Algunos funcionarios del sector financiero han mostrado una gran preocupación por la estabilidad de las finanzas públicas, y la han puesto como pretexto para recortar el presupuesto federal una y otra vez, a costa del desarrollo económico nacional. Sin embargo, justifican que se triplique la deuda interna del país asimilando las pérdidas del Fobaproa, parte de ellas generadas subsidiando a banqueros que ahora están presos o prófugos de la justicia.
Cuando se acababa de anunciar el primer acuerdo de exportadores de petróleo, incluido México, en la ciudad de Riad, se anunció el segundo recorte presupuestal del año. Es decir, precisamente cuando se tomaban medidas encaminadas a sanear las finanzas públicas defendiendo el precio internacional del petróleo, se pretendía ignorar esto y se actuaba, tijera en mano, como si hubiera ocurrido lo contrario.
Ahora que la OPEP y otros países exportadores, México incluido, han llegado a acuerdos más amplios y de mayor alcance para limitar exportaciones petroleras y lograr un mejor precio del crudo, se vuelve a hablar, esta vez, de un tercer recorte presupuestal. Hay en todo esto contradicciones muy evidentes.
Aunque la primera reducción de exportaciones fue insuficiente, permitió una cierta recuperación de precios petroleros. De un promedio de 9.67 dólares por barril en marzo, el precio promedio de las exportaciones mexicanas pasó a 10.69 en abril -más de un dólar de aumento- y a 10.79 en mayo.
La baja de precios de las últimas semanas se debe a que productores de crudo aumentaron sus exportaciones. No sólo se trató de países del Golfo Pérsico con muy bajos costos de producción. Las ventas de México al exterior pasaron de 1.67 millones de barriles diarios en abril a 1.81 millones en mayo. Pemex ha dicho que México ha cumplido su compromiso, y tal vez sea cierto, porque se ha hablado del promedio trimestral. Pero ese aumento contribuye a explicar la baja de precios a fines de mayo y en junio. Ese aumento no se explica como una simple falta de disciplina. Se trata en buena medida de una especie de guerrita de precios para presionar a los que se resistían a un nuevo acuerdo de reducción.
Se ha atribuido la baja petrolera, en una medida mayor que la que la realidad sustenta, a la llamada crisis asiática. Además de que no toda Asia ha tenido problemas monetarios y financie- ros, y de que China y su demanda petrolera incluso siguen creciendo rápidamente, si vemos el calendario notaremos que la baja importante en los precios se dio precisamente a partir del momento en que la OPEP decidió, pese a que el mercado no estaba fuerte, aumentar su techo de producción. Así como ese fue un elemento de gran importancia para precipitar la baja de precios, también lo es el actual acuerdo para contener esa baja y revertirla.
Finalmente, está el mito de sobreestimar el papel de las existencias de crudo en los depósitos. Este factor sólo cuenta en plazos muy cortos. No es exacto, como se dice en algunos casos aquí publicados, que se requieran tres o seis meses para que los precios se recuperen. No se necesitan vaciar los depósitos ni llegar a cierto nivel para que los precios inicien el nuevo aumento. En la medida que quienes tienen petróleo almacenado ven que se cumple el acuerdo de reducción de exportaciones, saben que el petróleo dentro de un mes va a costar más que ahora, y prefieren comprar ahora que vaciar depósitos hoy y comprar, más caro, dentro de un mes. Esta demanda adicional causa el inicio de la subida de precios.
En medio de tantas contradicciones y superficialidades, no está de más un momento de reflexión y de objetividad.