La Jornada 28 de junio de 1998

DIOS ES REDONDO Ť Juan Villoro

Una samba a puñaladas

Enviado, París, 27 de junio Ť De las cuatro a las seis de la tarde, en París no había nada más peligroso que pedir un plato de tallarines. Los meseros de las tratorías tenían las manos más temblorosas del planeta: los televisores transmitían el triunfo de angustia que llegaba de Marsella: Italia 1, Noruega 0.

Unas horas después, el tren urbano era una batucada ambulante. El Parque de los Príncipes recibió entre la lluvia a una fauna colorida y dejó a los rezagados sin otro remedio que aprender el rap de moda: No tengo entradas. Escampó antes del partido y el cielo armó su propia portería: un arco iris presidió el primer tiempo.

Para Chile, la contienda tenía un sesgo de vengativo. En 1989 perdió 1-0 en Maracaná, en un juego suspendido en el minuto 69 porque el arquero Roberto Rojas fue alcanzado por un proyectil. O eso pareció. Luego se supo que Rojas había fingido y recibió un castigo por sobreactuación que convendría aplicar a las actrices que lloran lágrimas de glicerina en las telenovelas. El entrenador Orlando Aravena y el portero dramático fueron suspendidos de por vida y Chile quedó fuera de los Mundiales de 1990 y 1994 (para sufrir más a gusto, conviene recordar que la mejor temporada de Zamorano en el Real Madrid fue la 94-95).

Carlos Alberto Parreira, entrenador de Brasil en Estados Unidos 94, ha dicho que el problema del cuadro de Zagallo es que no ha sufrido. Su pase al Mundial fue automático y sus jugadores son tan buenos que las explicaciones míticas de sus derrotas resultan creíbles (Zagallo informó que perdieron en su gira escandinava porque se cansaron viendo videos de sexo explícito). Después de la derrota del martes ante Noruega, Brasil recibió la inyección de dolor que le hacía falta.

El Mundial tiene algo en común con la Vuelta Ciclista a Francia: después de la primera fase, viene la etapa de montaña. Los chilenos cantaron su himno con entrañable poderío y empezaron bien el juego, pero un descuido los llevó al precipicio: Sampaio remató de cabeza un tiro libre, sin otra marca que su sombra voladora. La televisión sólo toma a Ronaldo cuando tiene o busca la pelota. Ayer bajó a marcar, recuperó balones y aún tuvo tiempo de anotar dos goles y mandar dos avisos a los postes. Los chilenos furiosos de Maracaná en 1989: la catedral del futbol se había transformado en un callejón de cuchilleros. Aquel velorio no fue tan dañino como la fiesta de ayer. En las tribunas bailaban diablos verdes con tridente amarillo, recordando que el carnaval es zona de peligro: los brasileños mostraron su gusto por la vida con una masacre 4-1.

Chile deja el Mundial sin conocer la victoria; también deja los inolvidables goles de Salas y los más inolvidables que pudo haber hecho Zamorano.

Desajustes planetarios

Francia 98 es una agitada metáfora de la globalización y esto también afecta a los rituales. El 24 de junio, durante el equinoccio de invierno, los indios mapuches celebraron un nguillatum, una ronda de plegarias para que triunfara Marcelo Salas, hijo de doña Melinao, de estirpe mapuche. Por su parte, 937 monjes budistas de Tailandia, que por lo visto están en todo, opinaron que el campeón va a ser Brasil. Es difícil saber si los monjes empiezan a tener razón o si sólo votaron así para contrariar al único budista que sobrevive en el torneo, Roberto Baggio.

Siglos antes del World Wide Web, los chinos afirmaron que el suave aleteo de una mariposa en una orilla del océano puede desatar una tempestad en la otra orilla. El Mundial refrenda esta teoría. Cada lance tiene consecuencias lejanas e inesperadas. Cuando Luis Hernández aprovechó un descuido de Jaap Stam en el último segundo del partido México-Holanda, hizo que le subiera el azúcar a Alex Ferguson, presidente del Manchester United que acaba de pagar 18 millones de dólares por Stam, cifra récord para un defensa. En cambio, otro alto ejecutivo del deporte descansó después de la goleada de Brasil. Para Phil Knight, el Mundial es como la escala dow jones de Wall Street. El presidente de Nike sabe que aquí se celebra la guerra de los zapatos. Adidas tiene más experiencia en el terreno y ha sido la tradicional patrocinadora de Alemania, Francia, España, Argentina, Rumania y Yugoslavia. Los soldados de élite de Phil Knight son los brasileños y su último marcador casi oculta una noticia procedente de Indonesia: 500 mil obreros de Nike han acudido a organismos no gubernamentales para protestar por las condiciones en que viven. Lo que Engels vio en Manchester durante la revolución industrial, se aplica sin pérdida a Indonesia, donde cada obrero de Nike gana 11.75 dólares mensuales. Mientras los botines grises de Ronaldo anotan goles millonarios, quienes los fabrican al otro lado del mundo son multados ¡por llegar a la fábrica sin zapatos!