La declaración de pressing, a partir del activismo en 20 ciudades de EU
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 19 junio Ť Más allá de la controversia sobre si la secretaria de Estado, Madeleine Albright, dijo que su país ``presiona'' o ``urge'' una solución en Chiapas, la razón por la cual surgió esa declaración se puede rastrear, en parte, en el trabajo de núcleos pequeños pero crecientes de activistas locales en Estados Unidos, que han elevado el tema de Chiapas y los derechos humanos en pueblos y ciudades de aquí.
La ahora famosa frase de Albright fue la respuesta a una pregunta del senador Patrick Leahy, de Vermont, durante una audiencia ante el Senado. Al hacer su pregunta, el legislador indicó que ``mucha gente'' en su estado estaba preocupada tanto por la situación de los derechos humanos en Chiapas, como por el posible uso de equipo militar estadunidense en ese conflicto.
Hace un par de meses, las dos cámaras de la legislatura de Vermont aprobaron una resolución que pide suspender ``todo apoyo militar para el gobierno mexicano'' hasta que se registre un avance significativo en las pláticas de paz en Chiapas.
Agrupaciones locales de ese estado han organizado manifestaciones y exigido encuentros con sus políticos electos, incluyendo al senador Leahy, para urgirle que interrogue al gobierno de Bill Clinton sobre el asunto de Chiapas. Pero las acciones en ese estado sólo fueron parte de una semana de la llamada ``Campaña de solidaridad con México'', en la que participaron decenas de grupos locales que realizaron manifestaciones en por lo menos 20 ciudades durante esta semana.
La campaña concluyó este viernes, con una manifestación frente a la embajada de México en esta capital, en la que activistas portaban carteles con los nombres de personas que han muerto en las comunidades indígenas de Chiapas. ``México y Estados Unidos matando a indios de nuevo'', se leía en una manta, y otra demandaba el retiro de tropas del estado del sureste.
``Cuatro municipios autónomos han sido atacados y desmantelados'', declaró el activista religioso Phil Wheaton a los manifestantes. ``Está claro que el gobierno tiene la intención de hacer lo mismo con los otros 32 municipios''. Wheaton y otros, dijeron que el presidente Ernesto Zedillo es el ``responsable directo'' de este ``conflicto de baja intensidad'', pero insistieron en que los autores intelectuales de esta estrategia estaban dentro de la Casa Blanca, el FMI y el Pentágono.
La manifestación frente a la embajada fue pequeña --unas 40 o 50 personas-- pero representó un elemento del fenómeno de acciones locales entrelazadas entre sí y con Chiapas, en gran parte por Internet. Y revela de nuevo el secreto de la dinámica en este país: la política nacional siempre empieza en lo local. ``¿Qué le voy a responder a esa mujer en mi estado cuando pregunte sobre qué estamos haciendo en Chiapas?'', preguntó el senador federal Leahy a Albright esta semana.
Otros legisladores de Nueva York, Los Angeles, Chicago y Texas también han manifestado su interés en el tema, en gran medida porque un sector de su electorado en sus distritos está haciendo este tipo de preguntas.
No se trata de un movimiento amplio nacional, pero sí existe todo tipo de acciones e iniciativas locales. Por ejemplo, hay algo que se llama la Red Universitaria Zapatista en varios centros de educación superior.
Un grupo de religiosos, junto con una asociación de filósofos, está llevando una delegación de observadores de derechos humanos a Chiapas. Otro grupo en San Diego está convocando a voluntarios para construir escuelas en ese estado mexicano.
En El Paso, se celebró una ``Pachanga pa' Chiapas''. Este fin de semana, en Washington, el Comité de Defensa de Leonard Peltier, el líder indígena preso en Estados Unidos, está organizando un acto para reunir alimentos y enviarlos a Chiapas; hace un mes, el rockero David Byrne presentó un concierto en Nueva York a beneficio de un centro de mujeres indígenas en Chiapas.
Un reconocido poeta indígena en este país, John Trudell, se presentará en Oakland para leer su obra en beneficio del ``Centro de Resistencia de Aguascalientes''. Son sólo algunos ejemplos de actividades en estas últimas semanas.
Muchos de estos grupos tienen su base en la comunidad religiosa o en el sector universitario, junto con las organizaciones de solidaridad, muchas de ellas creadas durante el conflicto en Centro-américa en los setenta y ochenta.
Pero en un sondeo informal --por teléfono-- esta semana, La Jornada encontró que hay un numero creciente de profesionistas de clase media que están enterados de la situación en Chiapas por la red Internet. Si este movimiento continúa creciendo y ampliando sus bases de apoyo, es muy probable que Albright tenga que responder de nuevo en público sobre la situación interna de Chiapas. La ``presión'' sobre los políticos también se aplica aquí.