La Jornada 23 de junio de 1998

MISA EN ACTEAL POR LOS 45 ASESINADOS

Elio Henríquez, corresponsal, Acteal, Chis., 22 de junio Ť Con una celebración religiosa de casi tres horas, decenas de indígenas recordaron hoy a los 45 tzotziles masacrados el 22 de diciembre en este lugar por un grupo de paramilitares del municipio de Chenalhó.

A seis meses de la matanza el clamor aquí es el mismo: ``¡Justicia!'', porque ``el gobierno no ha hecho nada, los autores intelectuales y materiales no han sido encarcelados, y los grupos paramilitares siguen armados en las comunidades'', afirmaron representantes de la organización Las Abejas, a la cual pertenecían las 45 víctimas.

``Ayer fue Julio César Ruiz Ferro el que masacró a nuestros compañeros inocentes en Acteal, y hoy es Roberto Albores Guillén el que manda a matar a nuestros hermanos de El Bosque y apoya a los paramilitares en Chenalhó y muchos otros municipios'', manifestó Antonio Gutiérrez, uno de los líderes.

Desde las 10 horas decenas de indígenas de las comunidades vecinas se concentraron para participar en la celebración, encabezada por el sacerdote jesuita Pedro Arriaga, quien sustituye al francés Miguel Chanteau, párroco de Chenalhó hasta el 26 de febrero pasado, cuando fue expulsado acusado de participar en actividades políticas.

En el centro del altar al aire libre, a pocos metros de la tumba colectiva de los 21 mujeres, 15 niños y nueve hombres asesinados, sobresale una manta: ``Lloramos a nuestros hermanos entre los muertos. Igualmente lloró la madre de aquel que con su sacrificio vino a traernos la vida eterna. Pero hoy, hermanos, tenemos una gran fe, que con su sangre derramada brille la esperanza del amor, de la justicia, de la dignidad y de la paz. Este llanto se está secando en nuestros ojos, pero la tranquilidad y la alegría florecerán en nuestro corazón''.

Cuando la celebración había comenzado, cuatro hombres bajaron por el barranco cargando a una mujer sentada en una pequeña silla de madera, que pronto atrajo la atención de los presentes por ser una de los sobrevivientes de la masacre.

Se trata de Rosa Gómez Pérez, herida de bala durante la matanza y que hoy regresa por primera vez a esta comunidad desde el 22 de diciembre pasado, cuando su hija Loila, de 12 años, fue abatida por las balas de los paramilitares.

Rosa no llegó sola, trajo a Manuel de Jesús, un bebé que nació el 23 de diciembre -un día después de la masacre-, cuando ella estaba gravemente herida de bala en la pierna y el pie derechos, lesiones que hasta la fecha le impiden caminar. Al verla llegar los hombres y mujeres no pudieron contener el llanto.

Con ella vinieron su esposo Manuel Ruiz Gómez y sus otros cinco hijos: Andrés, Hermelinda, Rufina, Guadalupe y Regina. Ninguno de ellos conocía el sitio donde Loila fue enterrada con las restantes 44 víctimas.

``Nosotros estamos muy tristes porque no tenemos ninguna culpa, somos inocentes, pero los paramilitares priístas vinieron a matarnos cuando estábamos en oración y ayuno'', recordó Manuel mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Ahora, agregó, ``sólo esperamos la bendición de Dios para ver si mi esposa va a poder caminar''.

El llanto y las lágrimas de los presentes se generalizaron al oír hablar a Manuel y cuando la religiosa Esther Lorenzana pidió que levantaran al bebé, ``como un símbolo de la esperanza de la vida''.

El padre Arriaga advirtió que ``a los que se les ha endurecido el corazón nos han perseguido y nos van a seguir persiguiendo y nos van a querer matar por predicar la palabra de Dios''.

Antes de que finalizara la celebración llegó el sacerdote Mario López Barrio, provincial de los jesuitas en México, acompañado por otros religiosos para reiterar su solidaridad con los indígenas.

Los de Las Abejas le pidieron a López Barrio autorizar la estancia permanente de sacerdotes jesuitas en Chenalhó porque ``con su presencia Dios está curando nuestros corazones, que están muy lastimados''. Dijeron que por ahora el compromiso es que están tres años nada más y por eso solicitaron que se queden por tiempo indefinido.

Más tarde, Arriaga confirmó que 850 indígenas de Las Abejas refugiados en el campamento de Xo'yep retornarán a sus comunidades de Los Chorros y Yiveljoj el próximo 25 de este mes, acompañados por los obispos Samuel Ruiz y Raúl Vera.

Al finalizar la celebración, a la cual asistieron religiosos de Monterrey y Guadalajara, que trajeron mensajes de solidaridad, todos bajaron al santuario en construcción -edificado sobre la tumba colectiva- para participar en una oración y pedir ``por los muertos y por los vivos que estamos sufriendo por la represión del gobierno''.

