La Jornada 29 de junio de 1998

David Aponte Ť Los ciudadanos de Estados Unidos elevaron el gasto para consumo de drogas en unos 7 mil millones de dólares en el último año. Actualmente desembolsan 57 mil millones de dólares anuales en la compra de estupefacientes -cantidad parecida a la del problema del Fobaproa-, de acuerdo con las más recientes estadísticas de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca.

La corrupción en México y Estados Unidos y la falta de coordinación entre las diferentes agencias antinarcóticos estadunidenses son los principales factores del tránsito y, en consecuencia, el consumo de sustancias ilícitas, explican.

En periodos anteriores, la sociedad estadunidense erogó 50 mil millones de dólares anuales en la adquisición de mariguana, cocaína, heroína y otras drogas sintéticas. La cantidad en dólares destinada al abuso de sustancias ilícitas aumentó en 1997, a pesar de los programas de detección y prevención del gobierno de Washington

Ahora, las autoridades federales del vecino país buscan unificar los criterios del combate a las drogas en la zona de la frontera con México. Las agencias estadunidenses pretenden coordinar el trabajo de los 11 mil agentes de las diferentes oficinas adscritos a la franja, argumentan los textos oficiales.

En los documentos de la oficina del zar antinarcóticos de la Casa Blanca, el general retirado Barry McCaffrey, se detalla que siete oficinas federales (los departamentos de Estado, Justicia, Tesoro, Transporte, Defensa, Interior y Agricultura) tienen responsabilidades a lo largo de la frontera en cuanto al problema de los narcóticos. Adicionalmente, 22 agencias y programas laboran en la zona, entre ellas la DEA y la Patrulla Fronteriza.

Las dependencias gastan unos 2 mil millones de dólares anuales en los esfuerzos por detener el tráfico de estupefacientes, amén del incremento progresivo del personal asignado a la región fronteriza.

Las agencias han establecido un programa de identificación digital de las personas que cruzan la frontera, de los datos de las visas, de las huellas digitales y de las fotografías de las personas arrestadas. Desde hace algunos años, colocaron también equipo de detección de rayos X en las garitas para la detección de cargamentos de droga ocultos en camiones pesados, se indica.

Las autoridades antinarcóticos realizan toda clase de operaciones de inteligencia -incluso acciones de carácter encubierto, como Casablanca- en la franja fronteriza, con el propósito de frenar el flujo de las drogas hacia territorio estadunidense.

Sin embargo, los departamentos y las agencias no tienen una coordinación y los estupefacientes pasan de México hacia Estados Unidos.

En los textos se argumenta que la corrupción en México y Estados Unidos hace posible el tránsito de los estupefacientes. Los cárteles manejan un comercio ilegal de unos 500 mil millones de dólares al año, de conformidad con el programa de Naciones Unidas para el control de drogas.

``La nación no es inmune a los efectos corrosivos de la corrupción. La mejor defensa contra la corrupción es la vigilancia, la integridad y el patriotismo de nuestra gente, particularmente de los servidores públicos'', se menciona.

Ahora, existe un compromiso de la administración del presidente Ernesto Zedillo en los esfuerzos contra la corrupción. México ha dado pasos importantes en contra del fenómeno. Por ejemplo, las autoridades mexicanas han arrestado a personas y oficiales involucrados en el narcotráfico, se comenta.

Las partes hacen sus mejores esfuerzos para reducir la demanda de estupefacientes y desmantelar a las organizaciones criminales, con el propósito de tener sociedades libres de los efectos del narcotráfico y una zona fronteriza abierta, se añade.

En los documentos se asegura que Estados Unidos no pretende ni cerrar su frontera ni militarizar la guerra contra el narcotráfico, sino que las fuerzas armadas tengan una mejor cooperación en las misiones desplegadas en la zona y mayor coordinación entre las instancias federales.

``En cuanto a la reducción de la demanda, debemos educar a nuestros niños acerca de los efectos peligrosos de las drogas: organizar a las comunidades en la lucha antinarcóticos, y elevar las oportunidades en el tratamiento de los adictos'', se concluye.