Burlas e indiferencia en la declaración preparatoria de siete indígenas consignados
Angeles Mariscal, corresponsal, Tuxtla Gutiérrez, Chis., 14 de junio Ť Asistidos por un defensor de oficio que se la pasó leyendo un cómic y un ministerio público indiferente, y en medio de las risas del mecanógrafo por el pobre español de los indígenas, siete de los 31 detenidos en el municipio de El Bosque rindieron hoy su declaración preparatoria en la que negaron los cargos de que se les acusa, entre otros, el de la muerte del policía de Seguridad Pública caído durante el enfrentamiento en Chavajeval.
Desde que ingresaron al penal, el pasado viernes 12, los indígenas fueron confinados en un pequeño patio donde no existe ni un arbusto para protegerse del sol y de las lloviznas casuales. Ahí, sin poder hacer uso de los servicios necesarios y ante la mirada voraz de los demás reclusos, esperan inútilmente la llegada de organizaciones humanitarias que les puedan explicar qué sucede y abogados que puedan llevar su defensa.
Algunos con la ropa desgarrada, los más con sólo un calzón blanco y un pedazo de tela para cubrirse la espalda del sol que durante todo el día los atormenta -las mismas prendas con las que fueron aprehendidos desde hace ya cinco días- los indígenas tzotziles se unen uno al otro con mirada de temor y el desconcierto pintado en su semblante.
Cinco de ellos, los que son acusados de rebelión, usurpación de funciones y asociación delictuosa, por ser presuntos integrantes del municipio autónomo San Juan de la Libertad, rindieron su declaración que no pudo ser registrada por haberse llevado a cabo de manera sorpresiva, a altas horas de la tarde.
Este domingo, también de manera extraordinaria, fueron llamados a declarar otros diez de ellos, a los que les adjudican haber dado muerte al policía de Seguridad Pública caído en Chavajeval, y haber herido al militar y a los otros cinco servidores públicos; además de los delitos de rebelión y atentados contra la paz.
Con la indiferencia y el desdén con que se ve a los indígenas en este lugar, el defensor de oficio, el Ministerio Público y el mecanógrafo intentaron apresurar y forzar sus declaraciones, ``auxiliándolos'' con un amigo del defensor que hablaba la lengua de los inculpados; pues éstos difícilmente entendieron lo que se les leyó.
Ante tal situación, entre los tres funcionarios, con la ausencia total del juez de la causa o algún representante suyo, forzaron nada más la declaración de siete de los diez indígenas de Chavajeval; pues los otros tres no hablan ni entienden español.
Explicaron, en su difícil español, que todos ellos fueron aprehendidos cuando se encontraban en el interior de sus respectivas viviendas, lugar adonde se habían refugiado al escuchar los disparos con que llegaron anunciándose los cuerpos policiacos y militares.
Ninguno vio a los que dispararon, pues una vez que los sacaron de sus viviendas los pusieron boca abajo en las camionetas de la policía, algunos amarrados de las manos y con los ojos vendados, subrayaron los indígenas.
Todos coincidieron en que si bien la prueba de rodizonato les resultó positiva, esto se debió a que un día antes del operativo en que fueron agredidos tuvieron una celebración religiosa, a fin de pedir a sus santos la llegada de las lluvias; durante estos actos quemaron fuegos artificiales y de ahí el porqué los restos de pólvora en sus manos.
Así, descartaron la única prueba en su contra. Los otros 24 indígenas continúan sentados bajo el sol a la espera de que los atienda el juez al que fueron remitidos.