A la ceremonia también asistieron los sacerdotes Mario Anota Hernández y Hermenegildo Pérez Badillo, de la diócesis de Tuxtla Gutiérrez, así como los jesuitas Rodrigo González Torres, Carlos Morfín y Alberto Velázquez, entre otros.

Manifestaciones en Yucatán y Puebla

Luis Boffil, corresponsal, y La Jornada de Oriente Ť Al cumplirse este lunes seis meses de la matanza de Acteal, grupos defensores de derechos humanos, organismos cívicos, académicos, de profesionistas y partidos políticos de Yucatán se manifestaron para exigir al gobierno federal acabar con el clima de violencia contra indígenas y comunidades autónomas.

Reunidos en el Monumento a la Patria, en Mérida, los manifestantes culparon a las autoridades de no aclarar el crimen de Acteal y expresaron su repudio a la ``política de muerte'' del gobierno en Chiapas. ``Ni un muerto más'', corearon los manifestantes.

Reconocieron la labor de pacificación de los obispos de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz y Raúl Vera, y otros agentes de pastoral.

Exigieron, entre otros puntos, respeto a los acuerdos de San Andrés, retiro inmediato del Ejército de las comunidades indígenas, desmantelamiento de grupos paramilitares, libertad a los presos de ``conciencia'' -entre ellos el joven yucateco Luis Fernando Menéndez Medina- y la detención de agresiones contra los municipios autónomos en esa entidad.

Mientras, en la ciudad de Puebla se llevó a cabo una marcha silenciosa con la que los ciudadanos recordaron y condenaron la matanza de 27 indígenas en Acteal.

El contingente, conformado por niños, estudiantes, amas de casa, obreros, profesionistas y líderes, exigió el esclarecimiento del crimen y el castigo de los culpables. Convocada por el Frente Zapatista de Liberación Nacional y el Movimiento Ciudadanos por la Paz y la Democracia, la marcha comenzó en el Paseo Bravo cerca de las 17:30 horas, y los participantes portaban mantas con leyendas como: ``¡Fuera Ejército de Chiapas, pedimos respeto a los acuerdos de San Andrés!'' y ``Detengan la militarización antes de que haya otro Acteal''.


Angeles Mariscal y Elio Henríquez, corresponsales, Tuxtla Gutiérrez, Chis., 22 de junio Ť Miles de indígenas y campesinos agrupados en el Foro de Convergencia Contra la Guerra efectuaron diversas marchas en varios puntos del estado a fin de demandar la renuncia del gobernador Roberto Albores Guillén, tras considerar que sus operativos ``para aplicar el estado de derecho'' son indicios de la reanudación de la guerra.

A seis meses de la matanza de Acteal, los miles de indígenas y campesinos exigieron castigo a los culpables y cumplimiento a los acuerdos de San Andrés.

Los representantes de los diversos organismos consideraron, en cada uno de los mítines efectuados en los diferentes municipios del estado, que los hechos ocurridos el 10 de junio en El Bosque ``significan el recrudecimiento de la guerra''.

El uso de miles de militares y policías en contra de la población indígena ``y la aplicación facciosa de la ley en contra de las comunidades indígenas significan una nueva etapa en contra de los pueblos y las organizaciones'', dijeron.

Tras hacer un recuento de los hechos ocurridos en los meses que lleva la administración de Albores Guillén a fin de ``hacer valer el estado de derecho'', demandaron su destitución, además de la libertad de las decenas de detenidos durante las diferentes acciones.

En San Cristóbal de las Casas, mientras tanto, unas mil personas marcharon para exigir la renuncia del gobernador Roberto Albores Guillén y que ``paren la guerra y la persecución en contra de las comunidades y de los luchadores sociales''.

Desde las 17 horas, decenas de indígenas y campesinos comenzaron a concentrarse en el Periférico Poniente. Con pancartas que exigían ``alto a la violencia'', ``no más desmatelamientos de municipios autónomos'' y ``no más agresiones a los pueblos indígenas'', los manifestantes caminaron por las principales calles de la ciudad hasta llegar al centro.

Allí, durante el mitin, que comenzó a las 20 horas, pidieron ``respeto a la soberanía de nuestro estado como condición para alcanzar la paz, y que no haya más imposiciones del centro'', así como que sean liberados ``inmediata e incondicionalmente todos los presos políticos.

Los hechos más comentados por los oradores fueron los ocurridos el 10 de junio pasado en el municipio de El Bosque, donde murieron ocho indígenas zapatistas y dos policías de Seguridad Pública estatal.


José Gil Olmos Ť La mancha silenciosa avanzó lentamente. Era negra y se desplazaba hacia la Secretaría de Gobernación. No había palabras, sólo una pancarta: ``Alto a la masacre indígena''. Los cientos de jóvenes habían decidido manifestarse en silencio pero no resistieron mucho tiempo y, con los gritos de ``¡Asesinos, asesinos!'', rasgaron el mutismo colectivo al llegar al viejo edificio de Bucareli.

``A seis meses de la masacre de Acteal, el gobierno contruye su estrategia en el genocidio'', diría el ex asesor zapatista Alfredo López Austin en un mensaje enviado desde Estados Unidos, recordando las últimas muertes en El Bosque, Chiapas, y El Charco, Guerrero.

