En la segunda película de su ya extensa filmografía, Wim Wenders (Dusseldorf, 14 de agosto de 1945) narra no sólo el miedo que estremece al portero ante la inminencia de un gol que a la postre conduciría a su equipo a la inesperada derrota sino también, y por extensión, al del ser humano encarnado en ese tembloroso guardameta, y que en este fin de milenio enfrenta un balón metafórico cargado de desempleo, droga, criminalidad y desorden. Pero, ¿cuál es el título del filme que ahora nos preocupa, precisamente durante la realización del Mundial Francia 98? ¿Cuál es el nombre y la actuación de aquel cancerbero profesional que la protagonizó?
El filme, transvase al celuloide de una novela de Peter Handke, apareció en las pantallas en 1921 con el nombre de El miedo del portero ante el penalty. Bloch es el que inesperadamente se deja meter un gol. Más tarde abandona el equipo y, enajenado por aquel hecho inexplicable, se dedica a recorrer sin ton ni son las tortuosas callejuelas de una impredecible ciudad. Conoce a la taquillera de un cine y sin motivo aparente la estrangula; acto seguido adopta una posición fetal cobijado por negras sábanas.
A partir de entonces huye de mil maneras de las ``acechanzas'' de la justicia, encaminándose finalmente hacia un hotelucho regenteado por una amiga. Ella le ofrece provisional resguardo.
Aburrido de no tener nada qué hacer en aquellos desolados espacios, Bloch decide regresar a la cancha donde perpetró el acto infame, pero esta vez como espectador. Más tarde aborda un tranvía, engulle un hot dog, entra a un salón cinematográfico, renta un cuarto, habla por teléfono. Así, a través del vacío existencial de Bloch el cineasta alemán va lentamente tejiendo en los fotogramas la trama de nuestro mundo posmoderno, densamente poblado -en el año 2010 fatigarán la Tierra 10 mil millones de personas--, mundo sacudido por una impredecible revolución informática y una devastadora explosión financiera.
Sin embargo, ¿ha sido Wenders el único cinedirector que ha recogido esta problemática de la posmodernidad? A mi entender sí, el único y no sólo la ha planteado en El miedo del portero... También en París, Texas (1984), que habla de un largo viaje emprendido por un hombre para reencontrar a la mujer perdida. ``Porque enamorarse es una enfermedad cuya consecuencia más grave es perder nuestro sentido estricto de la realidad''.
De diferente manera, pero con idéntica intensidad, Wenders narra, otra vez, secundado por Peter Handke, una cuestión referente al amor, pero esta vez a cargo de un ángel que deambula en un lugar específico, Berlín, que ahora es una metrópoli tan bella, tan diferente, que los ángeles están dispuestos a abandonar su etérea indiferencia para vivir entre su muros las pasiones humanas que circulan bajo sus pies. Pero no terminan con Las alas del deseo (1987) las vibraciones cinemáticas de Wim a propósito de las vicisitudes de los terrestres y los extraterrestres, porque en 1991 recrea --en Hasta el fin del mundo-- una apocalíptica historia de amor desde el punto de vista de una mujer y sobre la cual comentó:
``Mis personajes viajan hacia el fin del mundo porque están llenos de recuerdos. Viajan para deshacerse de esos recuerdos, viajan para olvidar la memoria''.
En 1992, Wenders volvió a reflexionar sobre la agonía del humanismo europeo y los tambaleantes valores de la civilización en una nueva película, Tan lejos y tan cerca. Y para terminar, no olvidemos que apenas ayer nos estremecimos con El miedo del portero ante el penalty, así como el del ser humano ante el vacío existencial, en un mundo en proceso de acelerada desintegración.