoyo del entonces canciller Santiago Roel.

En la política nacional se le conoció a partir de 1975, cuando participó en la campaña electoral de José López Portillo.

De allí saltó al Senado de la República y luego, Miguel de la Madrid lo hizo gobernador.

En la administración pública, se ha desempeñado como presidente del Consejo Consultivo del Programa Nacional de Solidaridad y embajador en Portugal.

Dentro del PRI fue líder del sector popular e integrante de la Comisión Nacional de Ideología y del Consejo Político Nacional.

No se le conocen compromisos ideológicos con el neoliberalismo. De él se recuerda que hace 15 años, se expresó en contra del ingreso de México al GATT y que no hace mucho decía veía en el Tratado de Libre Comercio ``una costosa aventura''.

En Querétaro, el exgobernador ``es recordado de muy mala manera'', confían sus antiguos compañeros.

Dicen que la gente llama ``La ciudad de Los Palacios'' a la capital queretana, en alusión al emporio económico que desarrrolló la familia Palacios Alcocer desde 1985. Allá, refieren, destacan sus ostentosas inversiones inmobiliarias.

Y sostienen que Oscar Camacho Guzmán -aquel silvestre gobernador- es mejor recordado que el intelectual y ahora presidente del PRI. ``La gente no le perdona que haya usado la política para hacerse de dinero y que le haya ayudado sólo a sus incondicionales''.