La estrategia, sin embargo, tiene sus variables, dijo. En Acteal fueron los paramilitares y en los otros dos casos militares y policías actuaron directamente, explicó el escritor.

La marcha convocada por los músicos de La Bola inició en el Monumento a la Revolución a las 6 de la tarde y terminó con un concierto en Gobernación, tres horas más tarde. Durante ese tiempo lanzaron pintura roja a las paredes del edificio. Y una cruz blanca manchada de rojo -con una paloma muerta fijada en la madera- fue colgada de la puerta de hierro forjado.

La manifestación fue distinta a las que se organizaron desde hace una semana dentro de la Jornada Nacional por la Paz. A los gritos de ``¡Asesinos!'' se fundió una representación de jóvenes vestidos de indígenas heridos, quienes se colgaban de las rejas de Gobernación.

``¿Hasta dónde llegará la crueldad y la torpeza? ¿Hasta dónde la violencia? ¿Cuánta sangre seguirá derramándose?, decía en su mensaje López Austin, leído poco antes del concierto.

En su mensaje los de La Bola repetían lo que en muchos foros se ha dicho hasta el cansancio: ``Queremos una solución pacífica para este conflicto que se llama guerra''.

Los jóvenes de negro recordaron así los seis meses de la masacre de Acteal, pero también el par de semanas que llevan las nuevas muertes en El Bosque y El Charco, que se suman a las otras 17 de Aguas Blancas, que el próximo domingo cumple dos años.

``Los integrantes de La Bola expresamos nuestro repudio a la solución militar y de persecusión por la que ha optado el gobierno del señor Zedillo para acallar la voz de quienes se atreven a mostrar el rostro verdadero de este México desgarrado por el odio y la violencia, de quienes se atreven a proponer otras formas de relacionarnos'', explicaba uno de los organizadores desde un camión de redilas, donde los músicos se preparaban para recordar la masacre de Acteal.


Andrés Timoteo, corresponsal, Veracruz, Ver., 22 de junio Ť El Ejército Mexicano no puede ni debe abandonar el estado de Chiapas, ya que su presencia es necesaria debido a la declaratoria de guerra del EZLN desde 1994. Sin embargo, la propuesta de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) es que el Ejército no se utilice para agredir a la población civil ni alterar la vida de las comunidades indígenas, dijo Germán Martínez, presidente en turno de dicho grupo de legisladores.

En entrevista telefónica concedida a un noticiario radiofónico local, Martínez destacó que la postura de la Cocopa no es desmilitarizar Chiapas. Lo que se exige, dijo, es que los destacamentos del Ejército Mexicano no cometan atropellos contra los pobladores, no alteren la vida de las comunidades indígenas y no sirvan de instrumento para enrarecer el clima e impedir el retorno a la búsqueda de una solución pacífica al conflicto.

Después de calificar de positiva la reciente visita de los integrantes de la Cocopa a Chiapas, Martínez subrayó que son dos vertientes en las que el grupo de legisladores enfocarán todas sus acciones y esfuerzos: alcanzar el cese de la violencia policiaca y militar ordenada por el gobierno del estado contra comunidades indígenas y buscar el rompimiento del ``funesto'' silencio de la dirigencia del EZLN.

``Es necesario frenar la violencia contra pobladores indígenas; eso se lo hicimos saber al gobernador Roberto Albores, a quien le planteamos nuestra posición de detener el acoso y hostigamiento en las regiones rurales''.

El otro gran reto, agregó, es terminar con el silencio del Comité Clandestino Revolucionario Indígena y del subcomandante Marcos.

Todo el proceso de pacificación de aquel estado del sureste, dijo, tampoco será posible sin la colaboración de la diócesis de San Cristóbal de las Casas y su titular, Samuel Ruiz, ya que su ascendencia entre la comunidad indígena es muy importante y su labor pastoral no sólo se remonta a más de 30 años, sino que es conocedora de los rezagos y necesidades del pueblo chiapaneco, apuntó.

Tipificó como erróneas todas aquellas posturas que intenten excluir al obispo Ruiz y su diócesis de los intentos para alcanzar la paz en esa entidad.

No hay asesoría de guerra, señala Lorenzo Franco

En tanto, el secretario de la Marina, José Ramón Lorenzo Franco, negó que la Armada de México haya contribuido en asesoría logística a los militares destacados en Chiapas.

Entrevistado por separado, Lorenzo Franco manifestó que ``el único apoyo brindado a las instituciones chiapanecas es la facilitación de transporte para víveres y material de salud, que se ha efectuado por medio del personal ubicado en la base de Puerto Madero y que traslada vía marítima esos objetos hacia zonas poco accesibles''.

Empero, mencionó que si bien hasta el momento no hay injerencia de la Armada de México en el conflicto, están en espera de cualquier disposición de la Secretaría de la Defensa Nacional para ponderar cualquier apoyo directo a los militares acantonados en Chiapas.