Con rapidez y en silencio se fortifica la infraestructura de la Sedena en Chiapas
Juan Balboa, corresponsal, San Quintín, Chis., 14 de junio Ť Con una velocidad impresionante, bloque tras bloque, piso por piso, la Secretaría de la Defensa Nacional levanta edificios de hormigón en plena selva Lacandona.
Entre frondosos árboles y pequeñas casas de los pobladores, destacan ahora los rostros grises de la nueva unidad construida en una de las partes altas de San Quintín, ubicado en el corazón de la zona de influencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Cerca de 300 albañiles indígenas, al mando de arquitectos militares, trabajan a marchas forzadas en cada uno de los edificios de hormigón del nuevo cuartel militar: un conjunto administrativo y de viviendas integrado por quince módulos -de tres, dos y un pisos-, el cual albergará a uno de los grupos élites de contrainsurgencia conocido como Fuerza de Tarea Arco Iris y el Centro de Adiestramiento de Operaciones Especiales.
Este conjunto es parte de los grandes complejos castrenses que, ignorando los acuerdos de San Miguel y San Andrés Larráinzar, fueron autorizados al Ejército Mexicano por el presidente Zedillo.
Poco a poco, en absoluto silencio, la Sedena continúa la construcción de su infraestructura: existen actualmente ocho unidades militares de concreto en varias regiones del estado; desde 1995, el Ejército federal ha formado parte de los programas de caminos de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte (SCT), para construir más de 200 kilómetros de carreteras y caminos, que intentan facilitar los accesos a la zona zapatista y la penetración de tropas en comunidades del área de conflicto.
El puente de San Quintín fue terminado y comunica ahora con rapidez a la población de Nueva Providencia. Las obras para construir el puente sobre el río Euseba -donde se ubica un nuevo campamento contrainsurgente- se encuentran en marcha, y con ello el Ejército logrará el control total por carretera de las comunidades zapatistas de Ocosingo y Las Margaritas.
Dos grandes obras ha hecho la Sedena en el municipio de Ocosingo: la primera es el impresionante complejo militar en Toniná, que alberga a la 39 zona y, el segundo, aquí en San Quintín, en donde se concentran, al igual que en el río Euseba y Guadalupe Tepeyac, los principales mandos castrenses de contrainsurgencia.
Anteriormente, se han construido edificios en San Cristóbal, Tuxtla Gutiérrez, Comitán y en un pequeño poblado llamado Chiapas Nuevo, ubicado entre los municipios de Arriaga y Cintalapa.
Guerra de posiciones, sin contrincante
El nuevo teatro de operaciones que ha diseñado la Secretaría de la Defensa Nacional no sólo tiene como objetivo la consolidación de la infraestructura militar, también la de posiciones de fuerza. Desde febrero de 1995, el Ejército federal comenzó una guerra de posiciones, sin contrincante, que lo ha llevado a mantener presencia en las regiones de la Selva, Altos y Norte de Chiapas.
``Ellos (los militares) llegaron para quedarse; nunca se retirarán'', señala Vicente, un hombre oriundo de la colonia Emiliano Zapata, localizada a medio kilómetro del complejo militar y que, al igual que San Quintín, forman parte de las comunidades tzeltales asentadas cerca de la Laguna de Miramar en la selva Lacandona.
San Quintín, entre los militares y las prostitutas
El ejido de San Quintín es un pequeño poblado, con una fuerte presencia de soldados, que ha sido propuesto por el gobernador sustituto de Chiapas, Roberto Albores Guillén, como cabecera de uno de los 33 municipios que intentan formar con la remunicipalización.
En el río o las calles los niños que viven en este poblado, al igual que en toda la cañada de Patihuiz, juegan con los condones abandonados por los soldados. Estos niños se han convertido también en mandaderos de los militares y, ahora, son los principales curiosos de la construcción del nuevo complejo castrense.
En el poblado existen por lo menos 800 hombres con modernas armas, con unidades militares, vehículos multipropósitos y carga con ametralladoras de 7.62mm. Los soldados arrastraron a las regiones indígenas nuevos patrones de vida, que han hecho estragos dentro de las comunidades: la prostitución y el alcoholismo son algunos de ellos, pero a la vez fomentan el rompimiento del tejido social indígena.
En las tres principales zonas zapatistas -selva Lacandona, Norte y Altos de Chiapas- se ha reforzado, desde hace tres años, el operativo de contrainsurgencia que tiene como finalidad principal el ablandamiento de las fuerzas civiles zapatistas, la división de las principales comunidades en donde habitan simpatizantes del EZLN, y la consolidación de la infraestructura militar, como el nuevo complejo castrense en San Quintín.